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Ecología
EVOLUCIÓN
La selección natural - 3ª parte
Equilibrio entre rasgos beneficiosos y perjudiciales
n muchas ocasiones un rasgo puede ser beneficioso para un solo organismo o unos pocos, pero resultar perjudicial para una población si lo ostentan todos a la vez. Aquí, es la selección natural la encargada de mantener un equilibrio o proporción adecuada que impida un número excesivo o que concluya con su extinción.
Un ejemplo de esto lo observamos en algunos grupos de mamíferos, como los lobos: los machos más fuertes y dominantes consiguen cubrir al mayor número de hembras y asegurar que sus genes se perpetúen, pero otros machos menos dotados aprovechan para poner en práctica una estrategia oportunista, que es la de cubrir a las hembras cuando los machos dominantes descansan o están descuidados. Aquí, si todos los machos adoptasen esa estrategia, probablemente se perderían aptitudes en la totalidad de la población; sin embargo, estas acciones llevadas a cabo por unos pocos individuos se pueden encuadrar dentro de sus propias capacidades adaptativas, que también evolucionan, pues como se dijo antes los mecanismos de perfeccionamiento de un carácter pueden actuar sobre la base de la progresiva adaptación de un comportamiento o de una estructura.
La estrategia oportunista para asegurar la perpetuación
de los propios rasgos que realizan algunos machos
dentro de determinadas poblaciones, como los lobos,
puede ser considerada una forma de adaptación, y suele
mantenerse en equilibrio por medio de la selección natural
Así pues, la selección natural mantiene en equilibrio las distintas estrategias, aptitudes y dominancias, y salvo que existiese algún desequilibrio demográfico todas ellas se mantendrían estables.
Selección sexual
La selección sexual es un tipo de selección natural determinado por la forma en que se realiza el apareamiento y su éxito reproductivo. Así, dentro de una población, es inherente a los individuos del mismo sexo la necesidad natural de competir por conseguir pareja; esto se manifiesta mediante luchas en las cuales tenderán a dominar aquellos machos más fuertes y capaces. Los rasgos o caracteres de éstos serán heredados por su descendencia, perpetuándolos y favoreciendo que esas características aumenten.
La selección sexual condiciona las especies a desarrollar
un dimorfismo. La cornamenta del macho cabrío, por ejemplo,
es indicativo de las lucha que tiene que mantener por las
hembras con otros machos para asegurar su propia descendencia
La selección sexual inclina a la existencia de dimorfismo sexual, es decir, a una diferenciación morfológica entre machos y hembras. Su razón de ser estriba en que en uno de los sexos evolucionan determinados rasgos que en el otro sexo son innecesarios.
Por ejemplo, puesto que los machos tienen que competir por las hembras, muchas especies desarrollan cornamentas y una constitución más fuerte, como los ciervos o cabras macho, lo que no suele suceder con las hembras. Otro ejemplo es el llamativo plumaje y colorido de muchas aves macho, que utilizan para cortejar y llamar la atención de la hembras.
Se distinguen tres tipos de selección sexual: poligámica, epigámica e intrasexual. La polígámica es una forma de selección sexual muy intensa, y que sucede cuando unos pocos machos acaparan o confinan en harenes a muchas hembras, con las cuales se aparean durante el periodo de cría; la epigámica es aquélla en que los machos son aceptados por las hembras sólo cuando poseen determinados rasgos (colores, cantos, formas, etc.); la intrasexual es aquélla en que los machos luchan entre ellos o compiten por exhibirse y conseguir a las hembras.