<– Viene de la 2ª parte
Hacia una Nueva Academia: Los Estatutos de 1864
De este modo, la Academia no conoció un Reglamento hasta que se aprobaron los nuevos Estatutos de 1864 que, en sus cinco capítulos y cuarenta y siete artículos, dieron lugar a un pormenorizado Reglamento publicado un año después. Inicialmente no deja de llamar la atención la corta vida de los anteriores Estatutos de 1846, pues no habían cumplido aún los veinte años de vigencia, pero las nuevas tareas asignadas por el Gobierno a la Academia justificaban una revisión de aquellos. Por otra parte, la estructura y jerarquía interna de la Academia conoció cambios sustanciales que le alejaban aún más del modelo dieciochesco para reconocer en ella a una institución más ágil y moderna al compás del tiempo que le tocó vivir, perdiendo del todo el carácter estamental que tuvo años atrás. En este sentido resulta muy significativa la desaparición de los seis consiliarios que aún conservaba en los Estatutos de 1846. Al propio tiempo, el objeto mismo de la Academia queda explícito en su primer artículo, no dejando la menor duda sobre su misión, al margen de las enseñanzas artísticas que ya no se mencionan en ningún caso. Así, la finalidad de la Academia de San Fernando era “promover el estudio y cultivo de las tres Nobles Artes, Pintura, Escultura y Arquitectura , estimulando su ejercicio y difundiendo el buen gusto artístico con el ejemplo y doctrina”, es decir, una actividad fundamentalmente teórica y crítica que se sustanciaría a través de un plan de publicaciones (diccionarios, monografías, traducciones, etcétera), exposiciones, colecciones artísticas, además de nuevos cometidos como la inspección de museos y la restauración de monumentos. En cualquier caso unos objetivos absolutamente diferentes de los que hasta entonces había perseguido la Academia. Ello exigió, por ejemplo, la creación de comisiones permanentes dedicadas a la conservación de monumentos y a la inspección de museos, pues la Academia fue la institución que se hizo cargo de la Comisión Central de Monumentos Históricos y Artísticos, creada en 1844 e incorporada física y administrativamente al edificio de la Academia en 1859, con toda su abundante e importante documentación, de acuerdo con lo dispuesto por la Ley de Instrucción Pública de 1857.
En aquellos Estatutos de 1864 se redujo prácticamente a la mitad el número de académicos, pasando de un presidente, seis consiliarios y sesenta académicos, en 1846, a treinta y seis académicos entre los que se incluyen los cargos de director, secretario, censor, bibliotecario-conservador y tesorero.
Metafísica, por Subirachs. Obra representativa del estilo escultórico del autor, que trata de expresar las tensiones del mundo natural huyendo de la figuración y recurriendo a un lenguaje más próximo a la arquitectura.
El libro de la Academia (1991). Publicado por la propia Academia de Bellas Artes, reúne once capítulos redactados por otros tantos académicos sobre los distintos aspectos de la actividad de la corporación.
Como era previsible, con la llegada de la I República se redactaron y aprobaron unos nuevos Estatutos que no obstante son literalmente los mismos que los isabelinos de 1864, salvo leves matices, un cambio en el título de la corporación y la presencia de una nueva sección. En efecto, el 12 de diciembre de 1873 el Gobierno de la República aprobaba un proyecto de Estatutos para la que a partir de este momento se conocería como Academia de Bellas Artes de San Fernando (Gaceta de Madrid, 28 de mayo de 1874), es decir, desaparecía el título de real y, pasaba a denominarse Academia de Bellas Artes manteniendo el patronazgo del santo rey. Creció, en cambio, el número de académicos que pasó de treinta y seis en 1864 a cuarenta y ocho, pero este crecimiento se debía a los doce miembros con los que a partir de aquel momento tendría la nueva sección de música, encabezada por Hilarión Eslava, sin duda la mayor novedad de estos Estatutos.
Bajo la Restauración Alfonsina la Academia recuperó el tratamiento de Real, al igual que las restantes Academias que, desde el Decreto de 8 de diciembre de 1937, se reorganizaron bajo el Instituto de España. Después de la Guerra Civil la Academia reanudó sus actividades el 13 de junio de 1939 en su edificio propio que sólo abandonó, provisionalmente, en 1974 para acometer una gran reforma en el viejo palacio de Goyeneche. Las sesiones se pudieron reanudar en la renovada Academia el día 8 de noviembre de 1982, abriendo sus colecciones al público en 1986. Las últimas reformas llevadas a cabo en el edificio tuvieron lugar a partir de 1999, una vez recuperados los locales cedidos provisionalmente al Ministerio de Hacienda, lo cual permitió organizar veintidós nuevas salas para el museo de la Academia que fueron inauguradas el 13 de noviembre de 2002.
En la segunda mitad del siglo XX la Academia ha modificado en varias ocasiones los Estatutos, unas veces de forma directa y en otros casos por afectarle disposiciones generales que alcanzaban a las Reales Academias integradas en el Instituto de España. En el primer caso, por su significación, cabe mencionar la separación de las funciones de Bibliotecario y Conservador que hasta 1954 habían sido desempeñadas por un sólo académico, el Bibliotecario-Conservador, y que desde entonces lo serían por el Bibliotecario y el Conservador del Museo, hoy Académico Delegado del Museo. Así mismo, en 1982, se modificaron algunos artículos entre los que se encontraba el que definía las clases de académicos, incorporando la figura del académico “supernumerario” que desaparecería poco después por otro decreto de 1987.
Entre las novedades más importantes de las últimas reformas estatutarias se encuentra la incorporación de la fotografía, cinematografía y otras formas análogas de expresión artística, inicialmente incluídas en la sección de escultura, con sección propia desde los actuales Estatutos de 2004 bajo el nombre de “Nuevas Artes de la Imagen”. De otra parte, estos mismos Estatutos refuerzan la Mesa de la Academia con el nuevo cargo de Vicedirector-Tesorero para hacer frente a la actividad creciente de la Corporación.
En función de estos cambios estatutarios los Reglamentos han ido variando como puede verse en los de 1984 y 1997, hasta llegar al aprobado y publicado en 2005, que ha supuesto una renovación profunda de su articulado para adecuarlo a un tiempo cada vez más exigente con la gestión de la institución.
La relación de los académicos de número, honorarios y correspondientes que figuran en el Anuario encarna el mejor testimonio del alcance de la Academia en la vida artística de nuestro país.
Información procedente de la R. A. Bellas Artes de S. Fernando |
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