Es el título de una de las últimas emisiones postales realizadas por el correo del Gran Ducado de Luxemburgo para honrar al famoso maestro impresor que dio origen al revolucionario sistema de la imprenta. En varias ocasiones ya escribimos que, en realidad, los tipos móviles en el mundo de la imprenta hacía años que se utilizaban en el otro lado del mundo (Corea, China o Japón empleaban el sistema) y los interesados en este apasionante tema sólo tienen que buscar en viejas revistas filatélicas o ir directamente a alguna web coreana en donde lograrán información al respecto.

La escritura, o lo que es igual, poder divulgar el pensamiento de manera masiva, aunque nos parezca un hecho anodino y cotidiano, sin embargo no lo era hace pocos años; incluso la enseñanza, esa materia tan denostada en la piel de toro por los poderes públicos que hacen lo indecible por trocearla y destrozarla, apenas si llegó a ser una conquista del pueblo a mediados del siglo pasado, por mucho que ahora, en uno de los peores momentos en cuando a nivel y calidad, nos quieran hacer creer que la universalidad de la educación llegó con la tan “cacareada democracia”.

Gutenberg (Johannes Gensfleisch zur Laden zum Gutenberg) nació hacia 1397 dentro de lo que entonces se conocía como el Sacro Imperio Romano Germánico en Maguncia (actualmente Alemania), era hijo de familia de rancio abolengo y por motivos políticos se vio obligado a emigrar a Estrasburgo, se cambió su apellido a Gutenberg que sería, a la postre, con el que acabaría entrando en la historia por méritos propios al alzarse como el inventor de la imprenta en occidente. En esta ciudad francesa tiene hoy su sede el Parlamento Europeo o el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (algo que muchas veces nos preguntamos para qué sirve, sobre todo, cuando derechos ganados a pulso por la ciudadanía son pisoteados por políticos de media Europa y nadie de la judicatura española, que a veces conculca también nuestros derechos, se rasga las vestiduras: a fin de cuentas sirven a quienes les nombra, así que a veces es allí a donde recurrimos como última instancia en busca de la justicia que suelen negarnos en nuestros domicilios originarios).

Él trabajó en la histórica ciudad como grabador y desarrolló los tipos metálicos móviles en forma de dados o prismas que permitieron la impresión de centenares de copias de una obra cuando antes ese trabajo era exclusivo de los copistas que, generalmente, pertenecían a las órdenes religiosas. Tras regresar a su ciudad natal se asocia con Johann Fust y montan la primera imprenta en el continente con la que se lanzan a imprimir la Biblia en 42 líneas a dos columnas; la sociedad duró poco y Fust reclamó su inversión: ganó el juicio correspondiente en 1455.

Gutenberg monta otra imprenta, ahora con la ayuda del síndico Konrad Humery, a este período se le atribuye la edición del Catholicon (1460) aunque aún hay dudas de que él fuera el verdadero impresor. Poco después (1465) el arzobispo y elector Adolfo de Nassau le concede un puesto en su corte con el fin de asegurarle sus últimos días, dicen que se había quedado ciego.

Pero el paso ya se había dado y, como un reguero de pólvora, Europa vería propagarse la imprenta y la expandió por el mundo de la mano, muchas veces, de las órdenes religiosas o de las administraciones coloniales que las llevaron a sus posesiones ultramarinas. Luego nacieron los medios de comunicación escrita que la alfabetización, poco a poco, hizo ampliar el número de lectores de unos cuantos centenares a los millones de personas que leen de manera habitual en el siglo XXI.

A finales del pasado siglo, otro invento que venía experimentándose por militares y radioaficionados, haría cambiar el sentido mismo de la comunicación y haría temblar los cimientos de la anquilosada prensa –cuando no los gobiernos que tratan de poner rejas al medio- y del periodismo en general, aunque claro, también el propio periodista tiene algo que ver en ese desapego del ciudadano de a pie hacia su labor cuando se limita a crear contenidos que, en realidad, son meras copias de lo que circula en la red (hace unos días Sport de Barcelona, sin sonrojarse, reproducía, con firma completa de un afamado periodista, el correo MAYONESA y CAFÉ que yo mismo había recibido en 2005, sólo la entradilla y el párrafo final de cierre eran del periodista que, se supone, cobra por trabajar, no por copiar o plagiar descaradamente; o los programas deportivos que se pagaban con fondos públicos en Baleares y que eran simplemente grabados en un estudio por pseudo-periodistas-locutores que no estaban en el estadio, o la de los corresponsales de prensa en conflictos armados que, muchas veces, relatan las “batallas” desde sus confortables hoteles de cinco estrellas). En fin son hechos que dan mucho que pensar y no precisamente a favor de una profesión que debería ser modélica, aunque en las últimas décadas se hayan dedicado al amarillismo… ¡Así nos va!

En definitiva, han sido pasos gestados a través de décadas de investigación los que nos han llevado a la “red” que, en determinados momentos, nos obsesiona y nos aburre, sobre todo, porque algunas compañías nos maltratan al darnos la calidad (a la que se comprometen por contrato) en inferiores condiciones. Sin embargo, a pesar de los pesares, de los centenares de páginas que lograba imprimir Gutenberg en un día, hemos pasado a millones de páginas que se imprimen hoy en día en cualquier rincón del mundo y en los alfabetos más dispares. Una prueba más de la capacidad creativa del ser humano que, a la hora de la verdad parece haber evolucionado poco, sobre todo cuando vemos los disparates que comete por codicia o estulticia política, tanto monta, monta tanto. Aunque nos quieran hacer creer que vivimos en el mejor de los mundos, la realidad es bien distinta a poco que uno quiera entretenerse en echar cuentas de lo que nos cuesta a los “curritos” tanto político inútil y tanto sindicalista liberado que, muchas veces, está de asesor para “fastidiarnos a los que vamos a pie”. Por poner un ejemplo, el del estudiante que “zarandeó” a los “barrigas-contentas” el otro día en el Congreso mientras leían el articulado de nuestra actual Constitución -aunque le quitaron la palabra, por aquello de los dichos reglamentos, que no paran de prohibir- nos hace pensar que no todo está perdido aunque algunos no dejan de arrimar leña al fuego como si el objetivo fuese arder todos lo más rápidamente en la pira de la idiotez que nos adormece.

El homenaje filatélico a Gutenberg nos llega por parte de Luxemburgo que le dedicó dos sellos de 0,50c (rostro del impresor levemente pixelado) y 0,70c (tipo móvil con la letra a y sobre el papel la célebre @ que identifica las direcciones del correo electrónico sobre un fondo que nos lleva a la web oficial del precursor de la imprenta en Europa).

Los sellos fueron diseñados por I Idrizovic y M Kollmann, se imprimieron en offset de alta resolución en multicolor por la Cartor Security Printing (Francia) en minipliegos de 10 ejemplares tamaño 33x28mm con bordes de hoja decorados, comenzaron a circular el 1 de diciembre de 2009.

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JUAN FRANCO CRESPO
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Juan Franco Crespo

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