Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye
su nombre de labios de una mujer.
Después de la verdad nada hay tan bello como la
ficción.
En España, de cada diez cabezas, nueve embisten
y una piensa.
Es propio de hombres de cabezas medianas
embestir contra todo aquello que no les cabe en la
cabeza.
En política sólo triunfa quien pone la vela
donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople
el aire donde pone la vela.
Despacito y buena letra, que el hacer las cosas
bien, importa más que el hacerlas.
Moneda que está en la mano, tal vez se deba
guardar. La monedita del alma se pierde si no se da.
Tu verdad no; la verdad y ven conmigo a
buscarla. La tuya, guárdatela.
¿Dijiste media verdad? Dirán que mientes dos
veces si dices la otra mitad.
Que dos y dos sean necesariamente cuatro, es una
opinión que muchos compartimos. Pero si alguien
sinceramente piensa otra cosa, que lo diga. Aquí no
nos asombramos de nada.
El ojo que tú ves no es ojo porque tú lo veas,
es ojo porque él te ve.
Caminante no hay camino, se hace camino al
andar.
Todo necio confunde valor y precio.
Para dialogar, preguntad primero; después...,
escuchad.
La carencia de vicios añade muy poco a la
virtud.
Por mucho que un hombre valga, nunca tendrá
valor más alto que el de ser hombre.
En el análisis psicológico de las grandes
traiciones encontraréis siempre la mentecatez de
Judas Iscariote.
La primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido.
Converso con el hombre que siempre va conmigo.
Quién habla solo, espera hablar con Dios un día.
La zona más rica de nuestras almas, desde luego
la más extensa, es aquella que suele estar vedada al
conocimiento por nuestro amor propio.
Huid de escenarios, púlpitos, plataformas y
pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo;
porque sólo así tendréis una idea aproximada de
vuestra estatura.