GEOGRAFÍA - PAÍSES: Bolivia - 2ª parte

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Geografía

PAÍSES

Bolivia - 2ª parte


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Historia

on anterioridad a la llegada de los primeros conquistadores, la zona que hoy se denomina Bolivia pertenecía al Imperio inca; una de las culturas más importantes que ocuparon el territorio fue la civilización de Tiahuacano, aproximadamente en el año 400 de la era cristiana. Hacia el s. XVIII fue fundado en Cuzco el Imperio incaico, ecos del cual llegaron a los oídos de los conquistadores.

Fue el portugués Alejo García quien por primera vez atravesó el Chaco (zona suroriental del país) y consiguió llegar a la actual Sucre alrededor de 1520. Hacia 1538 los hermanos Pizarro tuvieron que luchar contra los indígenas para llegar al entonces llamado Alto Perú, y seis años más tarde se descubrieron las minas en Potosí, razón por la cual el territorio interesó más a los españoles.

En 1551 se crearon las bases del que sería estado boliviano mediante la audiencia de Charcas, que dividió el país en cuatro gobernaciones: Potosí, Chuquisaca, La Paz y Cochabamba, y dos provincias, Moxos y Chiquitos. La audiencia fue creada oficialmente por el rey Felipe II y significó el máximo organismo con funciones jurídicas y administrativas del Alto Perú durante los casi tres siglos que permaneció como colonia. Se instaló también un tribunal en Chuquisaca, en el centro-S del país.

En 1561 se fundó la ciudad de Santa Cruz de Sierra; en 1574 la de Oropesa (actual departamento de Cochabamba), por Sebastián Barba de Padilla, y en 1686 los jesuitas Barace y Marbán erigieron la ciudad de Trinidad, en el N del país. Se creó en 1776 el virreinato del Río de la Plata, al que fue incorporado el Alto Perú. Vascos y vicuñas (criollos y españoles no vascos) protagonizaron en aquellos años serios enfrentamientos, al igual que los indígenas, que reclamaban la abolición del sistema de pongaje, según el cual el indio pongo era tratado por el señor de la hacienda casi como un esclavo.

En 1780, una rebelión indígena se extendió a través de Charcas, Oruro y Oropesa hasta llegar a La Paz (sublevación de Túpac Amaru), donde mantuvo un asedio de ocho meses hasta que fue aplastada por las autoridades españolas. La comunidad criolla, que ocupaba gran parte de la población, se mantuvo indiferente en un principio ante los acontecimientos, pero más tarde sería de su seno de donde nacería el primer movimiento que se opuso seriamente a la grandilocuencia de los mandatarios. En efecto, en 1809 se inició en Chuquisaca una insurrección que consiguió deponer al presidente de la Audiencia de Charcas y proclamó la libertad de las colonias americanas; al mismo tiempo se produjo el asalto de los cuarteles de La Paz encabezado por Pedro Domingo Murillo, que fue nombrado jefe de la insurrección y presidente de una junta tuitiva. Los españoles sofocaron también esta rebelión y acabaron con los insurrectos.

El camino estaba ya iniciado, y en 1810 se produjeron levantamientos en el Río de la Plata, La Paz, Chuquisaca y Potosí; el Alto Perú vivía una situación de inestabilidad política, ya que el bando español, los realistas, se veían incapaces de sofocar las rebeliones. Al tiempo, Simón Bolívar ganó las batallas de Junín y Ayacucho y consiguió entrar en la zona; en 1825 se proclamó en Chuquisaca la independencia de Bolivia, que eligió a Bolívar como su primer gobernante. Éste cedió el mandato a su más fiel seguidor, Antonio José de Sucre, que en 1826 fue designado presidente y proclamó la Constitución dictada por Bolívar, ya llamado el Libertador.

El texto constitucional propugnaba un régimen mixto entre república y monarquía y establecía tres cámaras: tribunos, senadores y censores bajo una presidencia vitalicia, a la vez que propugnaba la división de poderes, aunque creando un cuarto poder electoral. El mandato de Sucre terminó en 1828, año en que se sucedieron José M. Pérez, José Miguel de Velasco, Pedro Blanco, hasta llegar al mariscal Andrés de Santa Cruz, figura que brilló con luz propia en la política boliviana durante largo tiempo por su conspicua capacidad administrativa y su afán unificador; intentó establecer una confederación de Perú y Bolivia como base para una futura confederación de estados americanos, objetivo que encontró rápidamente detractores en los mandatarios bien asentados en su región. Santa Cruz derogó en 1836 la Constitución de Bolívar, que mantenía una presidencia vitalicia, y eliminó la cámara de los censores, propugnando una democratización de las instituciones y una liberación de la economía a base de colaborar con empresarios e industriales. La confederación peruano-boliviana que había conseguido el presidente fue mal recibida por Chile, que veía peligrar los yacimientos de minerales en el norte del país y los intereses de las empresas internacionales con las que negociaba. Chile declaró la guerra a Santa Cruz y lo derrotó en Perú, donde fue anulada la confederación y colocado en el poder José Miguel de Velasco, que había sido ya mandatario durante la presidencia vitalicia. 

Desde 1841, año en que Velasco accedió al poder, hasta 1899, Bolivia vivió la etapa más desastrosa de su historia moderna. Por la presidencia pasaron los caudillos más ineptos (Manuel Isidoro Belzú, de 1848 a 1855) y más crueles (Mariano Melgarejo, de 1864 a 1871) y el país sufrió golpes de estado, violencia racial y un nuevo enfrentamiento armado contra Chile (Guerra del Pacífico, entre 1879 y 1884) que provocó la pérdida de los territorios de la costa (Antofagasta, por ejemplo, una región muy rica en nitrato). Hasta 1899 se sucedieron una serie de gobernantes de talante conservador, como Pacheco o Baptista, y en ese año una sublevación liberal aupó al poder a José Manuel Pando, después de vencer en los enfrentamientos de Crucero de Paria y Caracollo. El nombramiento de Pando estaba apoyado por la población indígena, aunque su gestión no fue después del todo favorable para esta comunidad, ni tampoco las de los sucesivos presidentes liberales, cargados de buenas intenciones pero bastante incapacitados para gestionar con acierto el país.

En 1920 triunfó el partido republicano y subió al poder Bautista Saavedra; en 1926 encabezó la nación Hernando Siles, que quiso atajar los movimientos de desánimo popular con ayuda del ejército alemán del general Kundt, pero no lo consiguió. Una junta militar convocó elecciones en 1930, tras la destitución de Siles, que dieron la victoria al doctor Daniel Salamanca, que gobernó hasta 1934. Llegó a forjarse un completo ejército bajo el mando del general Kundt y otros militares alemanes. La economía fortaleció a firmas personales como Patiño, Hochschild y Aramayo, que controlaban a sus anchas las arcas de todo el país y a sus respectivos gobernantes.

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