Una de las cosas que me atrajo de esta emisión fue el apellido que se me había quedado en la memoria tras visitar (después de la jubilación) aquellas lejanas tierras que tanto me impactaron. Semanas atrás me llegaba el informativo del servicio filatélico (que dejarán de llegar en el 2017: otro servicio que se retira y se apunta a la moda de no facilitar la tarea a los pocos que aún informan sobre filatelia) y ahí van algunas de las pesquisas sobre este peculiar personaje.
Contra lo que pensaba, no iba por el buen camino, nada que ver con Cataluña (al menos en lo que me encontré), el doctor Catalá era originario de la zona de Vosges (Francia); destacado biólogo que se doctoró en la Universidad de París con un excepcional currículo. Será el alma mater del Instituto Francés de Oceanía (IFO, 1946) que años más tarde se transformaba en ORSTOM (Oficina de Investigación Científica y Técnica de Ultramar, 1964) que actualmente se conoce como IRD (Instituto de Investigación y Desarrollo, 1998).
Apasionado por la biología marina, será el principal responsable del fastuoso y fabuloso Acuario de Noumea que abrió sus puertas en la capital en 1956. Coqueto y fantásticamente diseñado, permite disfrutar de las especies de la región que, salvo que hagas submarinismo, no siempre podrás contemplar con tanta claridad y cercanía, aunque la riqueza de aquellos fondos marinos y sus arrecifes le dejarán a uno con un gran sabor de boca nada más zambullirse en cualquier zona del archipiélago.
René Catalá se apasionó por la naturaleza desde su más temprana infancia y acabaría marcando su futuro. En Madagascar se pasó 17 años (antes de la independencia de esta gigantesca isla africana) y allí experimentó con el café, la pimienta y la vainilla, aunque no perdía de vista su gran pasión: el mundo de las mariposas que le llevaría a montar su laboratorio para el estudio de una de las más bellas criaturas de este peculiar mundo: La Urania.
En 1937 regresaba a la metrópoli y se entrega con inusitada pasión a sus estudios de doctorado en Historia Natural que le acabarán conduciendo a Nueva Caledonia durante una misión de información y documentación sobre los excepcionales recursos y especies de la Gran Laguna como allí denominan al inmenso Pacífico Sur que envuelve estas islas tropicales. El objetivo del viaje contaba con la preparación del futuro Instituto Francés de Oceanía que se fundaría a imagen y semejanza del Instituto Francés del África Negra y que ya venía funcionando en Dakar. Evidentemente, estamos hablando de la época colonial en una etapa en la que inmensos territorios se administraban desde París y, al parecer, con muchos menos problemas de los que hoy padecen; la descolonización de los diferentes entes en los años sesenta (a juzgar por lo que vivimos en este XXI) falló estrepitosamente, pero dejemos estas disquisiciones y volvamos a Nueva Caledonia.
Tras finalizar la gran guerra europea (que fue mundial), gracias a sus buenos enlaces con los altos mandos norteamericanos (zona de Anse Vata donde se instalaron los servicios sanitarios y de infraestructura como atestiguan los numerosos plafones informativos que uno encuentra mientras camina por esta exclusiva zona de Nouméa) le permitieron obtener la donación de los edificios que quedaban en desuso y numerosos navíos (ese acuerdo se firmó el 28 de mayo de 1946 y se conocen como Blum-Byrnes) y posibilitaron el establecimiento, casi inmediato, del IFO (8 de agosto de 1946), su dirección se confió a Maurice Leenhardt. Como objetivo tenían promover y ejecutar trabajos científicos de todo tipo y montar las colecciones de flora y fauna del Pacífico, el centro de Nouméa constituye la más importante plataforma científica francesa en toda la región.
Pero Catalá no dejaba de trabajar. Conseguido su objetivo, ya estaba planeando el siguiente, así que se propuso construir el Acuario de Nouméa con más de 3000 metros cuadrados y abierto diariamente en su emplazamiento en Roger Laroque 61, en la familiar y exclusiva zona de Anse Vata (visita virtual en www.aquarium.nc) hay descuento para profesores con documentación al día (algo que no sucede en muchas de las autonomías españolas donde [hemos progresado tanto] sólo tienen descuento los que ejercen en la misma; el principio constitucional de IGUALDAD ha quedado hecho añicos por los cuatro estólidos que rigen la cosa pública y que parece sólo conocen su ombligo). Así que mi consejo es llevar siempre encima la documentación correspondiente durante cualquier viaje porque con los descuentos se logra pagar alguna que otra cerveza en esos inevitables altos en el camino, sobre todo en una zona tropical. Funciona desde 1956 y es el único a nivel mundial con ciertas especies que son de tiempos pretéritos pero ahí están para poder visionarlas e imaginarlas, sobre todo en relatos como los que siendo niño leía del inolvidable Julio Verne.
El legado del Dr. Catalá contribuyó notablemente al desarrollo de la ciencia y al conocimiento de los recursos naturales que encierra el rico patrimonio natural de Nueva Caledonia. En el 2016 se conmemoraba el 70 aniversario del IRD y el 60 del Acuario y el que ha hecho posible la emisión del sello conmemorativo de 120 francos que nos muestra al reputado investigador junto a algunos corales y los edificios de los institutos. En la viñeta sin valor postal, al margen de las leyendas, podemos encontrarnos varias especies y el insustituible microscopio, tan habitual en los laboratorios de todo el mundo. Aunque en el sello no aparece ninguna mención, el correo quiere también rendir homenaje a otro enamorado del mar: Alain Gerbault, él fue el responsable de la sección de submarinismo en la institución durante más de 26 años y contribuyó con sus inmersiones, sabiendo lo que buscaba, a engrandecer el rico material que las instalaciones exponen para solaz y disfrute de grandes y pequeños.
El sello fue concebido por Jean Jacques Mahuteau, impresión en offset multicolor por Phil@poste en hojas de 10+10 viñetas y 30.000 sellos de tirada, comenzó a circular el 12 de septiembre de 2016.
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JUAN FRANCO CRESPO
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