HENRY PURCELL (nació en Londres en 1659 y murió el 21 de noviembre de 1695). Era hijo de un músico de la capilla de Carlos II, huérfano a los seis años, con ocho formaba parte del coro de la capilla real en donde tuvo como maestro a Henri Cooke, Humphrey y Blow; aprendió violín, tiorba, virginal, órgano y teoría de la música. En 1673 deja el coro debido al cambio de voz y nombrado ayudante de John Hingston -conservador de los instrumentos- faceta le permitirá a Purcell encargarse del órgano de la abadía entre 1674-1678.
En 1677 sustituye a Mathew Locke, nombrado compositor de violines, la influencia será notoria en toda la obra de Purcell que le dedica su Gentle shepherds, ye that know (1677). Dos años después sucedía a Blow como organista y el cargo le proporcionará una mejor posición económica. En 1682 sustituye a Lowe como uno de los organistas de la exclusiva capilla real; al año siguiente sucede a Hingston como organista responsable del mantenimiento de los instrumentos reales. A su muerte sería enterrado en la nave superior de la abadía de Westminster, al lado del órgano que tanto le dio, era el 26 de noviembre de 1695.
A pesar de su corta vida, su producción musical fue considerable, sus primeras piezas datan de 1680, se trata de tres fantasías para violas; la canción de bienvenida al soberano Carlos III: Welcome, vicegerent of the mighty king y parte musical de la obra teatral Theodosius o La fuerza del amor de Lee. En 1692 veía la luz Fairy Queen; en 1693 The Double Dealer; The Married Beau en 1694 y en de su muerte la semi ópera The Tempest.
Su música se vio influenciada por la monarquía y la sociedad de la época, la mayoría de sus piezas fueron oberturas, entreactos, danzas y canciones. Algunas de las producciones teatrales le proporcionaron la oportunidad de incluir mascaradas y escenas con un alto contenido musical; entre ellas The Prophetes o La historia de Diocleciano (1690) destinada a celebrar las victorias de Guillermo III en Irlanda, la escrita por John Dryden King Arthur o The British Worthy (1691). Su obra maestra fue Dido & Aeneas (1689) la preparó para ser interpretada en una escuela de niñas en el exclusivo Chelsea, considerada una de las mejores óperas del XVII y la primera genuinamente británica.
Purcell no escapó a la moda de su tiempo consistente en homenajear a la familia real [le protegían, por lo tanto lógico acariciar las espaldas del poder], no es extraño encontrar canciones compuestas para la realeza, destacan nueve canciones y una oda para las bodas del príncipe Jorge de Dinamarca y la princesa Ana. Realizó seis piezas para los cumpleaños de la reina María; uno de los períodos más conocidos de Purcell fue el transcurrido entre 1680-1695. Prolífico autor de música religiosa, solía iniciar con oberturas al estilo de la ópera francesa. En esta vertiente sobresalen In thee, O Lord, do I put my trust (1682), O sing unto the Lord (1688) y el más impresionante de todos My heart is inditing (1685) que preparó para las ceremonias de coronación de Jaime II.
Realizó 150 canciones de alto contenido dramático y un centenar de piezas formaron parte de los populares repertorios de cancioneros de la época. Está considerado uno de los compositores ingleses más importantes de todos los tiempos y su producción abarca todos los géneros: vocal, música religiosa y profana en forma de himnos, cánones, motetes polifónicos y monódicos o en forma de odas; cantos de bienvenida y aniversario para solo, dúo o conjunto con acompañamiento orquestal.
En la música instrumental ilustra la belleza literaria de autores clásicos como Edipo (1692), Don Quijote (1694), El Rey Ricardo II de Shakespeare (1690), La tempestad de Molière (1685), etc. Su obra completa abarcó 33 volúmenes que da una idea de la alta producción y la versatilidad de uno de los más grandes nombres de la historia de la música universal.
GEORGE FREDERIC HAENDEL (23 de febrero de 1685 en Halle-Alemania, 14 de abril de 1759 en Londres). A los siete años aparecieron sus primeras óperas, en 1702 ingresó en la Universidad de Halle; era hijo de un barbero-cirujano que quería fuera un hombre de leyes pero estudió música de manera clandestina hasta que logró convencer a su progenitor que le permitió estudiar con F. W. Zachow, en aquella época el principal organista de la ciudad que le vio nacer.
Con 17 años fue invitado a ejercer el puesto de organista en la catedral calvinista, que abandonó al año siguiente para marchar a Hamburgo donde toca el violín y el clave en el Teatro de la Ópera en donde presentaría Almira el 8 de enero de 1705 y días después hará lo propio con Nero. Al año siguiente marcha a Italia, durante tres años visita Florencia, Roma, Nápoles y Venecia en donde se representaron sus óperas y obras dramáticas. En la capital italiana compuso algunas piezas de carácter eclesiástico, incorporando la música religiosa a su repertorio. En 1710 decide partir para Hannover, nombrado Maestro de Capilla del Elector, poco después decide partir hacia Londres (1711) donde representó su ópera Rinaldo, la había compuesto en apenas dos semanas, fue la primera ópera italiana escrita expresamente para un escenario londinense.
En 1717 entró al servicio del conde Carnarvon en Edware y en esa residencia compuso una docena de himnos y dos nuevos dramas: Acis & Galatea y Esther. En 1723 era nombrado compositor de la Capilla Real, se naturaliza británico y escribe cuatro antífonas para la coronación de Jorge II. En el verano de 1733 estuvo en Oxford como invitado, compuso el oratorio Athalia que se estrenó en el Sheldonian Theatre, en esta década vieron la luz Orlando y piezas con ballet incorporado: Ariodante y Alcina.
El duque de Devonshire, virrey de Irlanda, lo invitó a visitar Dublín, llegó el 18 de noviembre de 1841, estuvo durante nueve meses y estrenó su insuperable “Mesías”, había preparado con fines benéficos, a partir de ese momento se dedicó a representar oratorios, la mayoría en el nuevo Covent Garden; el Antiguo Testamento fue la base de la mayoría de estas piezas [José, Josué, Salomón, Sansón, etc.] en ocasiones incursionó en la mitología clásica o en la historia del cristianismo [Hércules, Teodora, etc.]
La vista le comenzó a fallar en 1751, prácticamente quedó ciego al ser sometido a una operación de cataratas en 1752, continuó dirigiendo sus oratorios con la ayuda de J C Smith hasta 1758, un año después falleció; en esta etapa apareció una de sus últimas obras The Triumph of Time and Truth (1757). Enterrado con un fastuoso funeral de estado en la londinense Abadía de Westminster, asistieron más de 300.000 personas, era el agradecimiento del pueblo británico para el mayor compositor de su tiempo: el 20 de abril de 1759 se depositaron sus restos en la célebre abadía en donde se colocó el monumento de Roubillac -en 1739 ya hizo la estatua de Vauxhall Garden-.
FRANZ JOSEPH HAYDN KOLLER (31 de marzo de 1732 en Rohrau an der Leitha-Baja Austria, muy cerca de la frontera húngara, Viena 31 de mayo de 1809); su padre, Matías, era carretero y se casó en dos ocasiones, había aprendido a tocar el arpa de manera autodidacta tras finalizar su trabajo, su mujer, Ana María, solía acompañarlo con su voz; el recuerdo de aquellas melodías en el hogar familiar acompañó a Haydn hasta el final de sus días, se le conoce como el “Padre de la Sinfonía”, “Padre del cuarteto de cuerda” o “Padre de la Escuela Clásica de Viena”.
Su talento musical despertó a temprana edad, a los seis años marchó a casa de su primo Matthias Franck, maestro de escuela y cantor de la iglesia en Hainburg (1738). Iniciaba la independencia del hogar de uno de los más grandes compositores de todos los tiempos, ese hecho influyó en su espíritu, tacto y diplomacia toda su vida. Recibió instrucción en lectura, escritura y catecismo junto al canto y diferentes instrumentos de cuerda. Haydn no dejó de repetir: “Siempre estaré en deuda con aquel hombre, incluso después de muerto, por haberme ofrecido tantas cosas, aunque en el proceso recibiera más palizas que comida”.
Con ocho años se integra en el coro de la Catedral de San Esteban (la iglesia más importante de la capital austriaca), los primeros cinco años fue muy solicitado como solista, el cambio de voz llegó y su puesto lo ocuparía su hermano Miguel, en noviembre de 1749 (contaba 17 años). Solo y sin techo, el frío invierno estaba al acecho, una casualidad le permitirá compartir una buhardilla con un joven matrimonio hasta que se hizo con una exclusiva para él. Su tiempo libre lo empleó como autodidacta y en buscarse la vida, en esa época conoce a Nicola Porpora al que logró convencer para acompañar a sus alumnos.
Sus composiciones comienzan a aparecer en 1756 Missa Brevis en Fa mayor, Regina en Mi mayor, etc., y su vida va cambiando, tras el triunfo de sus primeros cuartetos de cuerda. Su primer intento de ópera tuvo mucho éxito: Der Krumme Teufel (El diablo cojuelo). En 1759 consigue su primer empleo como director musical del conde Morzin que disponía de una pequeña orquesta de dieciséis músicos para la que escribió su primera sinfonía conocida como la número 1 de su repertorio; etapa de relativa tranquilidad, le sorprende la desgracia, apenas doce meses con empleo fijo, la orquesta tuvo que ser disuelta ante la falta de fondos: la música siempre ha tenido problemas para poder subsistir. En esa etapa compuso numerosas sonatas para teclado, con acompañamiento, cuartetos, sinfonías, obras para la escena o sacras.
En la década siguiente (1760-1770) dos grandes hechos marcan poderosamente su vida: eligió la mujer equivocada para su matrimonio con Maria Anna Keller en 1770; vivió la experiencia como una maldición, aunque no se divorció porque era un ferviente católico; como a tantas féminas, le encantaba “gastar” lo que su marido lograba ganar, llegando a una situación de déficit que le generaría al maestro no pocos problemas [ella murió en Viena en el verano de 1800]; el otro acontecimiento fue la aparición del príncipe Paul Anton Esterházy (1711-1762), una de las familias más ricas e influyentes de Europa Oriental que lo contrató como Vice Kapellmeister en Eisestadt.
En 1761 se convirtió en compositor a tiempo completo de la familia Esterházy, compuso algunos de sus más importantes trabajos, entre ellos, Las últimas siete palabras de Cristo. Ostenta la dirección única, ejecución e interpretación de la orquesta principesca; el contrato de aquel acuerdo muestra la alta valía y la consideración que ya tenía Haydn, la gran personalidad y el patronazgo del príncipe al que le sucedería su hermano Nicolás “el Magnífico” (1714-1790) al que sirvió durante 28 años, cada semana presentaba dos óperas y dos conciertos, al margen de obras especiales para los visitantes destacados; incluso había conciertos diarios de música de cámara en los que el mismo príncipe tocaba la viola de bordón y al que le dedicó más de 170 piezas.
Entre 1770-1779 se produce la gran ruptura estilística del genial compositor; en esta década acontece el gran incendio (1779) que destruye la gran sala de baile y el teatro de la ópera, con el devastador fuego se fueron numerosas partituras, de la mayoría de sus obras no quedó nada y de otras sólo fragmentos, se salvaron aquellas que el maestro tenía en su domicilio. Los primeros años de esta etapa fueron fecundos en la producción de música instrumental y escribió más óperas que en el resto de su vida, sobrevivieron cinco piezas y una de marionetas. La última para el príncipe Nicolás, Armida, la realizaría entre 1783-84; un año antes había acabado Missa Cellensis la única de grandes perspectivas entre la música sacra del período.
Al morir su patrón [el príncipe Nicolás a los 76 años], el heredero no estaba interesado por el mundo de la música y llega la libertad al maestro con una buena recompensa de por vida: un salario mensual de 400 gulden y una pensión anual adicional de 1000 gulden, lo mejor de todo, sin obligaciones y con licencia para poder aceptar o realizar cualquier encargo. Rápidamente abandonó el palacio de la familia Esterházy, la ocasión no fue desperdiciada por el agente Johann Peter Solomon que va a buscarle y se lo lleva a Londres, donde realizó una serie de conciertos que le encumbraron en las islas británicas donde compuso algunas de sus más sobresalientes obras, entre otras las Sinfonías Salomón o Sinfonías de Londres, Sinfonías Militares [Sorpresa (94), Militar (100), El reloj (101), El redoble del tambor (103) o Londres (104)], Cuarteto Reiter o el célebre Rondo gitano para trío con piano.
En la década siguiente (1780-1790) logra la realización de sus sueños, entre ellos [49 años], se enamora perdidamente de Luigia Polzelli, esposa de un anciano violinista y a la que escribiría una encendida carta desde Londres el 4 de agosto de 1791. En 1795 regresaba a Viena en donde continúa produciendo música hasta 1802, sobresalen los oratorios “La Creación” [Der Schopfung] y “Las Estaciones”, seis “Misas” y nueve “Cuartetos de cuerda”; de esta época es el “Himno al Emperador” (1797) que se convirtió en el himno de Alemania, originalmente era de tres estrofas; actualmente sólo se canta la tercera. El Parlamento alemán decidió suprimir las otras en 1991 por su “exacerbado nacionalismo”, la censura que no cesa, incluso con obras de grandes maestros. Haydn se basó en un texto del poeta Haschka, en cierta medida, una réplica del “God save the King”, el célebre y celebrado himno británico. En 1809 fallecía el genial compositor, tenía 77 años, la capital austriaca era atacada por las tropas napoleónicas.
Haydn tenía un alto sentido del humor y en su sinfonía nº 94 (La sorpresa), decidió sorprender a los que acudían a sus conciertos sin excesivo interés, en el segundo movimiento, cuando se da el momento de intensidad piano él incorporó un inesperado fortísimo que despierta a los oyentes dormidos; no será la única en la que genialidad y humor se combinan para crear una obra maestra.
A él se le debe el definitivo formato de la sonata, la sinfonía y el cuarteto de cuerda vigentes hasta bien entrado el siglo XX. Está considerado, junto con Mozart, el máximo compositor del período clasicista de la música clásica. En el año del bicentenario su país se volcó en homenajes, justo 200 años después de su estreno mundial se interpretaba “La Creación” con los instrumentos originales y también sonó en la Bergkirche (Iglesia de la Montaña), Austria le dedicó más de 1500 conciertos al denominado Año Haydn con motivo de los dos siglos de su muerte.
FÉLIX JACOB LUDWIG MENDELSSOHN BARTHOLDY (3 de febrero de 1809 en Hamburgo, Leipzig, 4 de noviembre de 1847). Nació en el seno de una familia de banqueros de origen judío Creció en un privilegiado entorno y muy joven inicia sus estudios de piano con Ludwig Berger (teoría) y Zelter (composición); la primera representación pública la realizó en 1818 interpretando la parte de piano de un trío de Wolf, las primeras lecciones musicales las recibió de su propia madre. La primera pieza la escribió en 1820 (tenía 11 años).
Tras una gran profusión de sonatas, conciertos para piano y cánticos, se revela como un consumado autor que domina el contrapunto y la forma. Tuvo una alta influencia de los personajes de su tiempo, entre los que destacan Humboldt, Hegel o Goethe. En su producción musical es fácil detectar la del inmortal escritor británico William Shakespeare, reconocible en lo mejor de su música, destacan Octeto para cuerda op. 20 y la inolvidable obertura Sueño de una noche de verano que tantas parejas eligen como su particular marcha nupcial. Como director de orquesta destaca en 1829, dirigió una pionera interpretación de la Pasión según San Mateo que inició el culto del genial Juan Sebastián Bach.
Gran viajero, sus conciertos le llevaron a los mejores lugares de los circuitos de su tiempo, destacan Inglaterra (Escocia, 1829), Italia (1830-31), París (1931) y de nuevo Londres en 1832-33. Poco después se haría cargo de la dirección de la orquesta de Dusseldorf (1833-35) donde concentra su energía en los oratorios de Haendel. Su más significativo logro lo alcanzará como director de la Orquesta Gewandhaus de Leipzig (1835-1845) donde incluyó obras históricas y modernas que cautivaron a los melómanos del momento. En dicha ciudad fundó su célebre Conservatorio (1843) que después rebautizado Mendelssohn Akademie (1846), allí impartieron clases diferentes personalidades del mundo de la música, entre otros Schumann y Reger, también atrajo a estudiantes de todo el orbe, destacan Delius, Grieg o Sullivan.
Su fase productiva como compositor se centraba en los períodos vacacionales del estío debido a que tenía un empleo real como compositor y director del coro de Berlín, Federico Guillermo IV proyectó un conservatorio para la capital imperial, allí residió varias temporadas y fue donde escribió esa música escénica que ha llegado hasta nuestros días con gran predicamento: Sueño de una noche de verano (1843).
Como organizador de festivales estuvo muy requerido para este tipo de eventos, su impronta marcó, sobre todo, los de Niederrhein y Birmingham (Inglaterra). Su muerte, con apenas 38 años, significó una de las grandes pérdidas en su tiempo. De las muchas composiciones hay una pieza de especial significado: Paulus, estrenada en el Musikfeste de 1836, era una adaptación inspirada en el Nuevo Testamento pero que es toda una alegoría de la historia familiar del clan Mendelssohn [familia judía convertida al cristianismo, tiene un apartado especial en uno de los más modernos museos de Berlín: MUSEO JUDÍO especializado en la historia de este pueblo, hay un apartado específico para ellos en donde se encuentra una máquina a la que se le introduce una moneda de 5 céntimos de euro y, tras su accionado manual, saldrá “planchada en formato oval” con el busto del músico].
En la parte coral destaca la extremadamente dramática Die erste Walpurgisnact op. 60 inspirada en uno de los poemas de Goethe, nos descubre la nueva balada coral en donde saluda a la primavera. Muchas de sus piezas tienen un desigual carácter y permiten vislumbrar una amplia variedad de funciones sociales. Al margen de sus piezas, realizó arreglos sobre obras de Bach, Beethoven, Haendel y Mozart.
En 1837 se casó con Cecilia Jeansenand de la que tuvo cinco hijos. La pérdida de su hermana Fanny, a la que estaba muy unido, a finales de mayo de 1847, fue la más dolorosa de las circunstancias (su padre había fallecido en 1835 y su madre en 1842). De hecho, meses después fallecía el gran compositor, podría decirse que no superó el drama de la muerte de su hermana; a pesar de las circunstancias, en esa etapa creó algunas de sus más importantes obras. Por sus oratorios, podemos considerarlo
CLARA JOSEPHINE SCHUMANN [nacida Clara Josephine Wieck, Leipzig, 13 de septiembre de 1819, Frankfurt, 20 de mayo de 1896]. Era hija de Friedrich Wieck que fue su maestro y la convirtió en una consumada artista del piano, su primera aparición en público se produce en Gewandhaus de Leipzig en 1838, apenas tenía 9 años y la primera gira internacional la llevará a París dos años después; en esta época ya incursionó en el mundo de la composición, además de canto, piano, violín, contrapunto e instrumentación. Entre los alumnos que recibían lecciones de su padre estaba el que después sería su esposo y por el cual sentía un impulso irrefrenable desde los nueve años, entonces el músico contaba 20 años.
Fue una virtuosa, incluso antes de consumar su matrimonio con Robert Schumann, con quien quiso casarse en 1837, aunque su padre lo impidió y tras una serie de episodios poco agradables, consigue contraer matrimonio en 1840 tras acudir a los tribunales y quedar fuera de la tutela paterna. En 1838 la invitaron a la corte de Viena; se le conocía por la maestría con la que interpretaba el repertorio original de Beethoven, luego de Brahms, Chopin, Liszt y el de su propio esposo con el que tuvo ocho hijos; con él decidió compartir el diario que le había regalado y que lo escribieron de manera conjunta, en una extraordinaria simbiosis personal y artística, aunque también vertió en él su desazón: “Alguna vez creí que tenía talento, pero he renunciado a esta idea; una mujer no debe desear componer”. De hecho en el legado musical de su esposo hay claros signos de Clara y, en algunos casos, se hace difícil delimitar la obra de uno y otro personaje..
En el aspecto educativo alcanzó una merecida fama como profesora del Conservatorio Hoch (Frankfurt, 1878-1892), también dio clases en Dresde y Dusseldorf. Como compositora destacó por su gran imaginación y control, con apenas diez años compuso sus celebradas “Cuatro polonesas para piano opus 1”, luego vendrían verdaderas obras de arte musical, especialmente su Trío para piano opus 17 y su Canción opus 23, el Scherzo en re menor opus 10 o las Soirées musicales opus 6, de las que Schumann utilizaría algunos temas para Noveletten, también encontramos las Lieder 2, 4 y 11, que compuso con poesías de Ruckert (aparecen como opus 12 en el catálogo de su esposo). En su catálogo personal encontramos más de un centenar de obras.
La mayor parte de su producción musical la había realizado antes de cumplir los 18 años. Dejó el mundo de la composición al agravarse la enfermedad de su marido (1854) que muere dos años más tarde, completamente enajenado, momento en que se dedica en cuerpo y alma a la recopilación y preparación completa del legado de Robert Schumann. Tras enviudar se instaló en Berlín junto a su madre y en 1863 lo hará en Lichtental, aunque tendría que reanudar su carrera como concertista para poder atender la subsistencia de la numerosa prole.
Realiza numerosas giras -más de cuarenta- y da conciertos en las principales ciudades del continente, llegando a tocar ante la reina Victoria. Fue admirada por Goethe, Chopin, Mendelssohn, Paganini o Lizst; está considerada una de las más grandes pianistas del siglo XIX, pero en realidad fue una mujer poco común para la época que le tocó vivir y a quien las dificultades tampoco le fueron extrañas.
Soportó estoicamente la separación de sus padres, la muerte de algunos de sus hijos o el intento de suicidio de su esposo y, ante la desesperación, su fortaleza: sin duda consecuencia directa de la férrea disciplina que le inculcó su padre desde la más tierna infancia. “A menudo una angustia desgarradora se apodera de mí al pensar lo dichosa que soy en comparación con otras mujeres y, entonces, pregunto al cielo si no será eso demasiada felicidad”, dejó escrito en su diario ante los desgraciados momentos que le habían tocado vivir poco antes de quedarse viuda.
Debe ser considerada la máxima representante del romanticismo alemán, corriente que acabó incorporando a su tarea pedagógica en el Conservatorio de Frankfurt del que fue la primera mujer que ostentó el cargo de profesora de piano.
Clara fue honrada por el banco alemán que le dedicó un billete de 100 marcos a finales del siglo XX en el que aparecía de frente con una preciosa imagen de sus mejores años como mujer, al dorso iba el instrumento que la hizo famosa: su piano. Tampoco es la primera vez que la citada compositora e intérprete ha sido homenajeada en la filatelia universal.
Bélgica emitió la preciosa hojita bloque de cinco sellos combinados horizontalmente dedicados a los cinco músicos reseñados, tienen un facial acifrado (1, tarifa continental, 0,90€ ejemplar o 4,50€ la hojita, la cifra del facial va dentro de un círculo formado con las estrellas europeas), fue diseñado por Jan de Maesschalk, la composición la realizó el dúo MVTM [Myriam Voz-Thierry Martin] que logró una de las mejores emisiones musicales de todas las que se realizaron el pasado año. Comenzó su circulación el 11 de mayo de 2009.
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JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es
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