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Historia y Arte
LAS CIVILIZACIONES ORIENTALES
India - 3ª parte
Mentalidad y Pensamiento
ueden resaltarse unos rasgos generales de la civilización india que permiten descubrir algunos de sus aspectos más característicos. Esos rasgos son: un enorme apego a la tradición, cierta indiferencia por la cronología, gusto por las clasificaciones ordenativas y un profundísimo sentimiento religioso que dirige casi todos los aspectos de su vida.
El apego a la tradición queda demostrado por la larga pervivencia de creencias sociales y religiosas, así como por la perdurabilidad de los cánones estéticos. El desinterés por la cronología incide tanto a nivel personal como social y proviene de las creencias religiosas, ya que al suponer un constante proceso de reencarnación se pierde la idea de limitación temporal a una sola vida. La rígida ordenación social en castas da buena muestra del gusto por las clasificaciones. Y la profunda religiosidad queda patente en el gran número de religiones y la infinidad de sectas, que con el paso del tiempo han ido generándose.
De todas estas características se desprende, de forma evidente, la importancia de la religión en el mundo hindú. El origen de la concepción de la existencia, dominada por lo religioso, se pierde en la cultura del Indo. Hacia finales del segundo milenio debieron fijarse los Veda, o libros sagrados, que fueron la base del Brahmanismo (más recientemente se ha denominado a esta religión con el término Hinduísmo).
Los Veda (el Saber) son una compleja recopilación literaria, sagrada, e incluso técnico-científica, que se distribuyeron en cuatro textos: el Rig-Veda, el Sama-Veda, el Yajur-Veda y el Atharva-Veda. Este ordenamiento es de época ya avanzada y el último de los Veda es un añadido aún más tardío. Desde el punto de vista religioso, los Veda son el saber sagrado que Brahma transmitió a los hombres. Brahma era la antropomorfización (forma humana) de Brahman, que tan sólo era una idea abstracta que indicaba lo absoluto.
Imagen que representa el dios Brahma
Brahma, como dios concretizado, era el creador y junto a él aparecieron dos divinidades más de significación opuesta: Vishnú, que era el dios conservador y Shiva, que era el dios destructor. Esta concepción de dos fuerzas contrarias que se complementan debió realizarse por la influencia del Avesta de Zaratustra, cuya huella ya se notaba en el Rig-Veda. Junto a los tres dioses citados, los hindúes pronto desarrollaron otras divinidades menores en una concepción claramente panteísta del mundo que le daba categoría divina a todo tipo de fuerzas naturales, animales o plantas. Las divinidades femeninas estaban concebidas como representaciones de la energía.