El sello de calidad para enfrentarse a un mundo sin prisas se llama CITTASLOW. Agrupa a ciudades que han de reunir hasta 70 premisas para poder integrarse en la red que nació a finales de los años noventa de cara a fomentar y preservar el estilo de vida tradicional y huir de la comida basura [fast food o comida rápida tan de moda en los tiempos modernos] que tanto daño está provocando en una sociedad anestesiada e invadida por un horrible consumismo que ha llegado, incluso, a la calidad de las relaciones humanas donde, las redes sociales, alcanzan cotas de idiotez que uno creía superadas.
No es extraño que haya gente que pida paso, suponemos que para husmear, pero para eso realmente no hay que dar paso a nadie, basta unas horas por las redes para descubrir el pasado más oscuro del más inmaculado ciudadano que, a poco que haya estado expuesto en la vida pública, habrá acumulado centenares de referencias, a veces insustanciales, pero que pueden ponerle en serios aprietos en cualquier momento de su existencia. Otras veces te encuentras individuos por la calle que no dicen ni adiós y, sin embargo, te piden que los incluyas en el listado electrónico de amigos. Es la estolidez más absoluta de nuestra sociedad, engreída, anestesiada y sobreprotegida que espera… ¡Qué ilusa!, que sean los otros los que le solucionen sus problemas.
Pero no es esta la filosofía precisamente del movimiento Cittaslow creado en Italia en 1999 y en donde, al momento de redactar estas líneas, había 228 ciudades de 30 países, una razón imprescindible para integrarse: tener menos de 50.000 habitantes y luego cumplir los otros requisitos que están enfocados en mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, el uso de las energías renovables, la conservación de las tradiciones o el buen uso de los recursos naturales o mayoritariamente bío.
Turísticamente hablando, estas tranquilas poblaciones suelen ser destinos realmente atractivos para cortas escapadas que permiten saborear una calidad de vida que parecía había desaparecido: te olvidas del reloj, recorres la zona al ritmo que te permite tu aparato locomotor que, a veces, te pide descanso y eso no quiere decir precisamente aburrimiento. Sólo se necesita una mente abierta, buen calzado y tiempo para disfrutar de lo que va apareciendo tras la última esquina.
En España hay varias ciudades así catalogadas, las primeras que se incorporaron a ese ritmo de vida fueron las vizcaínas de Munguía y Lequeitio y hoy suman una decena. No hay prisa para entrar en ese particular paraíso; personalmente me encanta la zona de la Matarraña (Teruel, donde también hay una pequeña población con el logo de Cittaslow) o el Priorato tarraconense que cada vez que me doy una vuelta me parece marcho a épocas pretéritas y apenas estoy a un centenar de kilómetros de casa.
En el caso de la emisión que le dedica el correo de Chipre Turco, las tres que han sido honradas con un sello de correos aparecido el pasado 23 de marzo de 2017, son: Mehmetçik (facial de 60 kurus), Yenibogaziçi (1 Lira) y Lefke (2 liras). La primera de ellas es la Galatea de la toponimia griega y se localiza en la zona oriental de la isla y está catalogada Pacifica, como su naturaleza, el sello nos ofrece sus amplias playas y las uvas que dan lugar a unos de los mejores caldos de esta zona insular del Mediterráneo Oriental.
Para el dedicado a Yenibogaziçi se han escogido las ruinas romanas y quiere resaltar el empeño del municipio por salvaguardar su patrimonio cultural e histórico junto a la agricultura tradicional que se practica sin prisas localmente y que promociona los productos de la tierra que se dan en esta zona oriental de manera muchas veces artesanal.
Finalmente el dedicado a Lefke [lado occidental de Chipre, muy cerca de la famosa Bahía de Morphou] y apenas cuatro mil almas, mayoritariamente de origen turco tras establecerse en la zona en el XVII; pasa por ser uno de los baluartes islámicos en la isla y en su plaza principal encontramos la estatua dedicada a Atatürk (el 98 aniversario de la República Turca lo celebró Ankara precisamente el pasado 19 de mayo) y, a unos cien metros, encontramos la famosa mezquita del Pachá Osman Piri (XIX); su sarcófago de mármol pasa por ser una de las más bellas obras del histórico período imperial otomano. Aquí nos encontramos la famosa Universidad Europea creada en 1990, atrae estudiantes de todo Oriente Medio y Asia Central o la sede del líder espiritual del sufismo Naqshbandi. El sello nos muestra las ruinas de una puerta romana, palmerales y naranjas que gozan de una gran fama en toda la isla.
Los sellos fueron diseñados por Görel Korol Sönmezer, impresos en offset multicolor por la imprenta de Lefkosa [Nicosia] en hojas de 16 efectos que estarán a la venta en todas las oficinas del servicio postal de Chipre Turco [Oficialmente República Turca de Chipre del Norte] durante un año. El sobre de primer día tiene el precio de 4,60 liras turcas, tuvo una tirada de 2.500 piezas mientras que la serie lanzó 30.000 ejemplares; el matasellos empleado lleva al célebre caracol elegido como logotipo identitario de las Cittaslow o ciudades tranquilas.
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JUAN FRANCO CRESPO
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