La Real Academia de la Historia cuenta con subvenciones de los ministerios de Educación y Cultura, para favorecer la investigación y demás tareas, y tiene también protectores privados. La Academia posee una espléndida Biblioteca-Archivo con códices, manuscritos e incunables de inestimable valor científico, bibliográfico y documental. Está abierta al público en horarios de mañana y tarde, y es consultada por investigadores españoles y extranjeros.
Breve historia
Real Cédula Fundacional
Con fecha 18 de abril de 1738 el Rey D. Felipe V, aprobó por decreto dirigido a su Consejo la elevación a condición y título de Academia de la Junta que, para el estudio de la Historia y formación de un Diccionario Histórico-Crítico Universal de España, venía reuniéndose en los salones de su Real Biblioteca.
El objetivo final de esta Institución sería el de aclarar «la importante verdad de los sucesos, desterrando las fábulas introducidas por la ignorancia o por la malicia, conduciendo al conocimiento de muchas cosas que oscureció la antigüedad o tiene sepultado el descuido».
En la fecha indicada, aprobó también el Rey los Estatutos de la Academia, publicados en la Real Cédula que firmó en el Buen Retiro en 17 de junio de año expresado.
En el primero de los parágrafos de los Estatutos, se insistía en la finalidad esencial del cultivo de la Historia, para «purificar y limpiar la de España de las fábulas que la deslucen e ilustrarla de las noticias que parezcan más provechosas».
En los siguientes apartados, hasta un total de veinticinco, se consignan en los Estatutos las distintas categorías de los Académicos -Numerarios, Supernumerarios y Honorarios-. Expresándose las funciones de los diversos cargos de Director, Secretario y Censor, así como las tareas en que trabajarán generalmente todos sus individuos, con especial mención del aludido Diccionario Histórico-Crítico Universal de España.
En 1766, la Academia decidió reformar los Estatutos, lo que se hizo en 1787, con la participación de los Académicos don Gaspar Melchor de Jovellanos y don José de Vargas Ponce. El fin que se quiso alcanzar era el de trabajar con más método y constancia. Los nuevos Estatutos fueron aprobados por la Academia en 1792. Los patrocinadores de la reforma de los Estatutos quisieron dejar bien claro su propósito de que, con la nueva reglamentación, la Academia se encadenaba ella misma las manos, «para que en tiempo ninguno» pudiera «atárselas ninguna autoridad intrusa, que la pusilanimidad, la pereza o el egoísmo» solían «respetar por conveniente».
Emblema
A poco de erigirse la Real Academia, adoptó empresa ovalada conteniendo un río que mana entre peñas, con la leyenda: IN PATRIAM POPULUMQUE FLUIT que fue presentada (17 de noviembre de 1738) por don Francisco Fernández de Navarrete, uno de los fundadores, quien la grabó y publicó por vez primera en una obra que dedicó a la Corporación.
Dibujo que en óvalo adoptó la Academia para su sello mayor, y así apareció en el primer tomito de sus Fastos (1739). Enseguida, se intentó variarlo, para representar el genio de la Historia sobre el suelo de España, escribiendo en un pergamino que estará sobre una piedra; en 1803 se insistió en lo mismo, con la divisa del NOX FUGIT…, y entre tanto boceto como se presentó, el 23 de marzo de 1832 fue aprobado para sello mayor el modelo que inspira el de la actual medalla, dibujado por don Félix Sagrano y que años más tarde grabó B. Ametller en cobre (1837) para los diplomas, abandonando definitivamente la empresa del río naciente. Al fin, en 1847, fue aprobada la medalla que seguía el mismo modelo de las demás Academias. El emblema central propio de la Real Academia de la Historia, elegido en agosto de 1848, sigue vigente en al actualidad con la leyenda:
NOX – FUGIT HISTORIÆ – LVMEN – DVM – FVLGET – IBERIS
La medalla académica la impone el Director en el acto solemne y público de la recepción de cada nuevo Numerario. La medalla es obligatoria en las sesiones públicas y en todos los actos a los que se concurra en corporación o representación de la Academia.
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Sede
Tras su fundación y establecimiento en la antigua Biblioteca del Palacio Real y la Casa de la Panadería, la Real Academia de la Historia se trasladó por Real Orden de 23 de julio de 1837 al desamortizado edificio del Nuevo Rezado, sito en el número 21 de la madrileña calle del León.
No obstante, la primera Junta Académica tardará aún más de treinta años en verificarse en esta nueva ubicación. Tras diversos trabajos de adaptación, el 22 de junio de 1874, la sede de la Academia quedaría definitivamente.
La Casa del Nuevo Rezado era despacho de libros de rezo perteneciente a la comunidad jerónima de El Escorial. La edificación, iniciada en 1788, corrió a cargo del insigne arquitecto Juan de Villanueva. El palacio, más bien castillo o fortaleza por su solidez, se edificó con una carencia absoluta de ornato, pero con grandes proporciones y una riqueza extraordinaria de materiales. Cronistas de la época nos cuentan la admiración de las gentes, cuando vieron entrar por Madrid los carretones que conducían las jambas y dintel de la puerta tirados por veintiocho pares de bueyes.
El edificio es un inmenso cubo de fábrica con piso bajo principal y segundo muy matizados y acusando sus proporciones. La portada principal lleva encima un balcón y un hueco remontado por un sencillo escudo donde aparece la parrilla de San Lorenzo, signo de su vinculación al Monasterio de El Escorial. Los muros de fachada son de ladrillo visto y las jambas de los huecos de granito. En el interior no existe viguería de madera en los pisos y todos ellos se sostienen mediante bóvedas de ladrillo. Si bien Villanueva siempre desterró la madera de sus construcciones, en este caso esto se justificaba todavía más, por tratarse de un depósito de libros donde el peligro de incendio aumentaba con el uso de la madera.
El edificio del Nuevo Rezado es la sede principal de la Academia de la Historia, pero con el tiempo se anexionaron a ella el palacio del Marqués de Molins y una pequeña casa de la calle de las Huertas, hasta completar para la Academia toda la manzana entre las calles León, Huertas, Amor de Dios y Santa María.
Información procedente de la Real Academia de la Historia |
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