FILATELIA: PERSONAJES: MARÍA TERESA DE AUSTRIA

Posiblemente uno de los personajes clave en la historia de lo que otrora fuera el imperio Habsburgo y que todavía se le recuerda con nostalgia en todos los territorios en los que fue emperatriz. Ella escribió. “Jamás descuidaré los deberes que respecto a mis súbditos me impone mi condición de soberana cristiana” [respuesta al Estatúder de Holanda en 1744].

Nació en Viena el 13 de mayor de 1717 y allí moría el 29 de noviembre de 1780, fue bautizada como Maria Theresa Walburga Amalia Christina. Reinó entre 1740 y 1780, cuatro décadas dedicadas a su imperio y que dejaron impresionantes joyas arquitectónicas prácticamente en todos los confines imperiales; como mujer de su tiempo, tampoco desperdició la oportunidad de la maternidad y tuvo nada menos que 16 hijos.

La emperatriz modernizó los territorios del imperio Habsburgo a pesar los peligros que tuvo que sortear y que llegaron a amenazar la supervivencia de la misma monarquía [eso sucedería en el XX cuando un atentando acabó trastocando la vida de millones de europeos que parece no aprenden del ejemplo y de nuevo la violencia sacude el continente y sólo sabemos quejarnos cuando todo a nuestro alrededor se hunde].

Los derechos sucesorios que Carlos VI promulgó en 1713 en su célebre pragmática convertiría en fundamento de derecho público su visión futurista, se debía de asegurar la indivisibilidad de los estados de los Habsburgo que también comprendían territorios que hasta entonces habían sido españoles [Milán, Nápoles, puertos de la Toscana, Cerdeña, etc.] que en 1714 engrandecieron los límites que habían sido establecidos en la célebre Bula de oro [1356] y que los territorios aceptaban como parte de la corona imperial.

Pero, curiosa la historia de la que nunca aprendemos, al desaparecer el príncipe Eugenio [1736] y la muerte del Emperador Carlos VI, la administración, corrompida y rutinaria presagiaba lo peor y, sin embargo, la princesa, amante de la paz, tuvo que prepararse para defender su herencia e, incluso, acrecentarla aunque en muchos momentos tuviera graves reveses que supo aprovechar para tratar de mantener intactos sus límites territoriales; algunos de los estados de la época, simplemente desaparecieron de su esfera de influencia y otros no cejaría en su deseo de recuperarlos, fue el célebre caso de Silesia.

La princesa, convertida en emperatriz, se enfrentó a la reorganización de la parte administrativa y financiera, le seguiría la judicial y la militar que consolidarían un sistema político hasta la famosa revolución francesa que llenaría de sangre todo el hexágono. Algunos biógrafos de la soberana no la trataban precisamente con guante blanco, por ejemplo, F. Bluche dejó escrito sobre el personaje: “Déspota ilustrada, sin poseer en sí misma el espíritu de la ilustración”; que reafirmó su voluntad de unificación que garantizó la pervivencia del estado austriaco hasta las convulsiones de 1848.

María Teresa fue una devota católica, pero no se dejó amilanar por los males que azotaban las instituciones de su tiempo y se enfrentó o actualizó las existentes para adaptarse a los nuevos tiempos, disminuyó los días festivos e incluso suprimió a los jesuitas en su imperio en 1773. En cierta medida, seguía la tónica de otras monarquías, despojando de poder y riqueza a aquellos que la habían amasado, recordemos cómo en la península Ibérica los Caballeros Templarios habían sido despojados prácticamente de todo lo que habían acumulado y los soberanos pasaron de ellos cuando ya no les servían a sus intereses.

La última década de su mandato, posiblemente, fue la que más popularidad le proporcionó, tuvo que poblar, colonizar y empadronar los territorios más despoblados y alejados para imbricarlos dentro del inmenso imperio y con ello la producción de bienes y servicios que llegaron a todos sus confines. Tampoco descuidó al campesinado al que socorrió mediante una gran red asistencial o la eximió de días de trabajo [aquí me permito hacer un inciso: en pleno siglo XXI prácticamente cada español ha de trabajar casi medio año para liquidar los numerosos gravámenes que padece y que puntualmente nos recuerda la propia Hacienda en el caso del IRPF o los ayuntamientos, con el IBI ese que dicen que no sube pero que, en mi caso, se ha multiplicado por dos, en apenas tres lustros. ¡Menos mal que estamos en crisis!… Aunque los municipios se la pasan por el forro y lento, pero seguro, año tras año, te sisan una parte de lo que es tuyo y ellos dilapidan a juzgar por las insensateces del día a día y los sueldos que los mismos se asignan, cuando no utilizan descaradamente como si de una finca particular se tratara, aunque en la práctica todo lo negativo se lo pasan al ciudadano que ha de pagar, puntualmente, faltaría más, todas sus locuras].

Digamos, en fin, que Maria Teresa, a pesar de las duras pruebas y los numerosos conflictos bélicos, supo guardar los muebles y luchar contra un sinnúmero de incidentes y enfrentamientos, unos valores que en el siglo XX saltarían hechos añicos y los herederos, cumpliendo la tradición generacional, dilapidaron.

Varias son las administraciones postales que han lanzado sus nuevos sellos de correo, de las que nos llegaron datos, la más madrugadora fue la administración checa con un facial de 32 coronas puesto en circulación el 3 de mayo de 2017, día exacto del tricentenario de su nacimiento. El diseño fue obra de Jindrich Ulrich y el grabado lo realizó Milos Ondracek, se imprimieron en huecograbado a cinco colores y nos muestra a la soberana en un retrato oval que lleva 16 puntos en tonos rojizos a su alrededor, simbolizando el número de hijos que tuvo. En el sobre de primer día las iniciales de la emperatriz en un clásico estilo rococó y el matasellos especial nos muestra el célebre león rampante extraído de una medalla conmemorativa de la coronación como reina de los checos.

Las otras administraciones postales que anunciaron una emisión ómnibus son: Austria, Eslovenia, Croacia, Hungría y Ucrania que los pusieron a la venta el 13 de mayo de 2017 dentro de la programación conjunta de los cinco servicios de correos que otrora formaron parte del servicio imperial.

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JUAN FRANCO CRESPO
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