Literatura poética
LA POESÍA EN EL SIGLO XIX
Principales poetas del Romanticismo: Gustavo Adolfo Bécquer
ustavo Adolfo Bécquer nació en Sevilla (1836-1870), su verdadero nombre era Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida. Tras quedar huérfano a los diez años, llevó a cabo estudios de pintura y humanidades en su ciudad natal. Para ganarse la vida escribió en varios periódicos y adaptó obras dramáticas francesas.
En 1854 se trasladó a Madrid, donde sufrió dificultades económicas; en general, su vida económica siempre fue muy precaria, salvo entre 1866 y 1868, en que obtuvo un cargo oficial.
En 1858 cayó enfermo durante una estancia en Sevilla, y mientras duraba la recuperación escribió su primera leyenda. También conoció a Julia Espín, considerada como la destinataria de su poesía amorosa, aunque a veces se identifica su gran amor con Elisa Guillén.
El matrimonio con Casta Esteban en 1861 resultaría un gran fracaso, y terminaría deshaciéndose en 1868, pero dos años después ella regresaría para cuidar a sus hijos y a su marido, ya gravemente enfermo. Murió en 1870, poco después que su hermano, el pintor Valeriano Bécquer, con el que había mantenido siempre una gran unión.
La época de mayor actividad literaria de Bécquer se sitúa en el cuatrienio 1861-1865. En este periodo escribe la mayor parte de sus rimas y leyendas, además de las publicaciones en la prensa. Un año después de su muerte aparecieron dos volúmenes de la primera edición de sus obras, que no habían sido publicadas todavía en un libro.
Las Rimas de la primera edición es la obra cumbre de Bécquer; incluyen setenta y ocho composiciones, que más tarde serían ordenadas y clasificadas por tema, formando una biografía poética y amorosa del autor. En un primer grupo de poemas el tema es la propia poesía, donde se hace una introducción al mundo amoroso; le siguen los poemas de amor esperanzado y de fracaso amoroso; y por último, los poemas de soledad, donde el poeta se encierra en si mismo.
Sus poemas se caracterizan por una extrema sensibilidad y sencillez, así como la musicalidad y melancolía, todo ello envuelto en una atmósfera irreal de reminiscencias románticas, pero huyendo del Romanticismo altisonante, anunciando ya una nueva estética.
Bécquer constituyó un referente importantísimo para la poesía posterior a su época, algo que no se corresponde con la escasa divulgación que sus obras tuvieron en vida. La poesía española moderna depende en gran parte de Bécquer. Él consiguió hallar y expresar una sensibilidad y vocabulario poético nuevo, que se alejara del ya gastado Romanticismo. Utiliza como tema de sus poesías, a ésta en si misma, el amor y la mujer.
Bécquer maneja una forma estrófica libre, donde predominan los versos heptasílabos y endecasílabos con rima asonante. Las características que más sobresalen son la brevedad y condensación, también se aprecia el subjetivismo y tendencia al dramatismo, por el contenido de un diálogo aunque sólo sea de manera incipiente.
Como prosista, Bécquer también fue muy importante. Cultivó la leyenda, que es un género típicamente romántico (en 1871 aparecieron dieciocho). El escenario de sus leyendas suele ser el ambiente medieval, entre el sueño y la realidad, con temas amorosos o fantásticos. Bécquer demuestra aquí con profundo lirismo su gran dominio del lenguaje narrativo, y la notable habilidad para disponer la trama y los elementos de misterio y fantasía, combinando con maestría lo legendario y lo terrorífico. Entre sus obras son dignas de mención El caudillo de las manos rojas, El monte de las ánimas, El miserere, Maese Pérez el organista, entre otras.
Bécquer también escribió unas Cartas literarias a una mujer, Cartas desde mi celda (1861), y un tomo de la Historia de los templos en España (1857) que dejó inacabada.