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Grandes de la música griega

Posiblemente estos sellos no se lleven el premio a la mejor emisión del año de la temática musical pero, si tenemos en cuenta el peso de las “monstruosas” voces honradas en las estampillas helenas, estamos seguros que el resultado sería distinto; también lo sabe el correo de Atenas que ha producido una serie de materiales conexos que, en caso de adquirirlo todo, nos llevaría a dejarnos un centenar de euros, cifra poco usual, pero ya sabemos que el filatelista suele ser imprevisible y, posiblemente la serie tenga otros destinatarios por todo cuanto ella representa en el aspecto de la música griega tantas veces inmortalizada y tantas veces escuchada a través de las transmisiones de La Voz de Grecia en onda corta [echamos de menos sus transmisiones en español].

  

 Se han lanzado en pliegos de 25 ejemplares, hojita bloque con la serie completa (los seis sellos, 10.000 hojitas a 7,40€ unidad), sobre de primer día, tarjetas máximas de primer día (a su vez entero postales puesto que se pueden depositar en el correo y tienen el franqueo pagado a cualquier parte del mundo, en este caso el facial unitario es de 1,60€), paquete de presentación (11 €) y hojas de álbum (21,50 normal y 32€ la edición de lujo). Los sellos tienen una tirada desigual, sólo se pueden conseguir montar 200.000 juegos completos y estará a la venta durante un año natural desde que fue puesta en circulación el 16 de septiembre de 2010. La serie fue diseñada por Kostas I Spyriounis con la adaptación de Elena Apostolou; impresión en offset multicolor por Gieseke & Devrient Matsoukis S.A. en formato horizontal de 30×38 mm.

 

  

 El facial de 0,10€ está dedicado a Vasilis Tsitsanis (Trikala-Thesalia, 18 de enero de 1915, Londres, 18 de enero de 1984). Su voz está considerada una de las más grandes del siglo XX, especialmente en el mundo de la música popular (sobre todo rebetiko y laiki mousiki). Su padre era un modesto zapatero del Epiro que tocaba la mandolina y desde muy joven mostró interés por la música; en su tiempo de enseñanza secundaria estudió con el profesor italiano Giosa violín, mandolina y bouzouki, sin duda influenciado por su hermano mayor Cristos, un gran profesional de este instrumento.

  

 En 1946 se traslada a Atenas para cursar estudios de Derecho y contacta con el director de Odeón que le posibilita entrar en la parte comercial; entre 1937-1940 graba una serie de inolvidables canciones con Apostolos Hatzihristos, Dimitris Perdikopoulou, Markos Vamvakaris, Stellakis Perpiniadis o Stratos Pagioumtzis en algunos casos como segunda voz. La II Guerra Mundial provocará la ocupación alemana de Grecia y marcha a Tesalónica donde realiza su servicio militar [su emisora aún transmite en onda corta fantásticos programas musicales donde, a veces, podemos distinguir su inigualable voz], durante esta etapa trabajó en el famoso Koutsoura de Dalamagka; su familia abrió la taberna típica Oyzeri Tsitsanis. Posiblemente, fue en este período cuando escribió sus más bellas canciones [para que luego digan que el servicio militar era un tiempo perdido] y las graba tras finalizar la hecatombe. Se casó con Zoe Samaras con la que tuvo dos hijos (de ambos sexos, la hija es una reputada doctora).

  

 De regreso a la urbe ateniense en 1946, comienza una nueva etapa, graba con otros grandes nombres de la música helénica: Ioanna Georgakopoulou, Marika Ninou, Prodromos Tsaousakis, Anna Chrysaphi o “la grande” Sotiria Bellou, Stelios Kazantzidis, Grigoris Bithikotsis…, los tres comparten honores en esta emisión de sellos griegos.

  

 Antes de la contienda había grabado más de un centenar de canciones (casi 90 en solitario) y entre 1946-1960 registró más de 300, hecho que lo convierten en uno de los más prolíficos cantantes) es fácil de escuchar su legado porque no hay recopilación más o menos seria que no le incluya. El pintor Giannis Tsarouhis dijo en 1966: “Tsitsanis es la única prueba de que somos una civilización”. Falleció en el Reino Unido y fue enterrado en el mayor cementerio ateniense en el que frecuentemente hay flores que le dejan los que no le olvidan: los grandes nunca mueren. No dejó de cantar hasta prácticamente su muerte, concretamente dejó los escenarios el 22 de diciembre de 1983, poco después, con la enfermedad avanzada, viaja al Royal Brompton Hospital para realizar unas pruebas y es sometido a una operación de urgencia: deja este mundo el mismo día de su nacimiento al cumplir los 69 años y, como legado, casi un millar de canciones de una envidiable calidad dentro de la discografía griega del siglo pasado.

 

  

 Era una de esas voces inigualables y su saber estar ante el público, uno de los pocos caballeros del escenario que tanto le dio a lo largo de una trayectoria llena de triunfos; está considerado el padre de la música folklórica griega.

  

 En algunos casos sus canciones de pasión y amor lo entroncan con la tradición lorquiana reflejada en Bodas de Sangre y su inimitable ritmo melódico nos lleva hasta el legado de Bach; sin duda la mejor voz de su generación y sus canciones, en muchos casos, reflejaban la cruda realidad del momento: la vida cotidiana marcada por la pobreza que llevó a miles de griegos a los más apartados rincones del orbe tras la II Guerra Mundial y en el XXI parece que la picaresca vuelve a azotar su suelo en manos de los políticos corruptos que parece quieren devolverlos a algo que parecía olvidado ¿no estaremos, una vez más, ante la terrible tragedia griega?

  

 Asimismo legó algunas de las mejores canciones del momento para los bailables zeibekiko, chasapiko, chasaposerviko o el ritmo más conocido: el syrtaki que tanto nos cautivó con “Zorba el Griego”.

  

 Giorgios Zampetas personaje que aparece en el segundo facial de 0,20 €, nació el 25 de enero de 1925 en Metaksourgio-Atenas y murió en Aigaleo, capital griega, el 10 de marzo de 1992; hijo de un barbero y de Marika Moraiti, una barítono sumamente conocida en su tiempo. A muy temprana edad inició su trabajo en la barbería de su padre como ayudante, a escondidas cantaba sus primeras canciones acompañado de su inseparable bouzouki, seguramente animado por aquel temprano trofeo escolar al ganar el primer premio cuando apenas tenía 7 años.

  

 En 1940 la familia se muda a Aigaleo y crea una atmósfera favorable a sus proyectos que le acaban convirtiendo en una de las voces más destacadas del panorama musical helénico de las cuatro décadas siguientes; inicia sus colaboraciones con algunos locales nocturnos y en 1952 escribe la primera de sus exitosas canciones para Prodromos Tsaousakis “San Simera”; le siguieron muchas otras para los más destacados intérpretes del momento y se convierte en uno de los grandes del Bouzouki.

  

 En los sesenta colabora con otras voces, entre ellas el inolvidable Mikis Theodorakis que alcanzó fama mundial entre los hispanos por su canto solidario con el pueblo chileno tras el famoso golpe de estado; en esa época Zampetas alcanza la cumbre de su carrera artística, no hubo ningún club de categoría en el que no actuara y realiza varias giras que le llevan a los mejores escenarios del momento tanto en Europa como en el Nuevo Mundo. Hay que recordar que en esta etapa alcanza a dejar la más profunda huella en la cinematografía griega a la que contribuyó con la música de un centenar de películas entre las que destaca “Lola”.

  

 En los setenta se produce un cambio de su registro lírico y se adentra en el mundo de las canciones satíricas, sin duda influenciado por esos momentos históricos en los que el pueblo se manifiesta abiertamente contra el régimen, posiblemente, fue el momento de mayor impacto popular en la escena musical griega para iniciar la decadencia en la década siguiente cuando algunas compañías discográficas prácticamente lo ignoran; poco después, víctima de una grave enfermedad, fallece el 10 de marzo de 1992 y resurge con fuerza en recopilaciones de lo mejor de su legado, no en vano, está considerado el “maestro” por excelencia de la música popular griega.

  

 Stelios Kazantzidis (Nea Ionia, suburbio norteño de Atenas que se creó con el objetivo de dar acogida a los desplazados por la guerra greco-turca, 29 de agosto de 1931-14 de septiembre de 2001). Era el primero de los dos hijos de Haralambos Kazantzidis que residía en la zona de Turquía Occidental y que se vio obligado a emigrar durante la guerra greco-turca. Quedó huérfano a los trece años cuando muere su padre torturado por los alemanes, formaba parte de la Resistencia Griega. Ese hecho hace que tenga que buscarse la vida a temprana edad, se emplea como maletero en la estación de autobuses de la célebre Plaza Omonia, completaba sus ingresos con la venta ambulante  y obrero en las colonias textiles de la zona.

  

 Su primera aparición pública como músico la realizó en el Club Kifissia a comienzos de los cincuenta; en 1952 graba en los Estudios Columbia, rápidamente salta al hit nacional y su voz se populariza de manera exponencial, los clubes nocturnos más importantes de su tiempo se lo disputaban, entre otros el Theios o el Ruiseñor, el valor facial del sello es de 0,58€.

 

En 1956 se produce su encuentro con Tsitsanis y recuperan viejas piezas del tradicional repertorio rebetiko; amplia el abanico de colaboraciones y se entronca con nombres tan importantes en la historia musical griega como Hadzidakis, Loizos, Mitsakis, Theodorakis, Hiotis o Xarhakos. Pero si hay algo inolvidable en su carrera es el malogrado dúo con Marinella.

 

Su punto álgido lo logra en 1965, cuando decide cancelar sus actuaciones en vivo en los clubes nocturnos y concentra su esfuerzo en las grabaciones discográficas, dos años después se divorcia de Marinella. Al año siguiente logra uno de sus grandes éxitos con la célebre melodía “Nyhterides Ki Arahnes”;  en 1974 graba su pieza sobre la región de Anatolia [no olvidemos sus antepasados turcos entre los que posiblemente está el famoso Elia Kazan que realizó la cinta de culto América, América] preparada por Theodorakis se tituló “Stin Anatoli”, otro de sus grandes éxitos.

 

Poco después decide retirarse y elimina las grabaciones, una década de silencio que rompió en 1987 cuando, tras doce años sin novedades discográficas, decide lanzar “O Dromos Tis Epistrofis” del que logra colocar la increíble cantidad de 200.000 copias en el exiguo mercado griego, estuvo grabando hasta prácticamente su desaparición física. Podemos decir fue un incansable trabajador de la música que alcanzó gran predicamento en otras latitudes, aunque la más sorprendente era la fiel masa de seguidores israelíes de las que era un verdadero icono.

 

Muchas de sus populares piezas se propagaron por esta zona gracias a la traducción al hebreo y el continuado trabajo de los grandes programadores musicales de Radio Israel [Kol Israel, que hasta hace pocos años también transmitió en español y ladino] y los programas de la emisora del Tsahal que cubren prácticamente toda la cuenca mediterránea con una excelente señal. No olvidemos que muchos judíos expulsados de la Península Ibérica por los Reyes Católicos llegaron a tierras griegas en 1492 y durante la guerra escaparon a Israel, dicho flujo de emigrantes continuó durante varias décadas más y para todos ellos Kazantzidis era “la voz de la patria que se habían visto obligados, una vez más, a abandonar”. También contribuyó a su éxito y popularidad la difusión de la música griega durante las 24 horas de la emisora Radio Agapi, toda una institución dentro de la radio helena en la diáspora.

 

Posiblemente una parte de la población lo idolatró por su compromiso con los más necesitados, hecho que en cierta medida le valió para  ser desterrado a una de las islas en donde realizó el servicio militar que en la época estaba considerado uno de los peores lugares posibles dentro del territorio griego y también habría que contar con su compromiso político. Nunca olvidó sus modestos orígenes y la dura vida de los emigrantes forzosos, así que no fue nada extraño su primer triunfo musical titulado precisamente “Las maletas” que le había escrito el gran Yannis Papaioannou.

 

Un tumor cancerígeno provocó su muerte y fue enterrado con honores de estado, a través de las calles atenienses pasó un cortejo fúnebre seguido por miles de personas, se retransmitió en directo por la televisión pública: el 14 de septiembre de 2001, tenía 70 años, miles de griegos en la diáspora no pudieron contener las emociones, centenares de veces se difundió su legado musical por las emisoras y programas de contenido helénico en todo el orbe;  también participó con su imponente figura y su voz en casi una veintena de películas.

 

Grigoris Bithikotsis (Peristeri-Atenas, 11 de diciembre de 1922-7 de abril de 2005), valor facial de 0,72€. Es otra de las grandes voces que marcó toda una época durante medio siglo en el panorama musical griego y, como otros homenajeados, también de procedencia humilde (Iannis y Tassia, tuvieron ocho hijos); a temprana edad se interesa por el bouzouki que tocaba a escondidas de su progenitor y con el que creó un nuevo ritmo para el rebetiko.

  

No fue tan prolífico como compositor pero nos dejó cerca de un centenar de canciones inolvidables, entre ellas la que para nuestro gusto destaca es “Stu Belami to ouzeri”. Fue muy significativa su colaboración con Theodorakis que le consideraba uno de sus más grandes amigos y juntos dieron vida al emergente ritmo de la escena musical helénica conocido como “laika”, como nuestro anterior homenajeado, también conoció las duras condiciones de Makronisos a donde fue deportado por sus convicciones políticas a mediados del siglo XX.

 

Víctima del cáncer, falleció en el Igia Hospital de Atenas tras tres meses de hospitalización, contaba 83 años; fue otro de los sepelios más impresionantes que han visto las calles atenienses, centenares de personas siguieron el cortejo fúnebre. Como dato curioso, por una vez en la historia: todos los partidos políticos estuvieron presentes en las exequias y entre las numerosas flores y banderolas, destacaba la cinta que envió la Sociedad de Amigos de Stelios Kazantzidis “Grigoris, tú vives con Stelios”.

 

Yaunis Kotsiras escribió en aquellos momentos: “Él era un aristócrata, pero al mismo tiempo una persona sencilla; era mi profesor, mi modelo en todos los sentidos, he perdido al último gran cantante de la música griega”. Su compromiso político llegó a incidir en las protestas estudiantiles contra la Junta Militar, su voz y sus canciones estuvieron relacionadas de manera inseparable con el top griego durante dos décadas.

 

Los Epitafios con Theodorakis acabaron revolucionando la música popular griega. En el 2002 el Presidente griego le impuso la Gran cruz de Oro “Fénix” por su contribución a la música y su compromiso político-social con sus conciudadanos, un ejemplo de integridad que, lamentablemente, parece no tener seguidores a juzgar por todo cuanto acontece en el momento histórico que nos ha tocado vivir en donde, como en el tango, el que trabaja es un “gil”.

 

Vicky Moscholiou (Metasourgio-Atenas, 23 de mayo de 1943-16 de agosto de 2005) imagen que recoge el sello de 1€. Se trata de la más joven de las voces homenajeadas filatélicamente, no por ello la menos importante. Nació durante la ocupación alemana en el seno de una familia de escasos recursos y en su infancia padeció toda clase de privaciones, típicas de cualquier familia de su tipo. Su padre trabajaba en el mercado de verduras y fue una pequeña indemnización a su madre la que les permitió abandonar la habitación que tenían y comprar una parcela en la zona de Agia Varvara donde se construyeron la casa familiar que tantos esfuerzos les costó levantar y en donde nacieron su hermana y hermano. Era una zona tranquila, pero con un contrastado e inmenso desequilibrio social; los gitanos, sus osos y su música tradicional animaban la vida del resto de atenienses que vivían en una de las áreas peor dotadas de la capital, no tenía que ser una infancia infeliz, pero ya querrían para sí muchos de los niños que hoy viven en cualquier ciudad en donde su máxima aspiración es sentarse ante la caja tonta. Vicky, como tantos otros niños de su tiempo, pasaba la mayor parte del día en la calle, saltando y brincando con sus vecinos, disfrutando de la vida al aire libre en un mundo donde las diferencias sociales no existían.

 

La vena musical le vino por parte de los abuelos que trabajaban en el Teatro Nacional, solía acompañar a la abuela y veían los espectáculos juntas; de ahí que pensara en convertirse en actriz aunque al final fue la música la que le atrapó y la convirtió en una de las grandes cantantes del siglo XX.  Su carrera artística la inició en 1962 cuando Bithikotsis le dio un empujoncito para que la dejaran actuar en el famoso club Triana. Su primer éxito lo consigue con “Hathike to feggari” (Ha desaparecido la Luna) de Stavros Xarhakos que originalmente había compuesto para la película “Lola”.

 

Continuaron sus colaboraciones con grandes nombres del momento, Katsaros, Panou, Eleutheriou, Zambetas o Klaidonis fueron algunos compositores que le cedieron o escribieron canciones inolvidables; muchas de ellas se cantan con nostalgia por los que en su tiempo de esplendor eran sus seguidores en los años 60 y 70.

 

Los clubes Deilina y Ximeromata fueron lugares de actuación habitual. Era una de las pocas voces que simultaneaba las actuaciones entre ambos locales nocturnos, su popularidad le permitió cantar para los reyes de Grecia, Persia y Jordania y como tantos artistas salidos del pueblo, se comprometió con el tema chipriota y actuó en el primer concierto solidario con la isla, todavía dividida, aunque la Unión Europea haya hecho oídos sordos a uno de sus principios.

 

Se casó en 1967, tuvo dos hijas con el futbolista Mimis Damazos: Evangelia y Rania. Se divorciaron y, tras dos años de lucha contra la terrible lacra del cáncer, fallecía en el 2005. Sus dos hijas montaron uno de tantos escándalos relacionado con su herencia y la casa en donde vivió la diva fue vendida con todos sus enseres a un prestigioso hombre de negocios. Anochecer fue una de esas canciones de amor que se grabó en los corazones de los adolescentes de su época, todo un clásico dentro de las melodías que destrozan el corazón tras la ruptura de una relación sentimental.

 

Sotiria Bellou (Drobia, antigua Halia, actualmente forma parte de la trama urbana de Chalkida en la isla de Euboia, 22 de agosto de 1921-27 de agosto de 1997 en El Pireo, pero sepultada en Atenas). Posiblemente la voz más representativa del rebetiko; estuvo activa entre 1941-1994 [más de medio siglo de permanencia en el hit griego a pesar de un ocaso nada merecido] y una de las pocas escogidas en los archivos británicos dentro del selecto grupo de las voces más representativas del orbe.

 

Desde pequeñita acompañaba a su abuelo, sacerdote ortodoxo en la minúscula Shimatari, allí no sólo absorbió el sentimiento religioso del ser humano, sino que sintetizó la riqueza de los cánticos bizantinos. Desde muy pequeña comenzó a deleitar a propios y extraños: tenía tres años y pronto su voz infantil se vería acompañada por la guitarra, su padre, propietario de una tienda de ultramarinos en la parte alta de la capital insular, pronto pagaría las clases privadas a la prometedora voz.

 

Su llegada a la capital ateniense coincidió con la declaración de guerra de Italia: el 28 de octubre de 1940, pierde contacto con su familia y se busca la vida con el rebetiko que le componía Vassilis Tsitsanis, al mismo tiempo que trabajaba de sirvienta con una acomodada familia, la venta ambulante y oficios varios para poder sobrevivir en las terribles circunstancias de la guerra, ésta no evita sufrimientos ni a los máximos nombres de la historia, una enseñanza que debería de servir de ejemplo a todos y sin embargo todos lo olvidan. La paz, esa cosa tan frágil no para de ver cómo ponen piedras al camino. Miremos a nuestro alrededor y veremos el negro nubarrón que se cierne sobre nuestras cabezas y que nos han montado los cuatro agoreros de turno al tiempo que se afanan en vaciarnos los bolsillos, porque crear deuda que no podrán sufragar nuestros nietos es simplemente confiscarnos el futuro.

 

La suerte le llega una noche mientras trabajaba de camarera en uno de los característicos clubes nocturnos de la capital ateniense, en Exarheia, Kimonas Kapetanakis descubre su talento y le da el empujoncito: graba su primer disco. En 1948 cambia su lugar de trabajo y va al Panagaki donde actúa otro legendario: Markos Vamvakaris, luego lo haría en varios locales nocturnos donde se codea con las más grandes voces o compositores del momento, fue el caso de los clubes Ruiseñor, Hidra o Triana. Sus éxitos más celebrados fueron letras de los grandes compositores de su tiempo, a Tsitsanis hay que añadirle Papaioannou, Mitsakis o Kaldaras.

 

Fue una cantante que se comprometió en el activismo político y se enfrentó a los nazis que ocuparon Grecia, capturada, torturada y enviada a prisión. En 1944 su biografía indica que se integró en el Ethnikos Laikos Apeleftherotikos Stratos [ELAS o Ejército de Liberación Nacional], también se comprometió con el periódico comunista RIZOSPASTIS y en el levantamiento contra los ocupantes en diciembre de aquel año. Estaba considerada toda una institución en la vida artística griega del momento y equiparable a la inolvidable Maria Callas; su “Domingo nublado” acabó considerándose el segundo himno nacional, había sido compuesta por Tsaousakis durante la ocupación. Lamentablemente la desgracia fue consustancial a su vida privada y prácticamente murió en el olvido, apenas tenía para vivir y carencias económicas de todo tipo le acaban internando en una clínica psiquiátrica.

 

Durante los años de la Junta Militar llegó al mercado una nueva generación de jóvenes consumidores que recuperaron su vigoroso pasado y ella comenzó a grabar con el sello Lyra en 1966. Su fracaso matrimonial y los abusos que padeció en ese corto periodo en común la hicieron bastante impopular y acabó adoptando un estilo de vida en comportamiento y vestimenta que la masculinizaron [algunos biógrafos la encuadran con el lesbianismo pero ella nunca lo aceptó] seguramente como autodefensa en una sociedad machista como lo era la griega de la posguerra.

 

Fue enterrada en el principal cementerio de Atenas al lado del insustituible e inolvidable Tsitsanis. Sólo tras sus exequias el público descubría de nuevo lo más original de su legado que en 1998 se recopiló en una biografía y una década después era grabada por la ERT [Elliniki Radiophonia Teleorassi] entidad pública equivalente a nuestra RTVE. El valor facial es el más alto de la serie: 4,80€ y con el tiempo se convertirá en una de las estampillas más buscadas. ¡Tiempo al tiempo!

 

 

TIRADA EN HOJAS DE 25 EJEMPLARES, OTROS MATERIALES CONEXOS

FACIAL

MÚSICO O MATERIAL

TIRADA TOTAL

0,10 €

Tsitsanis

2.000.000

0,20 €

Zampetas

2.000.000

0,58 €

Kazantzidis

3.000.000

0,72 €

Bithikotsis

3.000.000

1,00 €

Moscholiou

2.000.000

4,80 €

Bellou

200.000

7,40 €

Hojita bloque con la serie completa

10.000

9,80 €

Sobres de primer día

20.000

11,00 €

Paquete de presentación

1.500

21,50 €

Hoja de álbum

1.500

32,00 €

Hija de álbum en edición de lujo

2.000

1,60 € (multiplicar x 6)

Seis máximas / entero postales

1.500 (x6)

 

 

 

www.elta-net.gr

 

JUAN FRANCO CRESPO

lacandon999@gmail.com

 

Juan Franco Crespo

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Juan Franco Crespo

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