Desventuras antárticas: «Scott: dureza sin tregua»

Una de las expediciones organizadas por varios países e impulsadas por el Congreso Internacional de Geografía, fue mandada a finales de 1901 por el inglés Robert Falcon Scott a bordo del Discovery, llevando como segundo al Teniente Shackleton, que años más tarde protagonizaría una de las aventuras más emocionantes vividas en el Antártico.

Tras alcanzar el Cabo Crozier, en la isla de Ross, establecieron allí los asentamientos de invierno. Enseguida el Discovery quedó atrapado en el lugar y allí permanecería durante mucho tiempo. El 16 de febrero de 1902 el Sol se perdió en el horizonte y pronto se dieron cuenta que ya era demasiado tarde para realizar expediciones a pie a larga distancia. Se planearon entonces viajes cortos de entrenamiento con objeto de estar preparados para los más largos, pero las distancias en el Antártico son muy engañosas y el primero que realizaron Wilson y Shackleton fue una dura lección que pudo acabar con sus vidas: regresaron agotados y helados en pies y caras, arrastrando los trineos ellos mismos porque los perros estaban aún más exhaustos.


Shackleton, Scott y el Dr. Wilson

En el siguiente viaje, el 4 de marzo, se desplazaron doce hombres con cuatro trineos. De nuevo, hombres y animales lucharon en un terreno blando que les paralizaba. Al cuarto día los perros cojeaban y el agotamiento extremo obligó a varios hombres a regresar, absolutamente derrotados. Los ocho que quedaron avanzaron un poco más, teniendo que abandonar igualmente e iniciar el regreso, pero cuando se encontraban a sólo cuatro millas de la nave una tormenta redujo la visibilidad hasta casi caminar a ciegas. Este trayecto fue una pesadilla: Evans desapareció dando volteretas por una pendiente, Barne resbaló tras él y le siguieron varios más. Milagrosamente, tres de los hombres quedaron parados al borde de un precipicio con el mar muy bravo golpeando al fondo, pero un perro pasó de largo y se despeñó aullando. Desde entonces caminaban con sumo cuidado. A pesar de las precauciones, un nuevo y oscuro precipicio se abrió ante ellos, Vince no pudo evitarlo a tiempo ni agarrarse al hielo resbaladizo, desapareciendo en el mar. La lucha por llegar con vida a la nave entre la ventisca fue constante, sólo cuatro regresaron. Se organizó rápidamente una patrulla de búsqueda al mando de Wild, que consiguió encontrar con vida a Barne, Evans y Quartley vagando sin rumbo, a su suerte. Dos días más tarde una figura humana apareció caminando colina abajo, era Hare que se había caído en un desnivel perdiendo el conocimiento y con su cuerpo cubierto por la nieve había permaneciendo 36 horas inconsciente.

En el verano se reanudaron las expediciones. El 2 de septiembre Scott y otros ocho hombres partieron, pero a los tres días estaban de regreso, la dureza del tiempo no les daba tregua, llegaron a sufrir temperaturas de hasta 52º C. bajo cero y tempestades de extraordinaria violencia. En sus diarios dejaron constancia del sufrimiento pasado: «…cambiarse la ropa de día a la de dormir era una tarea realmente laboriosa; al quitarse los calcetines se quedaban helados como ladrillos en cuestión de minutos… los calambres y temblores de frío podían durar horas… cuando las ventiscas agitaban la tienda llovían cristales de hielo de la condensación sobre los hombres que dormían debajo»


El Discovery

Muchos otros viajes se intentaron en el verano y principios de primavera de 1902, pero el más ambicioso partió hacia el Sur el 2 de noviembre, en el que iban Scott, Shackleton y el Dr.Wilson. Se pretendía explorar más allá de la zona conocida que aparecía en los mapas. El viaje fue de los más duros jamás vividos, no había comida para los perros, ya que el pescado desecado se había descompuesto cuando el Discovery pasó por los trópicos, hubo que sacrificar algunos de ellos para ir alimentando a los otros. A pesar de todo, cruzaron los 80º Sur, a partir de aquí en los mapas solo aparecía un espacio en blanco. Antes de abandonar, llegaron a los 82º 17′ Sur, a sólo 480 millas del Polo, ya con Shackleton muy afectado por el escorbuto. El 3 de febrero de 1903 concluyeron su hazaña. Emplearon 93 días y recorrieron 960 millas, 300 millas más hacia el Sur que ningún otro humano antes que ellos. Mientras tanto, el Discovery seguía atrapado.

Meses antes, preocupada la Real Sociedad Geográfica de Londres por una ausencia tan prolongada, envió en julio de 1902 al Morning en misión de rescate, pero a la llegada no pudo hacer más que dejarles víveres suficientes para que pasaran otro invierno en su lugar de confinamiento y llevarse a Shackleton, que había empeorado. No sería hasta el 14 de febrero de 1904 en que el Discovery quedó liberado y pudo abandonar la zona en compañía del Morning y el Terranova.

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Abel Domínguez R.
Miembro de las Campañas científicas españolas
a la Antártida 1989-90 y 1990-91

Abel (El Tecnotrón)

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