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Historia y Arte
LA CIVILIZACIÓN ISLÁMICA
Mentalidad y pensamiento - 3ª parte
La religión islámica (continuación)
pesar de que en la religión islámica, por la
sencillez de su dogma, no parecía posible que apareciera un cisma, éste se
produjo tras la aparición de un segundo libro, la Sunna (la tradición), que
recogía todo tipo de comentarios referentes a Mahoma (sus dichos, costumbres,
actitudes, etc.) y que también tuvo gran peso en la concepción del derecho
musulmán.
A la llegada de la dinastía Omeya, los grupos puristas que sólo aceptaban como califas a los descendientes de Alí (el último Califa Perfecto) también renegaron de la Sunna, por entender que tan sólo el Corán era el libro sagrado.Surgieron así dos grupos religiosos y políticos, los sunnitas, partidarios de la Sunna y de los Omeyas, y los chiítas, defensores tan sólo del Corán y de los Abbasidas.
En resumen, puede decirse que la sencillez del islamismo, alejado de dogmas mistéricos, su carencia de culto y de clero y la profesión de fe como principal obligación del creyente, fue lo que hizo posible que cada musulmán se sintiera portador de una idea religiosa que era a la vez creencia y modo de entender la vida.
Todo ello, unido al hecho de que la jefatura política y religiosa se concentraba en la figura del califa, fue lo que permitió la rápida expansión del Islam.
El pensamiento musulmán
Los musulmanes, durante el primer siglo de la expansión, no pudieron ocuparse de asuntos relacionados con la cultura, aunque en ese tiempo ya se extendió la lengua árabe como idioma oficial y como elemento unificador que tendría gran importancia para el posterior desarrollo de la propia cultura musulmana.
Tras el proceso expansivo y una vez que se entró en contacto con las poblaciones indígenas, los primeros musulmanes pronto comenzaron a sentirse interesados por los conocimientos de los pueblos recién convertidos al Islam de los que tomarían muchas cosas.
Dado que las conquistas musulmanas ocuparon tierras en las que se encontraban importantes focos culturales herederos del saber antiguo, sobre todo griego, persa e hindú, pronto surgieron en las ciudades centros de estudio y bibliotecas en las que se acumulaban textos de las más variadas lenguas y entre los que destacaban, en siriaco, los de filosofía griega.
Carentes de un pensamiento filosófico propio, los musulmanes se sintieron interesados en buscar fundamentos para su propio mundo cultural. Así se tradujeron al árabe y se copiaron cientos de obras que pronto fueron comentadas y que con el tiempo darían lugar a un pensamiento original.
En todo este proceso fue importantísimo el hecho de que desde China se importara la técnica de la fabricación de papel (ya en el año 751 se instaló una fábrica de papel en Samarcanda), pues eso permitió que el número de libros aumentara (el papiro y el pergamino resultaban mucho más caros que el papel) y que la cultura tuviera una más rápida difusión. Bibliotecas como las de Bagdad, El Cairo, Córdoba o Toledo llegaron a ser famosas.
Por todas estas circunstancias y porque el Imperio musulmán, con el árabe como lengua común, pronto ofreció un enorme marco en el que los hombres de ciencia y del pensamiento pudieron moverse y entrar en contacto unos con otros en un proceso de enriquecimiento cultural, la cultura musulmana alcanzó su máximo esplendor entre los siglos IX y XI.