La vida resulta deliciosa, horrible,
encantadora, espantosa, dulce, amarga; y para
nosotros lo es todo.
Gobernar siempre quiere decir hacer
descontentos.
Las verdades que revela la inteligencia
permanecen estériles. Sólo el corazón es capaz de
fecundar los sueños.
Nunca se da tanto como cuando se dan esperanzas.
Cuando se ve una cosa bella, se quiere poseerla.
Es una inclinación natural que las leyes han
previsto.
Sabed sufrir: sabiendo sufrir, se sufre menos.
La mujer es embellecida por el beso que ponéis
sobre su boca.
Sólo las mujeres y los médicos saben cuán
necesaria y bienhechora es la mentira.
Prefiero los errores del entusiasmo a la
indiferencia de la sabiduría.
El porvenir es un lugar cómodo para colocar los
sueños.
Existe en todos nosotros un fondo de humanidad
mucho menos variable de lo que se cree.
El cristianismo ha hecho mucho por el amor
convirtiéndolo en pecado.
Una necedad, aunque la repitan millones de
bocas, no dejan de ser una necedad.
La Ley, en su magnífica ecuanimidad, prohíbe,
tanto al rico como al pobre, dormir bajo los
puentes, mendigar por las calles y robar pan.
Un buen retrato es una biografía pintada.
La vida nos enseña que no podemos ser felices
sino al precio de cierta ignorancia.
La moral descansa naturalmente en el
sentimiento.
Su experiencia, como tantas veces sucede, le
hizo desconocer la verdad.
Un diccionario es un universo en orden
alfabético.
La nada es un infinito que nos envuelve: venimos
de allá y allá nos volveremos. La nada es un absurdo
y una certeza; no se puede concebir, y, sin embargo,
es.
Llamamos peligrosos a los que poseen un espíritu
contrario al nuestro, e inmorales a los que no
profesan nuestra moral.
La vejez conduce a una tranquilidad indiferente
que asegura la paz interior y exterior.