Si quieres que te sigan las mujeres, ponte
delante.
Lo mucho se vuelve poco con sólo desear otro
poco más.
La hipocresía exterior, siendo pecado en lo
moral, es grande virtud política.
Ningún vencido tiene justicia si lo ha de juzgar
su vencedor.
Si haces bien para que te lo agradezcan,
mercader eres, no bienhechor; codicioso, no
caritativo.
El amor es fe y no ciencia.
Donde hay poca justicia es un peligro tener
razón.
Lo que en la juventud se aprende, toda la vida
dura.
Vive sólo para ti si pudieres, pues sólo para ti
si mueres, mueres.
Bien puede haber puñalada sin lisonja, mas pocas
veces hay lisonja sin puñalada.
Todos deseamos llegar a viejos; y todos negamos
que hemos llegado.
El general ha de ser considerado, y el soldado
obediente.
Hay libros cortos que, para entenderlos como se
merecen, se necesita una vida muy larga.
El ocio es la pérdida del salario.
Apocarse es virtud, poder y humildad; dejarse
apocar es vileza y delito.
Más fácil es escribir contra la soberbia que
vencerla.
Quien deja vivo al ofendido, ha de temer siempre
a la venganza.
Muchos son los buenos, si se da crédito a los
testigos; pocos, si se toma declaración a su
conciencia.
Mejor se puede disculpar el que se muere de
miedo, que el que de miedo se mata: porque allí obra
sin culpa la naturaleza; y en éste, con delito y
culpa, el discurso apocado y vil.
La posesión de la salud es como la de la
hacienda, que se goza gastándola, y si no se gasta,
no se goza.
Menos mal hacen los delincuentes que un mal
juez.
El amor es la última filosofía de la tierra y
del cielo.