Felipe Carrillo Puerto Fundador de la Universidad Nacional del Sureste |
Desde el Siglo XVI y principios del XVII se pensó en la Educación Superior como una necesidad yucateca y se comenzaron las gestiones para realizar la fundación de un Colegio de Enseñanza Superior, gestiones que tuvo a su cargo el Cap. D. Martín del Palomar. Al efecto, se dirigió a la Compañía de Jesús, cuyos miembros se distinguían por su vasta cultura, sus admirables métodos de enseñanza, su laboriosidad y su competencia y dedicación a la juventud. En 1605 llegaron a la Península los primeros Padres Jesuitas D. Pedro Díaz y D. Pedro Calderón, mismos que esperaron inútilmente durante dos años, ya que la falta de recursos económicos y la indiferencia del Rey de España y del Supremo Concejo de Indias residente en Madrid, maniataron la voluntad de los peninsulares que no vieron satisfechos sus deseos sino hasta el año de 1618, en que se fundó el Colegio de San Francisco Javier, siendo Gobernador de la Provincia el Cap. de los Reales Ejércitos Francisco Ramírez Briceño y Obispo de la Diócesis, D. Fr. Gonzalo de Salazar, con fondos de la herencia de D. Martín del Palomar que dejó la suma de $ 20,000.00 (veinte mil pesos) y un predio situado una esquina al norte de la Catedral, cuyo solar abarcaba lo que hoy conocemos como Iglesia de la Tercera Orden, Biblioteca Cepeda, Callejón del Congreso y Teatro Peón Contreras.
La licencia para la fundacìón de este primer Colegio de Enseñanza Primaria y Secundaria fue otorgada por el Rey Felipe III en Real Cédula fechada el 16 de julio de 1611 en San Lorenzo del Escorial, pero no llegó a abrir sus puertas sino hasta el 10 de mayo de 1618.
Seis años después, en 1624, obtuvo del Gobierno de la Corte el privilegio de conferir grados académicos a semejanza de las Universidades de España. Convertida entonces en la Real y Pontificia Universidad de San Javier, abrió las Cátedras de Humanidades, Filosofía, Teología y Derecho Canónico, otorgando los grados de Bachiller, Licenciado, Maestro y Doctor.
En 1648 este primero, y único hasta entonces, Centro de Enseñanza Media y Superior, estuvo a punto de desaparecer, pues la peste que en aquel año asoló a la ciudad de Mérida acabó con seis de los ocho padres que tenían a su cargo las Cátedras, inclusive el Rector.
En el año de 1751, siendo Gobernador el Mariscal de Campo Melchor Navarrete y Obispo Fr. Francisco de San Buenaventura Martínez de Tejada Diaz de Velazco, en Auto de 23 de marzo se autorizó la fundación del Seminario Conciliar de San Ildefonso y comenzó sus actividades el año de 1756 inaugurando el primer Curso de Filosofía que comprendía Metafísica, Etica, Lógica y Física. El Obispo Dr. Fr. Ignacio Padilla y Estrada, quien sustituyó al obispo Buenaventura, fue un gran protector de la enseñanza y, en especial, del Seminario Conciliar de San Ildefonso.
Cuando en el año de 1767 Carlos III ordenó la expulsión de los Jesuitas de todos lo dominios españoles, la Educación media y superior fue absorbida totalmente por el Seminario Conciliar, ya que no puede considerarse como Educación organizada la impartida por los franciscanos en los conventos, que se limitaban a enseñar Gramática Latina y Española, Teología y Filosofía.
El Seminario Conciliar llenó el vacío que dejaron los Jesuitas e hizo de la enseñanza a la juventud un culto en cuyo rito tomaba parte la sociedad entera.
En 1824 las Leyes de Instrucción Pública expedidas por los Congresos Republicanos dieron por resultado la fundación de la Universidad Literaria, adscrita al Seminario Conciliar de San Ildefonso. La Educación Superior de entonces estaba limitada a la burguesía y a las clases económicamente pudientes y carecía de pluralidad en las materias, no contando con Cátedras de utilidad práctica como Medicina, Ingeniería y Jurisprudencia.
La única clase de Derecho Civil quedó suprimida con la clausura de la Universidad de San Javier por la expulsión de los Jesuitas y desde entonces -1767-, por falta de maestros encargados de la Cátedra, no pudo integrarse ningún grupo, hasta 1824 en que se encargó de impartirla el Dr. D. Domingo López de Somosa, fundador de los Estudios Jurídicos en Yucatán.
En cuanto a Medicina, hasta 1833 se estableció la Cátedra de Cirugía Práctica y Medicina.
El primero de septiembre del año de 1857, Honorato Ignacio Magaloni abrió el Liceo Científico Comercial de Primera y Segunda Enseñanza que duró hasta 1866. En 1859 se fundó el Liceo Comercial y por fin, en el año de 1862 se creó el Colegio Civil Universitario, precursor del Instituto Literario del Estado, respondiendo a una necesidad ingente de ilustración y, sobre todo, para canalizar la enseñanza definitivamente en la nueva senda que marcaba el espiritu reformador que alentaba en la vida nacional.
El 18 de julio de 1867 el Gral. Manuel Cepeda Peraza firmó el Decreto de fundación del Instituto Literario y dio principio la enseñanza liberal a cargo del Estado. Comenzó a funcionar el 15 de agosto del propio año en el local del Colegio de San Pedro y su vida se prolongó hasta el año de 1922, en que sobre sus cimientos se levantó la Universidad Nacional del Sureste, hoy Universidad Autónoma de Yucatán. La secularización de la enseñanza había pasado ya por un breve ensayo durante la corta vida del Colegio Civil Universitario. El Imperio malogró este intento, pero el espíritu liberal de la época, cobrando mayor fuerza cada día, al fin logró imponerse y manifestarse firmemente en el campo de la Educación, dando origen a un auténtico movimiento renovador que, iniciado con la creación del Instituto Literario, ha sabido mantenerse desde entonces sorteando con éxito diversas crisis económicas y políticas.
Los bienes de que fue dotado el Instituto Literario estaban constituidos por los del extinto Colegio Civil Universitario, entre los que se encontraban los de la Comisión Científica fundada por el Comisario Imperial. Las escuelas que lo integraron y posteriormente se hicieron independientes fueron: la Escuela Preparatoria, denominada propiamente Instituto Literario, Escuela Especial de Medicina, la de Cirugía y Farmacia, la Escuela Especial de Jurisprudencia y Notariado y la Escuela Normal de Profesores, creada en 1868 y que dio origen a su vez, en 1870, al establecimiento de una Escuela de Instrucción Primaria Inferior y Superior para las prácticas de los futuros educadores. También formaron parte del Instituto la Biblioteca Cepeda y el Museo Yucateco.
Su primer Director y autor del Reglamento fue el Lic. Olegario Molina.
No podía pasar desapercibida para los pensadores e impulsores de la Cultura y del progreso del siglo pasado la importancia de la capacitación del profesorado para la mejor preparación de la niñez. Unido al noble empeño del establecimiento de una Escuela Normal de Profesores está el nombre de D. Juan de Dios Cosgaya, quien abogó por ella desde el año de 1841, sin que este propósito se hubiera alcanzado. Veintisiete años después, en 1868, el Gral. Cepeda Peraza decretó su creación a la sombra del Instituto Literario del Estado y en 1869 la Ley Orgánica de Institución Pública, al transformar la estructura del Instituto Literario convirtiéndolo en una escuela exclusivamente de estudios preparatorios, favoreció la creación de las Escuelas Especiales, entre las cuales surgió con vida propia la Escuela Normal de Profesores. Esta primera independencia sólo duró nueve meses, hasta el Decreto de 2 de marzo de 1870 en que volvió a incorporarse al Instituto Literario y en 1873, desapareció totalmente, fundiéndose sus programas de estudio con los del propio Instituto.
Fue hasta el 15 de octubre de 1881 cuando el Gobierno del Lic. D. Manuel Romero Ancona decretó la creación de una Escuela Normal de Profesores que abrió sus puertas el 15 de enero de 1882, estableciéndose definitivamente con funcionamiento autónomo.
La Universidad Nacional del Sureste fue creada durante el Gobierno de D. Felipe Carrillo Puerto y respondió al proyecto de crear tres universidades nacionales: la del Norte, con sede en Monterrey; la del Poniente, en Guadalajara, y la del Sureste en Mérida.
Fue comisionado para finiquitar en la capital de la República el contrato de cooperación entre el Gobierno Federal (en ese entonces el Presidente de México era el Gral. Alvaro Obregón) y el Estatal, en todo lo relativo a la creación de la Universidad Nacional del Sureste, el Dr. Eduardo Urzaiz Rodríguez, distinguido intelectual cubano radicado en Yucatán, a cargo entonces de la Jefatura del Departamento de Educación Pública.
El 25 de febrero de 1922 firmó el Gobernador Carrillo Puerto el Decreto de creación y el 1 de marzo del mismo año inició sus labores la Universidad del Sureste.
Fue nombrado el Dr. Urzaiz Rodríguez Rector de este Centro de Alta Enseñanza, quien se separó de su cargo en el Departamento de Educación para iniciar sus funciones de Rector y prácticamente organizador de la estructura administrativa de la Universidad .
Las escuelas que integraron la Universidad fueron las siguientes: Facultad de Medicina, Facultad de Jursiprudencia, Facultad de Ingeniería, Instituto Literario o Preparatoria, Escuela Normal Mixta, Escuela de Música, y Escuela de Bellas Artes.
Dividir la vida de la Universidad en dos épocas, 1922-1938 y 1938-1984, no obedece al simple cambio de nombre de Universidad Nacional del Sureste en la fecha de su creación al de Universidad de Yucatán el 5 de noviembre de 1938. Si bien en su primera etapa la Máxima Casa de Estudios era en esencia un organismo dependiente del Gobierno en turno (como muestra se puede observar el impulso que Carrillo Puerto dio a la Universidad y la falta de apoyo para ésta tras la muerte del ex Gobernador), durante su segundo período comenzó a dar firmes pasos hacia su autonomía. (En relación con el nombre, el 5 de abril de 1951, a propuesta del Consejo Universitario, la Universidad volvió a tomar su nombre original de Universidad Nacional del Sureste, y en 1958 el entonces Rector Francisco Repetto Milán pidió al Consejo reconsiderar la nominación como Universidad de Yucatán, solicitud que fue atendida en forma unánime)
En 1938, el Gobierno del Ing. Humberto Canto Echeverría comenzó una etapa de serios cambios en la Universidad, cuyo Rector de aquellos tiempos, Ing. Joaquín Ancona Albertos, supo colaborar con el Gobernador en beneficio de la institución.
Los cambios se realizaron en varios planos, desde el físico con las mejoras materiales llevadas al cabo en el viejo edificio universitario, hasta en los planes de estudio y prioridades de la Casa de Estudios, pues la Universidad comenzó a enfocar sus esfuerzos y trabajos de investigación a los problemas regionales, desde la agricultura hasta las posibilidades industriales en el Sureste.
El 1 de septiembre de 1938 comenzaron los trabajos de remodelación del edificio universitario y el 5 de noviembre de ese mismo año el Congreso aprobó los nuevos estatutos de la Universidad, bajo la denominación de Universidad de Yucatán.
Es importante hacer notar que si bien en los primeros 25 años desde su creación la Universidad de Yucatán tuvo nueve rectores, en el resto de su existencia hasta antes de convertirse en la Universidad Autónoma de Yucatán sólo tuvo 4 rectores:
En septiembre de 1984, siendo Rector de la Universidad el Ing. Alvaro J. Mimenza Cuevas, el Gobernador del estado, Sr. Víctor Cervera Pacheco, promulgó una nueva Ley Orgánica y el nombre de Universidad Autónoma de Yucatán rige a la Casa de Altos Estudios hasta la fecha. En este período, la Universidad se ha consolidado como una de las más importantes instituciones de educación superior en México y año con año la calidad de los egresados de sus escuelas y los efectos positivos de los programas desarrollados por sus dependencias y departamentos ponen cada vez más en alto el nombre de la UADY.
En este apartado la Historia aún está en desarrollo y actualmente el Rector de nuestra institución es el Dr. Alfredo Dájer Abimerhi, quien se desempeña como tal desde el 1 de enero de 2007.
Los avances y logros del actual régimen universitario están en desarrollo y día a día se escribe algo para la posteridad en el libro histórico de la Universidad.
Información procedente de la Universidad Autónoma de Yucatán. Más información en: www.uady.mx/
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