La locura, a veces, no es otra cosa que la razón
presentada bajo diferente forma.
El hombre más feliz del mundo es aquel que sepa
reconocer los méritos de los demás y pueda alegrarse
del bien ajeno como si fuera propio.
El único hombre que no se equivoca es el que
nunca hace nada.
Cuando el hombre no se encuentra a sí mismo, no
encuentra nada.
Lo peor que puede pasarle aun hombre es llegar a
pensar mal de sí mismo.
La inteligencia y el sentido común se abren paso
con pocos artificios.
Somos todos tan limitados, que creemos siempre
tener razón.
Podrían engendrarse hijos educados si lo
estuvieran los padres.
Sólo es digno de libertad quien sabe
conquistarla cada día.
Bueno es tener la alegría en casa y no haber
menester de buscarla fuera.
Nadie es más esclavo que el que se tiene por
libre sin serlo.
A veces nuestro destino semeja un árbol frutal
en invierno. ¿Quién pensaría que esas ramas
reverdecerán y florecerán? Mas esperamos que así
sea, y sabemos que así será.
Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según
se piensa es aún más difícil.
Si los hombres, una vez que han hallado la
verdad, no volviesen a retorcerla, me daría por
satisfecho.
No nos hacemos libres por negarnos a aceptar
nada superior a nosotros, sino por aceptar lo que
está realmente por encima de nosotros.
Pensar es más interesante que saber, pero menos
interesante que mirar.
La ley es poderosa, pero más poderosa es la
necesidad.
Feliz el que reconoce a tiempo que sus deseos no
van de acuerdo con sus facultades.
La juventud quiere mejor ser estimulada que
instruida.
Los perezosos siempre hablan de lo que piensan
hacer, de lo que harán; los que de veras hacen algo
no tienen tiempo de hablar ni de lo que hacen.
Muchos hombres no se equivocan jamás porque no
se proponen nada razonable.
El aburrimiento es una mala hierba, pero también
una especia que hace digerir muchas cosas.
Nadie sabe lo que hace mientras actúa
correctamente, pero de lo que está mal uno siempre
es consciente.
Todo aquel que aspira al poder ya ha vendido su
alma al diablo.