Literatura poética
LA POESÍA EN EL SIGLO XIX
Principales poetas del Romanticismo: Carolina Coronado
arolina Coronado Romero de Tejada nació en Almendralejo, Badajoz (1823-1911), en el seno de una familia acomodada, pero de ideología progresista, lo que valió ser perseguidos su padre y abuelo; ese sentimiento le llevó a ofrecer refugio a algunos autores perseguidos en su residencia madrileña, donde eran famosas las tertulias literarias, constituyendo un punto de reunión de escritores progresistas. Tales actividades le causarían igualmente a ella el sufrir la censura de la época.
Carolina viajó por Europa (Gran Bretaña, Francia y Suiza) antes de establecerse definitivamente en Madrid. Contrajo matrimonio en esta ciudad en 1862 con el diplomático estadounidense Justo Horacio Perry, que era secretario de la embajada de EEUU.
A pesar de que Carolina fue educada en las formas tradicionales femeninas, como la costura y las labores hogareñas, pronto despertó su interés por la literatura, leyendo con gran asiduidad y cualquier obra que llegaba a sus manos. Tempranamente, a los diez años, se desarrolla en ella una extraordinaria facilidad para la composición poética, aunque al principio con evidentes errores léxicos y lenguaje mal encadenado, pero de gran espontaneidad y agudo sentimiento.
Los motivos iniciales de su poesía son los amores imposibles, que personaliza en algunos nombres como "Alberto", y a quien hizo voto de castidad tras su muerte en el mar, fuera real o imaginaria, pues se ignora si tal personaje existió realmente. Carolina fue considerada como la equivalente extremeña romántica de otras autoras coetáneas, como Rosalía de Castro.
La vida literaria de Carolina fue bastante activa. Con anterioridad a 1843, fue haciéndose un sitio entre los literatos del momento, publicando poco a poco sus poemas en revistas, siendo el género poético en el que sobresalió notablemente. En 1843 aparecieron sus Poesías, prologadas por el escritor español Juan Eugenio Hartzenbuschq (1806-1880), y que reeditaría más tarde en 1852 y 1872 con inclusión de nuevas composiciones. Sus poemas son delicados y sentimentales; el más famoso es El amor de los amores.
También escribió alguna obra dramática, como El cuadro de la esperanza (1846), Petrarca, Alfonso IV de León y El divino Figueroa; y unas quince novelas, entre las que cabe destacar Jarilla (1851), La rueda de la desgracia (1873) o Paquita (1850), considerada esta última como su mejor novela.
Los temas dominantes de la obra poética de Carolina son el amor, la naturaleza y la religión; en ésta última manifiesta un cierto misticismo, posiblemente por la catalepsia crónica que padecía, que le llevó a "morir" en más de una ocasión. Sus "premoniciones" le llevan a anticipar la muerte de sus hijos.
Carolina, además de delicada poetisa, era una mujer de gran belleza física. Esto causó admiración en otros poetas románticos coetáneos. Así, Espronceda, que había nacido en su mismo pueblo (Almendralejo), le dedicó los siguientes versos donde hace referencia también al origen común de su "valle" natal:
Dicen que tienes trece primaveras
y eres portento de hermosura ya,
y que en tus grandes ojos reverberas
la lumbre de los astros inmortal.Juro a tus plantas que insensato he sido
de placer en placer corriendo en pos,
cuando en el mismo valle hemos nacido,
niña gentil, para adorarnos, dos.Torrentes brota de armonía el alma;
huyamos a los bosques a cantar.
Dénos la sombra tu inocente palma,
y reposo tu virgen soledad.Mas ¡ay! perdona virginal capullo,
cierra tu cáliz a mi loco amor.
Que nacimos de un aura al mismo arrullo,
para ser, yo el insecto, tú la flor.