GEOGRAFÍA - PAÍSES: Arabia Saudita - 3ª parte
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Arabia Saudita - 3ª parte


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Historia

letra capitular El núcleo del estado actual de Arabia Saudita fue una entidad política y religiosa constituida hacia la mitad del siglo XVIII en la región del Nedjed, bajo la autoridad de la familia de Saud el Grande, imán de los wahabbitas. Dicha tribu se proclamó defensora y propagadora de la doctrina islámica rigorista y antimodernista del wahabbismo. Con anterioridad a 1932, fecha de la fundación del reino actual, el derrumbamiento del Imperio otomano y la Primera Guerra Mundial fueron acontecimientos decisivos para la recuperación del impulso nacional promovido por Wahab. Abd-al-Ázi III ibn Saud, emir de Nedjed, recogió los ideales de unidad y, tras una campaña afortunada entre 1913 y 1926, conquistó al-Hasa, Hazil, La Meca, Jidda y Asir.

El Tratado de Taif (20 de mayo de 1934) sancionó la organización territorial de la península que, con escasas modificaciones, perdura actualmente. Tras la Segunda Guerra Mundial, las relaciones preferentes con Estados Unidos de América, derivadas de la colaboración para la explotación de los yacimientos petrolíferos y el papel protagonista adoptado por los últimos monarcas sauditas dentro del mundo árabe, son los dos aspectos que han caracterizado la evolución de Arabia Saudita. Su monarca, en virtud de la doctrina wahabbita, continúa autoproclamándose propagador de la fe, jefe de la tribu y monarca absoluto.

Ibn Saud gobernó en el Nedjed de manera teocrática. A su muerte, ocurrida en 1953, le sucedió su hijo Saud ibn Abd-al 'Aziz, cuya política, en cierto modo ambigua, intentó conservar las excelentes relaciones con los países occidentales que aportaban técnica y financiación para su desarrollo, y asumir el papel de líder panarabista contrario a la supremacía de Occidente sobre la zona, a lo que se añadía el interés en desposeer a Nasser, presidente de Egipto, del papel de portavoz del panarabismo. Ello se tradujo en una polémica en el interior del país a propósito del papel que se debía jugar en relación a Nasser, así como sobre las repercusiones de la guerra de Suez y las relaciones con los dos bloques --en el apogeo de la guerra fría--, que enfrentó al monarca con su hermano Faisal, quien ocupaba la presidencia del consejo de ministros. A ello se añadió el descalabro económico del país por los gastos excesivos del rey --los beneficios del petróleo iban a las arcas reales--

En marzo de 1954 Saud abdicó en favor de Faisal. Éste trató de conciliar dos frentes en oposición: la rígida estructura teocrática y autoritaria de la monarquía y las exigencias de una auténtica modernización. Introdujo una política de austeridad y dotó al país de la infraestructura que requería el crecimiento reciente (hospitales, aeropuertos, carreteras, líneas telefónicas), pero la burguesía comerciante y la misma familia saudita se opusieron en buena parte a sus medidas dando lugar a que Saud destituyera a Faisal y retomara el poder en 1960. El conflicto con el Yemen, que dividía a republicanos y monárquicos, enfrentaba asimismo a los partidarios de una y otra postura en el exterior: el Egipto de Nasser apoyaba a los republicanos mientras Saud favorecía a los monárquicos para hacer frente a la amenaza interna republicana. Pero Saud, presionado por un poderoso movimiento de oposición, se vio obligado a restituir la jefatura del gobierno a Faisal. Éste, con poderes restringidos, continuó la política de apoyo a los monárquicos yemenitas y de ruptura diplomática con Egipto.

En 1964, Faisal fue investido de plenos poderes. En relación al conflicto con Israel, se mostró partidario de los países que luchaban contra éste, pero sin participar directamente en la guerra. En 1967 se celebró la conferencia de Khartum, en la que Egipto y Arabia Saudita acordaron interrumpir su participación en Yemen del Norte. Sin embargo, este acuerdo no dio el resultado previsto, ya que Nasser conservó su papel hegemónico en el área en conflicto, a lo que se sumaba la permanencia de las tropas egipcias en el país yemenita. Faisal se negó a asistir a la prevista conferencia de 1968.

El estado saudita intentó consolidar su papel en Oriente Próximo mediante el apoyo financiero a los países enfrentados a Israel, de un lado, y la creación, junto a Libia y Kuwait, de la organización OPEP (organización de países exportadores de petróleo). En los primeros años 70 su política pro-occidental le enfrentó a la República Democrática del Yemen, pese a lo cual reconocería a la República Árabe del Yemen y al sultanato de Omán. Faisal murió asesinado en 1975 por su sobrino Fahd ibn Masa 'id. Le sucedió Khalid, hermano de Faisal, al tiempo que Fahd, hermanastro del anterior monarca, asumía la vicepresidencia del consejo y era nombrado heredero del trono.

En política interna se produjeron violentos enfrentamientos contra los integristas musulmanes, que tomaron la Gran Mezquita de La Meca; el triunfo de Khomeini en Irán indujo a realizar concesiones a la minoría chiíta. En 1982, a la muerte de Khalid, Fahd asumió el cargo de primer ministro, en tanto Abdullah era nombrado príncipe heredero, vicepresidente del consejo y comandante de la guardia nacional. Khalid apoyó la creación de un comité para el establecimiento de una ley constitucional que, sin embargo, no llegó a ser aplicada.

Los últimos años han dado protagonismo a la zona, siempre vinculada a los intereses geoestratégicos inherentes a su condición de productor y exportador de petróleo. Tres son los acontecimientos a señalar: la revolución iraní, la invasión soviética de Afghanistán (hacia la que se mostró contraria) y la guerra Irán-Irak, todo lo cual fue sinónimo de inestabilidad en la zona, donde la monarquía wahabbita trató de introducir una política de moderación a fin de preservar su estatuto privilegiado respecto a Occidente, lo cual quedó reflejado en la invasión iraquí de Kuwait, en 1990, cuando el territorio saudita fue base de operaciones de fuerzas multinacionales lideradas por Estados Unidos de América.

Literatura

La prosa y la poesía en Arabia Saudita son de inspiración clásica y tradicional hasta bien entrado el siglo XX. Los poetas Muhammad Abdul Iah ibn Athimin, Sulayman ibn Saliman, Yafar al-Habuba y Hamza Sinaha (1910-1972) compusieron divanes de carácter religioso y didáctico ensalzando en sus poemas a la dinastía wahabbita. La prosa se hizo eco de las innovaciones formales en la novelística de Hamid al-Damanhum (1921-1965). El tono lírico caracteriza la obra de Abd al 'Aziz Musri, autor de Muerte sobre el agua, (1978).

La renovación formal llegó a través de la escuela siriolibanesa (Muhammad 'Amar 'Arab y Ahmad Yamal), al tiempo que el ensayo asumía las corrientes de pensamiento europeas ( 'Abd al-Rahim). La poesía se abre a la temática social con Hasan-Abdallah y Abu 'Abd al Rahman. El autor más relevante por su prolífica obra es Hasan 'Abdallah al-Qurasi (n.1925), autor de, entre otras, Cortejo de recuerdos y Ritmos suicidas. El historiador Sulayman al-Dajil (1877-1945) y el pensador crítico Abdallah al Qusaymi son dos figuras eminentes del mundo cultural saudita.

Música

El término música árabe designa a la música musulmana elaborada según unas normas comunes a estos países: los del Próximo Oriente, Turquía e Irán. En los orígenes, hasta la llegada del islam, se cultivó una poesía lírica ligada al canto, el rhina o ghina, extraído del propio idioma y de la cadencia de las caravanas. Este canto beduino, repetitivo, era la melopeya del camellero. En paralelo, existía una forma musical utilizada de soporte a la danza religiosa, un canto silábico de ritmo vivo que aún hoy conserva esta forma.

La música culta se hizo más elaborada entre los siglos VIII y XIII; cultivada en las grandes ciudades de Bagdad, Damasco, El Cairo y Córdoba, se enriqueció con el sistema tonal y modal de Persia, así como por la influencia griega. Dos grandes nombres han perdurado: Ibrahim al Mawsili (742-804) y su hijo Ishaq al-Mawsili, músicos de corte de los califas abasíes. El arte musical árabe está basado en el perfeccionamiento del canto vocal y en la elaboración de la escala de sonido e intervalos. La música árabe conoce más de cien modos clásicos, una tercera parte de los cuales todavía son vigentes.

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