Oltenia fue cedida a Austria por la célebre paz de Passarowitz (1718) en la que Turquía también perdía el Banato. Se localiza en el suroeste de Rumania y limita en su parte internacional con Bulgaria y Serbia.
Craiova, la capital, ocupa la que antiguamente fue una ciudad dacia (Pelendava) y sus cercanías, en el lejano XV, fueron elegidas por el voivoda valaco Mircea para luchar y vencer a las tropas de Bayaceto. En el siglo siguiente el gobernador de Oltenia Miguel el Bravo hizo de la ciudad una de las más prósperas, económicamente hablando, de toda la región e incluso fijó allí su residencia; lamentablemente, las algaradas ¿les suena la película?, y la posterior guerra ruso-turca acabó incendiándola, para finalizar sus desgracias padece una epidemia de peste que afecta a la región y sólo en el siglo XX parece que vuelve a remontar el vuelo, hoy es una pequeña y tranquila ciudad en el contexto rumano, pero no exenta de atractivos turísticos.
Allí abundan los lugares atractivos aunque no sean muchos, tenemos la suerte de encontrar todo lo que puede ser de un interés más o menos inmediato y su fabuloso jardín botánico algo más lejos del centro no deja de cautivar al visitante. En su coqueto museo podemos encontrar un viejo pergamino de 1475 que pasa por ser el documento más viejo que habla de Craiova. La emisión postal que viene a hacernos descubrir esta joya rumana consta de cuatro sellos con edificios históricos y dos con sus productos más significativos: la cerámica y la viticultura.
El facial de 2.40 lei recoge uno de los edificios más representativos de Craiova, el conocido como Cula Greceanu, una construcción fortificada que hoy conforma el complejo museístico de Maldaresti en la zona de Valcea. Fue construido y reconstruido en el XVII-XVIII; en el XIX pasó al patrimonio de la familia Greceanu de la que ha quedado el patronímico por el que hoy se conoce.
El de 3 lei recoge el Museo de Arte de Craiova inaugurado en 1954 en el suntuoso palacio de uno de los hombres más ricos de su tiempo: Jean Mihail y estuvo diseñado por el arquitecto francés Paul Gottereau, se levantó a principios del XX con los materiales más exclusivos de su tiempo: mármoles de Carrara, cristal de Murano, espejos de Venecia e incluso las paredes se cubrían con seda importada directamente de la ciudad francesa de Lyon.
El de 3.30 lei se dedica al Monasterio Tismana uno de los más viejos y grandes de todo el país. Sus inicios se remontan al reinado de Radu I (1377-1383); Mateo Basarab añadiría nuevos elementos entre 1646-1651. También fungió como fortaleza y está equipado con sus correspondientes torres defensivas que le fueron añadidas en 1821 por Tudor Vladimirescu. En la turbulenta historia rumana se le conoce por ser el lugar donde se ocultó el denominado tesoro nacional entre 1944-1947, los recursos auríferos del Banco Nacional de Rumania se salvaron de la rapiña germana y posteriormente la soviética, gracias a que se ocultaron en este peculiar lugar. El museo que fue inaugurado en 2013 también ofrece abundante información sobre las más de 200 toneladas de oro que se escondieron en sus muros y se salvaron de los indiscriminados saqueos que produjo aquella terrible conflagración y de la que parece que hemos aprendido poco. La flaca está atenta y parece estamos viviendo el preludio de todo lo que nos caerá gracias a la necedad de cuatro ineptos y la insaciable demanda de las masas, en muchos casos, sin aportar nada al arca común, resulta que son los que más consumen de ese patrimonio que tanto ha costado levantar. En nuestro caso, o sea: España, ya hemos pasado, otra vez, el fatídico límite de no generar ni para pagar los intereses, con lo que aquel ínclito que dijo que los recursos públicos no son de nadie nos dejó realmente “apañados” ¿o simplemente quería decir que se joda el que venga detrás? Aunque tampoco por el nordeste peninsular sus políticos se quedaron mancos y los que vivimos aquí siempre hemos sufrido un saqueo a nuestros ingresos gracias a esa avaricia que caracteriza a sus gobernantes y que arranca centenares de años atrás cuando los campesinos morían de hambre a pesar de trabajar de sol a sol… y cuando se les inflaron y tomaron las hoces y comenzaron a cortar cabezas, entonces se las apañaron para que vinieran desde fuera a salvarles el pellejo…¡En fin que tenemos demasiadas coincidencias con la actualidad más rabiosa del otoño del 2014!
El facial de 4.30 lei está dedicado al Monasterio de Hurezi que inició su construcción en 1690 bajo el mandato de Constantin Brancoveanu que entonces regía los destinos de las tierras de Valaquia; su iglesia la constituye un edificio de tres plantas que era el requerimiento de la residencia real hasta que aconteció la trágica muerte de su fundador en 1714. Pasa por ser una de las más bellas de las edificaciones que levantara Brancoveanu y uno de los más complejos y completos recintos monacales rumanos; aún hoy constituye uno de los lugares más apreciados por la espiritualidad del pueblo rumano y es, que duda cabe, una de las más famosas construcciones religiosas de toda Oltenia. Se localiza a unos 40 kilómetros de Ramnicu Valcea en una espléndida loma rodeada de frondosos valles y bosques. Desde cierta distancia parece un castillo y no un monasterio, años atrás sufrió una restauración y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En su interior encontramos innumerables objetos religiosos y retratos de las tres principales dinastías de Valaquia (Basarab, Basarab-Brancoveanu y Cantacuzino).
En el facial de 4.50 lei aparece la cerámica de Horezu cuya técnica alfarera arranca varios siglos atrás; prácticamente toda la simbología que aparece en sus obras está relacionada con las costumbres y la vida cotidiana de sus habitantes que cada año celebran su Fiesta Tradicional de la Cerámica que profundiza en las raíces de su historia y tradición. En definitiva, si visita el monasterio citado en el párrafo precedente, una buena opción es darse un paseo por el suburbio de Satul Olari (el ayuntamiento solía hacer visitas guiadas) para descubrir en cualquier época del año esas obras de arte que realizan los ceramistas de la región y que se exportan a numerosos países.
Y para finalizar el facial de 14.50 lei dedicado a los vinos de Oltenia; concretamente las variedades de Cramposie y Dragasani (blanco y tinto respectivamente) que se colocan sobre unas viñas primorosamente enfiladas que están en todo su esplendor en los meses estivales. La variedad Cramposie Selectionata fue obtenida en 1972 de una vieja cepa denominada Carloganca y da lugar a un vino seco lleno de sabor y aroma bastante parecido a nuestro moscatel o malvasía canario. El Negru Dragasani es el producto del cruce de las variedades Negru Vartos y Saperavi que dan lugar a unos vinos tintos secos con gran cuerpo e intensos tonos rojos (me recuerda al priorato tarraconense). Los vinos de esta región son desde tiempos inmemoriales habituales en las mesas de los monarcas, príncipes o mandatarios rumanos.
Preciosa la emisión en hojita (5+1 viñeta) que se complementa con la viñeta sin valor postal que lleva el escudo heráldico y un triángulo con uno de esos bellos y coloridos bordados de la región; el león rampante aparece en todos los sellos bajo fondo rojo. El diseño fue obra de Mihai Vamasescu y Stan Pelteanu, realizada en offset y poco más de 40.000 efectos de tirada (se incluyen todas las variedades de la emisión, 5+1, HB de seis y hojas de 32 sellos).
JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es
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