Marta Szabó (1917-.19.11.2007) nació y estudió en la bella Debrecen, allí finalizó su formación en 1935, obtuvo el título de profesora de arte en Latín y Húngaro en 1940, año en el que se iniciaría su aventura pedagógica: trabajó dos años en su ciudad natal y tres más en Hódmezövásárhely. Vivió los tiempos amargos de la guerra, aunque las primeras elecciones llegaron en 1945, los comunistas apenas obtienen el 17% de los votos, pero el mariscal Vorochilov impuso al partido vencedor [el efímero Partido de los Pequeños Propietarios, disuelto en 1947]. En realidad se formó un gobierno de coalición, los comunistas se hicieron con ministerios clave como el de Interior (Imre Nagy) y de Comunicaciones Ernö Gerö [si no recuerdo mal era una buena pieza en las célebres checas de Barcelona].
Fue una etapa en la que vio la luz su primera obra BARANY (El cordero, 1947) Entre 1945-1949 su trabajo le llevaría al Ministerio de Educación y Asuntos Religiosos, las purgas comunistas estaban por llegar y a ella le tocaría experimentar, en carne propia, las tremendas y expeditivas purgas estalinistas de la época. La inmediata fue la pérdida de ese puesto de trabajo que acabó llevándola al ostracismo.
Ella iba explorando el mundo de la literaria y de esa forma publicaría sus primeras obras poéticas que le acabaron granjeando una gran reputación en las letras húngaras. Pasaría a la novela, repite algunos éxitos que acaban siendo filmados. Su segundo volumen poético llega en 1949 con Regreso al hombre y con el que alcanzará el premio Baumgarten.
Toda su producción de la década de 1950 sólo vería la luz años después, pero Szabó continuó en ese proceso de transición de la poesía a la novela. Sus dos obras más famosas de los cincuenta serían Fresco y El Cervatillo (1958 y 1959) que llamaron la atención de los especialistas en la literatura del momento, incluso lejos de su patria. Ese último año también será significativo, se convierte en freelancer y recupera la tradición de las novelas con alto contenido psicológico. Algunas de sus obras posteriores, en cierto sentido, recogen su propia experiencia vital; digamos que encierran su autobiografía como fácilmente podemos descubrir en El antiguo manantial (1970) o La historia de la vieja moda (1971) que, en cierta medida, nos transporta a su infancia feliz en aquella ciudad de provincias donde vivió su primer cuarto de siglo de vida.
Los niños y la adolescencia quedan perfectamente engarzados en tres títulos que, en su momento, la encumbraron, no sólo entre los adolescentes de su país, sino que atrapó a lectores de todas las edades que quedaron enganchados en su peculiar manera de narrar, experiencias que prácticamente eran comunes para toda su generación. Este tipo de narrativa les recordaba sus propias vivencias y, en cierta medida, es lo que me pasó con un título que ya reseñé en esta serie: La radio de piedra que leía con gran interés, no es una obra de alto nivel literario, pero su relato me devolvía a mi infancia y adolescencia: ¡Cómo me hizo reír! Szabó publicó Joven Sofía (1958), Isla Azul (1959) y Lara, la hada (1965).
Magda Szabó todavía tuvo la suerte de recibir una serie de honores en vida [los honores tras la muerte, poco reconfortan al personaje], fue algo que en cierta medida la rejuveneció y la hizo llegar más allá de su estricto marco geográfico. En 1978 recibiría el Premio Kossuth y su novela La Puerta (1987) fue traducida a casi medio centenar de lenguas para conseguir colocarse en el 2015 en el prestigioso New York Times como uno de los mejores relatos de ese año. En el 2003 se hizo con el prestigioso premio francés Fémina y ese año se llevaba al séptimo arte “La Puerta”. Otra de sus obras más conocidas es Para Elisa, se publicó en 2002 y, una vez más, tiene un alto contenido autobiográfico, relata la historia de una niña desde su nacimiento hasta que abandona la escuela.
Era miembro de la Academia Europea de Ciencias y de la Academia de Literatura y Arte Széchenyi, mientras que su ciudad natal y Budapest le concedieron el título de ciudadana de honor.
El correo húngaro le dedicó un bello ejemplar donde predominan los grises y tonos violáceos que muestran a la profesora, poeta y artista en la plenitud de su vida y, a pesar de los años, todavía con un bello rostro que parece decir que mantiene la esperanza; fue realizado por Attila Elekes con las fotografías de Ottó Vahl (Cultiris Cultural Photo Agency), formato vertical, se imprimió en hojas de cincuenta ejemplares y tuvo una tirada de 200.000 efectos de 435 Ft., que corresponden a la tarifa básica hasta 20 gramos de peso y con poder liberatorio para una carta a cualquier punto de Europa, impresión en offset cuatricolor; comenzó su circulación el 5 de octubre de 2017.
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JUAN FRANCO CRESPO
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