Descubriendo las tierras checas: La praguense catedral de San Vito

Hablar de Praga es hablar, entre otras cosas, de su impresionante castillo que comprende un abigarrado conjunto arquitectónico que recoge una historia milenaria y marca la complejidad de la vida en esta tierra enclavada en el corazón de Europa. El Castillo ha sido, desde los mismos orígenes del estado, la sede del poder temporal y espiritual del pueblo checo y hacia allí hemos de encaminar nuestros pasos para poder disfrutar de una parte indisoluble de la historia de Praga: la Catedral de San Vito.

 

Fue en el X cuando se comenzó su construcción, inicialmente la iglesia estaba dedicada a San Wenceslao y a la que en sucesivas fases se le fueron incorporando elementos. En el XI fueron los de la basílica románica con tres naves; en el XIV el monarca Carlos IV encargaba la construcción de la primera Catedral Gótica a Mathias de Arrás y continuaría Peter Parler. En el XIX-XX se concluía la parte oeste, en esa fase final estuvieron presentes Josef Kranner, Josef Moker y Kamil Hilbert, dándose por finalizada la obra en 1929: casi mil años desde que se colocara la primera piedra.

La edificación es uno de los templos góticos más grandes de Europa y domina prácticamente todo el casco histórico praguense, se levanta, orgullosa, en el célebre Castillo de Praga que tantas veces apareció en los sellos checos y que tanto me recuerdan los días de escucha, siendo niño en mi Alhama natal, de la melodiosa voz de Radio Praga [hace pocos meses dejó el éter y hoy es uno de esos retazos de historia radial que apenas tiene presencia en la radio mundial, salvo por las retransmisiones que desde Miami realiza WRMI y que, trasnochando –o bien madrugando- a veces llegan a captarse a través de las frecuencias de onda corta, curiosamente la emisora cerró, como tantas otras en Europa, tras su entrada en la UE , parece como si los burócratas de Bruselas se sintiesen molestos por las emisoras internacionales y, sobre todo, por la onda corta a la que no paran de darle garrotazos y nos quieren llevar a las nuevas tecnologías que controlan hasta el aliento, pero sobre todo, las grandes multinacionales de la comunicación realizan grandes negocios gracias precisamente a los servicios de facturación fija aunque, demócratas ellos, el último toque se lo da cada país para pretender ahorrar algo en el presupuesto mientras se despilfarran centenares de millones en obras inútiles], especialmente cuando sonaba el cuerno postal anunciando las novedades filatélicas en los lejanos años sesenta: durante más de tres décadas, escuchabas el programa, relatabas los detalles filatélicos y la emisora te enviaba, con puntualidad alemana, los sobres de primer día que tanto lucen en cualquier colección por su impecable factura.

 

Carlos IV (1346-1378) fue el que hizo suyo el ambicioso proyecto que hoy embeleza al visitante; recordemos que las guerras husitas (Jan Hus) detuvieron la construcción en el XV y se retomarían en el siglo siguiente. La Puerta Oeste [o dorada] fue en su día la entrada principal y en ella aparecen las figuras de Carlos IV y su esposa (Isabel de Pomerania) arrodillados ante un Cristo, ahí encontramos también el mosaico de más de un millón de piezas de vidrio que se añadió en 1908.

A pesar de la dilatada historia, lo que más sorprende es el tono armonioso de la construcción, algo que indica la “calidad humana de los que participaron para levantar el templo”. Uno queda extasiado ante el detallado trabajo en plata que alberga la tumba de San Juan Nepomuceno. Otro rincón impresionante es el mausoleo imperial que, finalizado en 1509, alberga los restos de Fernando I, sus esposa y su hijo Maximiliano II [aunque no tenga directa relación, también Eslovenia realizó una emisión dedicada al 600 aniversario de la coronación de Bárbara de Cilli, soberana que descansa en la famosa Catedral praguense, sello emitido en una bellísima hojita bloque].

 

Otra impresionante vidriera es la que realizara Alfons Mucha (1860-1939) artista cuyas obras se han convertido en sellos en numerosas ocasiones y que superó su estricto marco geográfico, especialmente en sus diseños comerciales. Y para rematar, una visita rápida a la Catedral de San Vito, nada mejor que darse una vuelta por la Capilla de San Wenceslao que se construyó entre 1362-1367 por Peter Parler, pasa por ser toda una lección de historia sobre la vivencia de las tierras checas. Es una de las zonas más antiguas del impresionante recinto religioso.

La Catedral de San Vito también se le conoce como la de San Wenceslao y San Adalberto. En conjunto son los tres grandes santos checos, el nombre de los tres fue restituido por el cardenal Miloslav Vlk en 1997, pero popularmente sigue conociéndose como San Vito y es que la costumbre pesa, se necesitarán años para volver a recuperar la toponimia que muchas veces se cambia por el capricho y la gloria -efímera- de los políticos de turno. No obstante, al celebrarse el milenario de la muerte de San Adalberto, las autoridades eclesiásticas quisieron devolver el nombre que se consagró en el románico con el obispo Gebhart (Spytihnev II) en 1074. En diciembre de 2011, los funerales de estado de Vaclav Havel recuperaron también su celebración en la catedral cuyo primer funeral, de estas características, se celebró en 1875.

El sello de hoy nos devolvió a aquel lejano primero de mayo hace casi cuarenta años, cuando compartí tribuna en el desfile de los trabajadores checoslovacos. El sello en versión hojita bloque fue emitido el 15 de octubre de 2014, facial de 58 coronas, el primer arzobispo de Praga aparece arrodillado: Ernesto de Pardubice, en el suelo aparece la simbología religiosa del cargo y una imagen de la primera vez que se dibujó la catedral [extraída de la Schedel World Chronicle, Nuremberg, 1494] y en la ilustración de la hojita un dibujo estilizado del templo sobre el que también están dos ángeles invocadores del cuadro de Nuestra Señora de Klodzko, una obra de arte que el arzobispo donó a los Agustinos para el monasterio que levantaron en su ciudad natal.

En el sobre de primer día se han grabado cinco de los primeros benefactores que tuvo la catedral: Carlos IV, Juan de Luxemburgo, Ernesto de Pardubice y los primeros constructores Mathias de Arrás y Peter Parler, impreso en offset combinado con el huecograbado que hace de los sellos checos uno de los mejores productos a nivel mundial no sólo por la calidad final, sino por la alta reputación de sus artistas [también se alzaron con un premio en la ceremonia del 31 de octubre de 2014 en Madrid con la emisión dedicada a los Santos Cirilo y Metodio]. El trabajo gráfico fue obra de Jan Kavan y el grabado lo realizó Milos Ondracek. El matasellos lleva el escudo del arzobispo y el flamboyan.

JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es

Juan Franco Crespo

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