EL HOMBRE Y LA TIERRA - CONTAMINACIÓN: La basura orbital

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El Hombre y la Tierra

Las relaciones vitales Hombre-Tierra analizadas desde un punto de vista crítico

CONTAMINACIÓN

La basura orbital


letra capitular El hombre, no satisfecho con polucionar su ambiente más inmediato, extraer los recursos finitos de su subsuelo y transformarlos, para abandonarlos posteriormente como residuos indigeribles por las cadenas tróficas; aún así, ha conseguido extender su largo brazo más allá de su biosfera.

Así como Saturno posee un anillo de asteroides que le rodea, el hombre está construyendo sobre la Tierra lo que puede convertirse en el "segundo anillo" planetario de nuestro Sistema Solar, a base de la acumulación de artefactos inservibles y otros miles de objetos.

chatarra, basura orbital
La chatarra orbital se ha convertido en la forma de contaminación más sofisticada de la que el ser humano haya sido autor

Desde que los primeros ingenios espaciales comenzaron a orbitar sobre la Tierra, entró también en práctica nuestra nueva modalidad de contaminación, más sofisticada que cualquier otra de la que el ser humano haya sido autor. Sobre nuestras cabezas orbitan miles de toneladas de desperdicios en forma de chatarra espacial, como si de un gran desguace ambulante se tratara.

Todo comenzó con el Sputnik

En 1957, con el lanzamiento del Sputnik, comenzó a generarse basura espacial. Desde entonces se han puesto en órbita más de 5000 ingenios, los cuales, conforme van cumpliendo su tiempo de vida útil van siendo abandonados. Actualmente existen tres órbitas que almacenan basura: la órbita baja (LEO), la órbita cementerio, y la órbita geoestacionaria.

lanzamiento del Sputnik en 1957
Con el lanzamiento del Sputnik en 1957 comenzó a generarse basura espacial

La geoestacionaria es la más preocupante, es donde se encuentran situados los satélites (a 36 Km. de la Tierra); se estima que hay en ella unos 3000 fragmentos de diferentes tamaños (de entre 15 cm. y 1 metro) y donde se pueden hallar objetos de lo más diverso, desde una simple botella, hasta material de reparación y montaje, pasando por restos de satélites dañados o accidentados.

El cohete Pegasus, por ejemplo, enviado al espacio en 1994, explotó dos años después y generó varios cientos de miles de fragmentos, incluso los más milimétricos son sumamente peligrosos; un astronauta que realizase un paseo espacial e impactase en su traje un diminuto fragmento de pintura, le causaría la muerte en el acto, ya que la mayoría de ellos viajan a varias docenas de miles de kilómetros por hora.

Astronautas en el exterior de la nave
Milimétricos fragmentos viajando a miles de kilómetros por hora, pueden ser mortales para los astronautas que realizan labores en el exterior de las naves

Para ejemplo aún mas elocuente, en 1965 el astronauta Edward Hite, perdió un guante en el espacio de unos 30 cm. que se desintegró en la atmósfera un mes después, pero mientras tanto estuvo viajando a 28.000 Km. por hora; a esa velocidad, si una nave interceptase el guante en su camino quedaría destruida.

"El cielo puede caer sobre nuestras cabezas..."

También las acciones voluntarias generaron basuras. La MIR rusa, como ejemplo de negligencia, lanzó al espacio cientos de residuos durante sus 10 años de vida. No es descabellado pensar que, metafóricamente, "el cielo puede caer sobre nuestras cabezas".

Aunque en general todos esos fragmentos y residuos que viajan sin rumbo, se desintegrarían si entrasen en nuestra atmósfera, existen antecedentes de la caída a la Tierra sin control de varios de ellos; al menos han sido detectados 60 casos, algunos muy llamativos, como las 20 toneladas de chatarras procedentes del Skylab, que se dispersaron por Australia y el Índico en 1979. Otro caso significativo ocurrió en 1997, cuando el cohete Delta se estrelló en una granja de Texas a solo 50 metros de sus habitantes.

No existen soluciones a corto plazo

No existen soluciones inmediatas, ni parece que las haya en un futuro cercano, a la acumulación progresiva de la basura orbital. Independientemente de que se adopten medidas para evitar las emisiones de basuras al espacio, mientras se sigan realizando lanzamientos desde tierra, seguirán existiendo riesgos de contaminación diferida. Solo queda observar y catalogar la basura existente, hasta que se cuente con tecnología adecuada para proceder a su destrucción sin riesgos ni costes dramáticos.

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