El ejército más pequeño del mundo es el único cuerpo militar vaticano que sobrevivió a las reformas introducidas por Pablo VI en 1970. Fue Sixto IV el que inició las alianzas con los confederados suizos en 1497, entonces se construyeron los primeros barracones para su alojamiento en las cercanías de donde actualmente se localizan, al lado de la pequeña iglesia del Peregrino (Vía Pellegrino, Ciudad del Vaticano). Los orígenes de este mini ejército que prácticamente luce para las ceremonias oficiales, arrancan en 1503 cuando Julio II solicitó la protección de los nobles suizos. Los primeros integrantes llegaron a Roma al mando del capitán Kaspar von Silenen [del cantón suizo de Uri] el 21 de enero de 1506. Era un ejército de mercenarios similar al que en la época existía en muchos países de Europa y, aunque no lo queramos, todavía siguen existiendo, ¿o sólo son mercenarios cuando los políticos de turno se interesan en «desvirtuar» esa realidad, porque, dicen, es un ejército «profesional» acorde a la realidad de nuestros días?
La actual Guardia Suiza sólo tiene misiones de escolta y guardia de honor que se distingue de otros profesionales del orden público por su uniforme en tonos amarillos y rojos, portando una alabarda; atuendo inspirado en el mismísimo Miguel Ángel. Sus santos patronos son Nicolás de Flüe, Martín y Sebastián; su bandera lleva, en el cuartel inferior, las armas de Julio II y, en el superior, las del pontífice del momento, en la actualidad Benito o Benedicto XVI, como cada uno quiera nombrar al santo pontífice de nuestros días.
En 1506 se formaba, oficialmente, la Guardia Pontificia con 150 nobles procedentes de los cantones de Zürich y Lucerna. Veinte años después se escribiría la gesta épica de la Guardia Suiza que tiene un dudoso honor para la historia de España: el despiadado ataque a Roma realizado por las tropas del emperador Carlos V en el conflicto contra el rey Francisco I (que se había aliado con Florencia, Venecia y el papado con la célebre Liga de Cognac en 1526). El 6 de mayo de 1527, frente a la basílica de San Pedro, ese puñado de nobles suizos se enfrentaba a más de un millar de soldados hispano-alemanes que, con fiereza y bravura, defendieron la figura del Soberano Pontífice en los mismos escalones del Altar Mayor: sólo 42 guardias quedaron en pie y formaron un círculo en torno a Clemente VII, creando una vía de escape que lo puso a salvo en el castillo de San Ángel, una fortaleza situada a orillas del río Tíber que está unida por un pasadizo al Palacio Apostólico; del millar de hombres pertenecientes al ejército imperial español, 800 yacían muertos en lo que se considera el lugar sagrado de los católicos y por eso, cada 6 de mayo, juran ante el Papa los nuevos alabarderos y toman posesión de sus cargos los ascendidos en una peculiar ceremonia: la mano derecha alzada y los tres dedos abiertos recuerdan los tres primeros cantones helvéticos que se reunieron en Confederación: Zürich, Uri Unterwalden y Lucerna.
En aquella época el ejército imperial español estaba compuesto por unos 18.000 campesinos [Landsknecht] de mayoría luterana y un irrefrenable odio hacia la Iglesia Católica, el emperador español no tembló por la alianza francesa y envió a sus ejércitos a Roma, saqueándola sin contemplaciones [6 de mayo de 1527]. Las crónicas históricas dicen que las escenas de violencia y crueldad fueron inenarrables a manos de unas tropas enardecidas y caotizadas por la falta de mandos que convirtieron la ambición de lucro y el odio contra la religión en una orgía de pillaje, violaciones y torturas contra la población civil de la época que, salvando las distancias, dejaría mudos a muchos de los países de nuestro tiempo. Un manuscrito veneciano lo relató así: «El infierno no es nada si se lo compara con la visión que ofrecía Roma en esos momentos».
Un humanista poco sospechoso de contemporizar con la Iglesia Católica de la época, escribió: «Roma no es sólo la fortaleza de la religión cristiana, la sustentadora de los espíritus nobles y el más sereno refugio de las musas; era también la madre de todos los pueblos. Para muchos era más querida, más dulce, más bienhechora que sus propios países. En verdad, este episodio no constituyó sólo el ocaso de esta ciudad, sino el del mundo» [Erasmo de Rótterdam].
Precisa y exacta fue también la descripción realizada por el prior de los agustinos: «Mali fuere germani, pejores Itali, Hispano vero pessimi» [Malos fueron los alemanes, peor los italianos, terribles los españoles]. Durante el saqueo grandes cantidades de obras de arte desaparecieron para siempre. El 5 de junio siguiente, Clemente VII firmaba la rendición en durísimas condiciones: cedía la fortalezas de Ostia, Civitavecchia y Civita Castellana así como numerosas ciudades en Módena, Parma y Piacenza, pagó 4.000 ducados y la Guardia Suiza reemplazada por cuatro compañías de mercenarios españoles. Años después el Papa Pablo III, logró arrancar la autorización para volver a formarla de nuevo. De los 42 guardias que sobrevivieron a aquél terrible asedio, sólo 12 aceptaron reintegrarse a sus puestos. El nuevo cuerpo se compuso de 225 hombres y uno de sus destacamentos lo enviaría Pío V a combatir contra los turcos en Lepanto.
Cinco siglos después de aquellos hechos nadie ha solicitado al Rey de España que pida perdón a la Iglesia o al Papa por el atropello perpetrado por aquellos ejércitos mercenarios bajo estandarte español. Los mercenarios españoles destrozaron la Puerta del Torreón e invadieron el camino de Borgo Santo Spirito y la basílica. El capitán Kaspar Röist fue capturado y asesinado delante de su esposa Elizabeth Klinger. De los 189 guardias suizos, sólo 42 sobrevivieron y fueron los que, al mando de Hércules Göldli lograron poner a salvo al papa a través del pasillo secreto que había construido Alejandro VI hasta el castillo de Sant Angelo.
Otro hecho que impactó en la opinión pública mundial ocurrió el del 4 de mayo de 1998, fecha en la que murió, de manera violenta, el recién nombrado comandante Alois Estermann, su esposa Gladis Meza Romero (venezolana) y el vicecabo Cedric Tornay; según la justicia vaticana este último cometió ambos homicidios poco antes de suicidarse.
Una representación de la Guardia Suiza acompaña al Santo Padre en sus desplazamientos; en el Vaticano trabaja acompañada por el Servicio Vaticano de la Policía Italiana. El cuerpo lo componen un centenar de hombres y cinco oficiales (un capitán-comandante, un capellán, un teniente, dos subtenientes y un ayudante). Los reclutas deben ser suizos, tener entre 19 y 30 años, profesar la fe católica, superar los 174 centímetros, solteros, haber completado la instrucción básica en el ejército suizo, tener título de la escuela superior o diploma de formación profesional. El reclutamiento se realiza en Suiza por una institución especializada en «escoger» entre los varios centenares de aspirantes al puesto. La ceremonia de juramento de cada nueva promoción se realiza el 6 de mayo, usualmente a las cinco de la tarde en el Patio de San Dámaso; este año, excepcionalmente, la ceremonia conmemorativa del V Centenario se celebrará por primera vez en la plaza de San Pedro y, seguramente, también resultará multitudinaria. Participan miembros de la curia romana, representantes diplomáticos, autoridades civiles y religiosas de Suiza, etc. Generalmente cada recluta presta juramento en su lengua materna; dependiendo del cantón de procedencia: alemán, francés, italiano o romanche. El capellán de la Guardia Suiza lee el juramento: «Servir con fidelidad, lealtad y honor al Supremo Pontífice y a sus legítimos sucesores» se llama a cada recluta por su nombre y, en su lengua, confirma el juramento. El recluta queda entonces enrolado, inicialmente, durante 24 meses y pasa a residir en las instalaciones del Vaticano. La asignación económica básica es de mil euros mensuales (aparte alojamiento, manutención y asistencia sanitaria que corren al cargo de los presupuestos de la Santa Sede).
LOS SELLOS DEL VI CENTENARIO
Filatélicamente el aniversario será conmemorado con una emisión conjunta del correo vaticano y la Confederación Helvética. En ambos casos son dos sellos emitidos en modalidad hojita bloque de seis ejemplares, el facial más bajo (0,62€ y 85c) nos muestra un guardia de perfil con los clásicos colores azul y amarillo de la familia de la Rovere (Julio II) y el rojo que le añadió León X (para honrar el color de los Médici). Por tradición, la paternidad del uniforme se le atribuye a Miguel Ángel (XVI). El guardia de perfil va cubierto con su «morione» [casco] de metal con forma de cuenco esférico que finaliza con un vistoso penacho de plumas rojas; a ambos lados del casco va grabado el roble, símbolo de la familia del fundador de la Guardia Suiza, al fondo del sello tenemos dos tamborileros y en el margen izquierdo de la hojita encontramos otros dos jóvenes guardias también de perfil (lado derecho de ambos) con su vistoso uniforme y en el posterior va su espada. Bajo ese poco «habitual» ropaje militar, cada guardia lleva un pulverizador de gas lacrimógeno y, a partir del grado de sargento, una pistola y dos modernísimas granadas. Cuando el Santo Padre pasa frente a ellos, le saludan de rodillas, en señal de honor y máximo respeto. Su actual comandante es el coronel Elmar Maler.
El facial más alto (0,80€ y 1 Franco) nos muestra tres cabezas de otros tantos guardias mirando hacia la izquierda, tejados y, como colofón, la basílica de San Pedro. En la ilustración de la hojita va una imagen con el Papa Julio II hacia la derecha; en cierta medida mirando a los jóvenes guardias en los que depositó todas sus esperanzas para defender al Sumo Pontífice en aquellos años de incertidumbre. Al escoger los soldados suizos, se tuvo en cuenta su fuerza de ánimo, nobles sentimientos y proverbial fidelidad, llegando a considerarse invencibles. El 22 de enero de 1506 llegaban, por primera vez, al Vaticano y entraban por la Puerta del Popolo los primeros integrantes de la Guardia Suiza al mando de Kaspar von Silenen.
La impresión de esta preciosa serie corrió a cargo de la Estatal Austriaca [Österreichische Staatsdruckerei] que las imprimió en dentado catorce y offset a cinco colores. El Vaticano lanzó 900.000 series completas, cifra que disminuye si tenemos en cuenta que cada hojita tiene seis ejemplares y, estamos convencidos, que por su especial significado será una de las piezas clave en el papado de Benito XVI.¡Tiempo al tiempo! El primer día de circulación fue el 22 de noviembre de 2005, pistoletazo de salida para un año vaticano centrado, precisamente, en eventos conmemorativos de toda índole en torno al V Centenario de la Guardia Suiza. Entre el 7 de abril y el 4 de mayo se hará una marcha conmemorativa desde Bellinzona hasta Roma (algo más de 700 kilómetros) siguiendo la ruta del antiguo camino de peregrinos (Vía Francigena), uno de los recorridos medievales más utilizados por los peregrinos del norte y centro de Europa.
El diseño de la emisión corrió a cargo del suizo Rudolf Mirer [1937] que también se encargó de los matasellos especiales de primer día, sobres y tarjetas máximas. Mirer es un pintor de reconocido prestigio nativo de los Grisones y que ha sabido plasmar las montañas, su fauna y su flora en el arte abstracto. Se convirtió en artista tras su paso por la Guardia Suiza. Al regresar a su tierra natal inició su formación artística y varios lustros de exitosos resultados en el competitivo campo de la pintura le han consagrado como uno de los grandes maestros suizos. Sin duda estos sellos elevarán aún más su fama y su obra.
Esta no es tampoco la primera vez que el correo vaticano honra al centenario cuerpo. Directamente encontramos la emisión de 1956 con motivo del 450 aniversario. En aquella ocasión fueron seis faciales (10-60 Liras) con la imagen del capitán Kaspar Roust en 1527; la guardia (4-35 liras) y dos tamborileros (6-50 liras). Indirectamente también podremos incluir varios sellos más en su ámbito de influencia. Por ejemplo, los de los papas a lo largo de estos cinco siglos en los que hubo algunos períodos de disolución o reforma; o la estampilla dedicada al emperador Carlos V (5 liras, 21 de febrero de 1946, IV Centenario del Concilio de Trento). Otros materiales podríamos buscarlos en la marcofilia y enteros postales de uno de los servicios postales más eficientes del orbe: el correo vaticano.
http://www.vaticanstate.va/ ufn@scv.va
http://www.vatican.va/ orderufn@scv.va
JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es
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