Aunque no tengamos nada sobre la cantidad de sellos dedicados al genial pintor Murillo y su escuela en la filatelia universal, nos atreveríamos a decir que, junto al malagueño Pablo Ruíz “Picasso”, son los dos artísticas andaluces que más se han asomado a los sellos de correos en todo el mundo y en el caso del sevillano, casi podría decirse que rara es la Navidad que no “cae” una de sus pinturas en un rectángulo engomado en el lugar más insospechado,
Picasso, por aquello de las herencias y las cuitas legales no ha aumentado mucho su presencia en la filatelia desde que la familia, viendo que los servicios postales se privatizaban y pagaban fabulosas sumas a bodrios engendrados por personajes de poca monta, no dudaron en exigir su correspondiente “mordida” [perdón, aquí le llamamos comisión], total si a fin de cuentas “los cucos” de turno se repartían la hucha correspondiente ¿por qué ellos no iban a intentar proteger sus intereses? Decidieron no autorizar la difusión de su legado pictórico si no había contrapartida: o sea el pago de un buen pellizco de acuerdo con la cantidad de estampillas emitidas y el teórico beneficio de acuerdo con el valor facial correspondiente.
Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 31.12.1617-Cádiz, 03.04.1682) tiene un origen humilde, fue bautizado el 1 de enero de 1618 en la iglesia parroquial de Santa Magdalena, quedó huérfano a los diez años y pasó al cuidado de su tío el cirujano Juan Agustín Lagares casado con Ana Murillo, apellido que acabó por imponerse en el terreno artístico y con el que será universalmente conocido; es una de las figuras más sobresalientes del barroco español.
Entró en el obrador de Juan del Castillo en donde el pequeño Bartolomé supo, desde muy temprana edad, la cruda realidad del trabajo, pero ya no dependía de la familia, sino de sí mismo, en aquella época era costumbre soportar los dispendios [exiguos] de los acogidos en la casa familiar a cambio de pequeños trabajos y ayuda en los quehaceres cotidianos de las familias que podían dar esa opción. Con apenas tres lustros de vida se buscaba ingresos son sus cuadros o dibujos por encargo. Aunque no dejaba de ser una cruda realidad, hoy mucha gente no llega a tener cubiertas todas las necesidades básicas a pesar de trabajar de sol a sol. ¡Qué poco hemos cambiado! Iba aprendiendo los secretos del arte pictórico y pronto se verá en la necesidad de tener que trabajar por cuenta propia ya que su maestro, el que le enseñó el manejo de colores y pinceles, se traslada a Cádiz en 1639.
En 1642 regresa a Sevilla Pedro Moya que explicó al joven artista los secretos del glorioso flamenco Antoon Van Dyck y acabaron atrapando los pinceles de nuestro genial pintor sevillano que iba depurando su técnica y afianzando su posición en el mundo del arte; pasa de su período frío al cálido (también denominado primerizo), su primera obra fue Concepción con un religioso escribiendo en un primer plano. Terminó este encargo de la Hermandad de la Veracruz para el Convento de San Francisco. Su pintura es rica en motivos, aunque los religiosos tienen un claro protagonismo, las vírgenes con niños o Inmaculadas brillan con luz propia.
Su fama en el XVIII-XIX hizo que su legado artístico tuviera ya un carácter universal y es una de las pinturas más dispersas en museos y colecciones de todo el orbe. Aunque Velázquez llegó a eclipsarlo, Murillo goza de una envidiable salud en la historia de la pintura mundial. Una parte importante se custodia en su ciudad natal [Museo de Bellas Artes] o en el Museo del Prado [Madrid]. Según la bibliografía consultada habría unas 500 obras catalogadas de este gran maestro y el Ermitage de San Petersburgo (Rusia) uno de los museos extranjeros mejor dotados, calles o plazas honran a uno de los más grandes pintores españoles y, desde 1982, existe en su Sevilla natal su Casa Museo.
Filatélicamente han sido varias las ocasiones en las que algunas de sus obras vieron la luz en los sellos españoles y, por la belleza de su pintura, fueron algunas de las estampillas más hermosas de su tiempo dentro de los emitidos por el correo español. La serie del 24 de marzo de 1960 [hace medio siglo] homenajeaba a este gran maestro del pincel, entonces se filatelizaron sus cuadros El buen pastor, Rebeca y Eliécer, La virgen del rosario, la Inmaculada, Niño de la concha, Autorretrato, Sagrada Familia del pajarito, El juego del dado, Niños comiendo melón y Niños contando monedas. El facial de esos sellos no llegó a superar las dieciséis pesetas de la época.
La Escuela de Murillo fue fundada el 1 de enero de 1660 por el propio pintor, Francisco de Herrera “El Viejo”, Juan de Valdés Leal, Sebastián de Llanos y Valdés, etc., que utilizaron la Lonja y estuvo activa hasta finales del XVII. A mediados del XVIII se recupera la idea y en la actualidad ese legado tenemos que buscarlo en la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría que depende de la Junta de Andalucía desde el pasado 2001.
El Vaticano y Rumania recogen en sus sellos un detalle de “La Natividad y la adoración de los pastores”, copia atribuida a su escuela, es una de las piezas más logradas y llegó a la Pinacoteca Vaticana en 1861 gracias a Pío IX. El facial es de 0,65€ se emitió en mini pliego de diez ejemplares y en hojita bloque de cuatro para sendos carnets [el otro facial es de 0,60] que totalizan 2,40 y 2,60€ [Murillo]. La impresión de esta preciosa serie navideña fue realizada por la francesa CARTOR en offset multicolor, tirada de 260.000 ejemplares [200.000 en mini pliegos y 60.000 en carnet] que comenzaron a circular el 15 de noviembre de 2010.
Por parte de Rumania el tema fue El nacimiento de Nuestro Señor ó Nacimiento de Jesús”, cuadro que pintó Gheorghe Tattarescu [0,60€ en el sello Vaticano y 1 L en el valor rumano] diseñados por Mihai Vamasescu y sus tiradas fueron mucho más elevadas de acuerdo a su mercado postal. Minipliegos de ocho valores más una viñeta central sin valor postal mostrando la totalidad del cuadro del que se extrae el detalle que se emplea para filatelizar una de las fiestas más entrañables de la civilización occidental: la navidad. Globalmente tenemos 1.341.200 sellos. Hay bloques de cuatro en hojita y sendas tarjetas máximas [que en realidad son tarjetas de primer día ya que no cumplen con las reglas de este tipo de coleccionismo especializado que es todo un arte para los aficionados que lo practican] en las que se ha inscrito el pasaje bíblico de Lucas 2:6,7.
Tattarescu (Focsani 1828-Bucarest 1894), pionero del Neoclasicismo; estudió en la Academia de San Lucas de Roma entre 1845-1851 y gran parte de su legado pictórico está directamente relacionado con el mundo religioso. Su estilo personal denota una profunda influencia de la academia italiana y, de forma parcial, pueden observarse trazos de la tradicional iconografía bizantina. La obra filatelizada es posible admirarla en la Catedral Metropolitana de la Virgen en Iasi (Rumania). No es la primera vez que el artista o sus obras se asoman a la filatelia rumana; en 1969 uno de sus más bellos y representativos desnudos (Yvert 2454) aparecía en el sello de una serie de seis ejemplares con renombrados pintores de la bella anatomía femenina, en su caso era “La chica con el cántaro”. Todo un canto a la mujer y su cándida mirada que encandila a cualquiera que se ponga ante un cuadro tan fielmente reproducido en el rectángulo dentado. Evidentemente, el cántaro sobre su hombro izquierdo es lo de menos, pero sirve de contrapunto a una puesta en escena donde la visión pictórica muestra una anatomía perfecta de acuerdo a los cánones de belleza de la época.
La emisión conjunta estuvo justificada por el 90 aniversario de las primeras negociaciones sobre el Concordato entre la Santa Sede y Rumania que tuvieron lugar en 1920. En el verano de ese año, el primer diplomático acreditado ante la el Vaticano fue Dimitrie C. Penescu. La firma oficial del documento se realizó en 1927 y entró en vigor en 1929, el mismo permitió la reorganización del rito latino de la Iglesia Católica en el territorio rumano que gozaba del derecho constitucional a la libertad de cultos desde 1923. Los cambios políticos que se producen en Rumania hacen que se interrumpan las relaciones entre ambos estados y las autoridades comunistas del momento, tras la caída de la monarquía en la II Guerra Mundial, cometerán toda clase de atropellos contra los católicos. Los representantes de la Iglesia de Roma en el país sufrirán persecución y vejaciones de todo tipo: humillaciones que nunca debieran darse, pero todo eso sería ya la base para cualquier otro trabajo.
La reanudación de las relaciones se produce cuatro décadas después cuando el máximo representante del Patriarcado Ortodoxo Rumano Teoctist [en su viaje a la India] mantiene de manera no oficial una entrevista con Juan Pablo II y al año siguiente (15 de mayo de 1990) se reanudan las relaciones diplomáticas que dan paso a las negociaciones y la restitución de bienes incautados.
El 7-9 de mayo de 1999 tiene lugar la visita del máximo Pontífice. Por primera vez, desde el Gran Cisma de Nicea (1054), llega a un país en donde mayoritariamente la religión es la ortodoxa: se afianzan las relaciones y se estrechan lazos con las autoridades políticas rumanas que ahora caminan hacia una normalización e integración dentro de la Unión Europea.
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JUAN FRANCO CRESPO
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