En la vida humana sólo unos pocos sueños se
cumplen; la gran mayoría de los sueños se roncan.
Viajar es imprescindible y la sed de viaje, un
síntoma neto de inteligencia.
Todos los hombres que no tienen nada importante
que decir hablan a gritos.
Suicidarse es subirse en marcha a un coche
fúnebre.
Los senos de la mujer son la única persistencia
del hombre; los coge al nacer y ya no los suelta
hasta morir de viejo.
Los políticos son como los cines de barrio,
primero te hacen entrar y después te cambian el
programa.
Lo vulgar es el ronquido, lo inverosímil, el
sueño. La humanidad ronca, pero el artista está en
la obligación de hacerla soñar o no es artista.
La verdad se parece mucho a la falta de
imaginación.
La sinceridad es el pasaporte de la mala
educación.
La mujer es como los autos, a la vejez es cuando
más se pintan.
La mujer adora al hombre igual que el creyente
adora a Dios; pidiéndole todos los días algo.
Intentar definir el humorismo, es como pretender
atravesar una mariposa, usando a manera de alfiler
un poste telegráfico.
Hay dos maneras de conseguir la felicidad, una
hacerse el idiota; otra serlo.
El que va acompañado de una linda mujer sabe que
los amigos hallados en la calle tienen siempre más
cosas que decir que cuando vamos solos.
El que no se atreve a ser inteligente, se hace
político.
El pudor es un sólido que sólo se disuelve en
alcohol o en dinero.
El hombre que se ríe de todo es que todo lo
desprecia. La mujer que se ríe de todo es que sabe
que tiene una dentadura bonita.
El fin de la religión, de la moral, de la
política, del arte, no viene siendo desde hace
cuarenta siglos más que ocultar la verdad a ojos de
los necios.
El amor es una comedia en un sólo acto: el
sexual.
El "etcétera" es el descanso de los sabios y la
excusa de los ignorantes.
Cuando tiene que decidir el corazón es mejor que
decida la cabeza.