Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás
con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges,
corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con
amor.
Dios no manda cosas imposibles, sino que, al
mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas
y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas.
El que no tiene celos no está enamorado.
Reza como si todo dependiera de Dios. Trabaja
como si todo dependiera de ti.
La medida del amor es amar sin medida.
Da lo que tienes para que merezcas recibir lo
que te falta.
La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo
que está hinchado parece grande pero no está sano.
Si precisas una mano, recuerda que yo tengo dos.
Los que no quieren ser vencidos por la verdad,
son vencidos por el error.
No vayas fuera, vuelve a ti mismo. En el hombre
interior habita la verdad.
Casarse está bien. No casarse está mejor.
Si quieres conocer a una persona, no le
preguntes lo que piensa sino lo que ama.
Todo el que cree, piensa. Porque la fe, si lo
que cree no se piensa, es nula.
Los hombres están siempre dispuestos a curiosear
y averiguar sobre las vidas ajenas, pero les da
pereza conocerse a sí mismos y corregir su propia
vida.
Quien no ha tenido tribulaciones que soportar,
es que no ha comenzado a ser cristiano de verdad.
Cuando rezamos hablamos con Dios, pero cuando
leemos es Dios quien habla con nosotros.
Las lágrimas son la sangre del alma.
Es mejor cojear por el camino que avanzar a
grandes pasos fuera de él. Pues quien cojea en el
camino, aunque avance poco, se acerca a la meta,
mientras que quien va fuera de él, cuanto más corre,
más se aleja.
Obedeced más a los que enseñan que a los que
mandan.
Una virtud simulada es una impiedad duplicada: a
la malicia une la falsedad.