HISTORIA Y ARTE - PRESHISTORIA: El Neolítico - 2ª parte

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Historia y Arte

PREHISTORIA

El Neolítico - 2ª parte


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Economía y sociedad: La revolución neolítica

 partir de los cambios climáticos y de la desaparición de animales importantes para su dieta alimenticia, el hombre prehistórico se vio obligado a buscar otras formas de alimentación distintas a la caza y a la recolección. Aparecieron así la agricultura y la ganadería en un proceso lento y de difícil localización.

Parece que fue en la actual Jordania en donde se localizaron los primeros poblados dedicados a la agricultura. Se desconoce si desde allí se difundió hacia Europa y Asia o si la aparición de las prácticas agrícolas fue simultánea en varios focos distintos. Sea como sea, en poco tiempo las nuevas técnicas de producción se emplearon en todo el mundo mediterráneo y en zonas de Asia.

El paso de la actividad depredadora, propia del Paleolítico, a la productora del Neolítico supone el cambio más importante de la Prehistoria.

Las nuevas actividades productivas trajeron consigo la aparición de formas y estructuras sociales nuevas. Con la agricultura y la ganadería llegaron los asentamientos estables, las primeras construcciones de viviendas, los primeros poblados con un número importante de habitantes, una auténtica división del trabajo, la aparición de formas de gobierno, las diferencias de clase según la posesión de riqueza, el comercio, el poder militar y el poder religioso.

Los hombres del Neolítico, no teniendo que perseguir la caza, se establecieron en aquellos lugares donde la tierra era adecuada para la agricultura. La domesticación de algunas especies animales suponía asegurarse el abastecimiento de alimentos (leche y carne) y de ciertas materias primas (pieles, grasas y huesos) sin necesidad de cambiar de lugar. El hombre se hizo sedentario y pudo construir con más interés y más sólidamente sus viviendas. La comida asegurada no ponía ya límites al número de individuos que componían un clan o una tribu y los grupos humanos comenzaron a ser más numerosos.

Las nuevas comunidades, tanto por el número de sus miembros, como por las diferentes tareas que se desprendían del nuevo sistema productivo, necesitaron pronto una autoridad que regulara los trabajos y que organizara a la aldea como una totalidad propietaria de tierras y de ganado. Surgió así el poder político como una necesidad organizativa que en cada zona se manifestó de forma diferente (familias de gobernantes, elección de los más capacitados o, tal vez, los más fuertes).

La distinta capacidad laboral o el deseo de ostentar el poder pudieron ser la causa de que apareciera la propiedad privada y, con ella, la diferenciación en clases mediante la posesión de riqueza (algunos poblados excavados y estudiados muestran notables diferencias entre unas viviendas y otras, lo que parece demostrar la existencia de familias más ricas). La posesión de bienes, fruto de buenas cosechas, o de ganado más productivo debió suponer la necesidad de defensa de esa riqueza que podía ser, tanto comunal, como particular.

En cualquier caso, se hizo preciso proteger los excedentes agrícolas y ganaderos de las ambiciones de vecinos, quizá menos afortunados en sus tareas productivas. Los más fuertes de cada poblado fueron los encargados de la protección de los bienes (división del trabajo) estableciéndose así un nuevo poder, el militar. Esos excedentes que hacían rica a una comunidad pronto se utilizaron para intercambiarlos por otros productos en poder de otras tribus; surge así el comercio y la conciencia de que cuanto más se tiene, más se puede tener, de modo que lo que pudo comenzar de forma casual pronto sucedió de manera premeditada y significó intentar producir excedentes para dedicarlos al intercambio.

La producción agrícola dependía de la climatología y la ganadera de la salud de unos animales atacados, con frecuencia, por epidemias. Hacer propicia la lluvia o aislar de malos espíritus a la ganadería fue tarea de los magos o hechiceros y ello supuso la aparición del poder religioso encargado de propiciar la buena marcha de los intereses de la comunidad.

El proceso hasta aquí expuesto se produjo a lo largo de cientos de años y no siempre de forma tan rotunda, pero puede dar una idea, muy real, de lo que significó la revolución neolítica.

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