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La Biblioteca Nacional ha adquirido una colección de 224 cilindros de cera fabricados en España, en su mayoría, y relacionados con la música española e intérpretes españoles. Son documentos de gran valor histórico por ser las primeras grabaciones de sonido y voz de finales del siglo XIX y principios del XX. El contenido de la colección de cilindros adquiridos es rico y variado y supone un incremento importante de la Colección histórica del Servicio de Registros Sonoros, siendo considerados como el equivalente a los incunables de la Colección impresa. A continuación se incluye un registro sonoro proveniente de uno de los cilindros adquiridos por la Biblioteca Nacional, contiene la pieza “Carceleras”, la más conocida de la zarzuela Las hijas del Zebedeo, de Ruperto Chapí. La grabación se realizó en torno al año 1900 y la pieza está interpretada por la señorita Nieves.
Nota del webmaster.- la grabación a la que hace referencia el texto no es posible escucharla por estar roto el enlace que ofrece la BNE para ese uso.
En 1877 Tomás A. Edison inventó los cilindros de fonógrafo, primer medio para poder grabar y reproducir el sonido. Los primeros fueron de papel de estaño, después de cartón parafinado y a partir de 1890 de cera maciza.
El fonógrafo fue el primer aparato en registrar y reproducir sonido. Funcionaba mediante una aguja sujeta a una membrana, que recogía las vibraciones producidas por la música, la voz o cualquier otro sonido, y las grababa mediante surcos en la superficie del cilindro. El impacto de este invento llevó a colaborar a ingenieros, científicos, artistas, comerciantes, etc. que lograron perfeccionar el mecanismo de los posteriores gramófonos de discos, inventados por Emilio Berliner, y que solo servían para reproducir sonidos pregrabados. Hasta finales de 1890 los cilindros de cera eran muy heterogéneos, lo que creaba problemas de incompatibilidad. Para evitar esto, la casa Edison Records, Columbia Phonograph y otras decidirán establecer un tamaño estándar para los cilindros de cera. Las medidas acordadas fueron 10 cm. de largo y 5,7 cm de diámetro, con capacidad para unos dos minutos de grabación. En 1906 el plástico duro sustituirá a la cera y comenzarán a comercializarse cilindros de celuloide y de amberol, estos últimos de 4 minutos de duración, que seguirían vendiéndose hasta 1929 compitiendo con los discos de pizarra, menos frágiles y más fáciles de almacenar. La colección adquirida está integrada por 204 cilindros de tamaño estándar: 57 cilindros de zarzuela, 44 de ópera, 20 de flamenco, 22 de música popular, 33 de música instrumental, 15 de cuentos, 10 de música regional, 3 de archivo de palabra y por 20 cilindros de tamaño mayor de temas diversos.
La zarzuela está representada por composiciones muy conocidas, 15 están grabados en España por la compañía “The Anglo Italian comerse Co” y fabricados en Italia: El juramento (Gaztambide), La Revoltosa (Chapí), El Barberillo de Lavapies, La boda de Luis Alonso (G. Jiménez), El puñao de rosas (Chapí), etc. Los cilindros son de una gran perfección y se puede decir que el sonido es de los mejores que se conservan. Los restantes están hechos en España. Se recogen temas tan conocidos como La alegría de la Huerta (Chueca), Agua azucarillos y aguardiente, (Chueca), La verbena de la Paloma (Bretón), Gigantes y cabezudos (Caballero). Son cilindros de cantantes españoles del momento, de grabaciones de fragmentos muy conocidos y de otros olvidados, a veces más importantes que los conocidos. De todas formas las grabaciones, ya sean conocidas o desconocidas, son las primeras zarzuelas que se grabaron y, en algunos casos, la única grabación que se conserva. La opera es otro de los géneros que forma parte de la colección. Seis son del gran tenor vasco Constantino, de las marcas extranjeras Pathé y Edison. Los restantes son españoles, con los fragmentos y arias más famosas de la época. Los cuatro cilindros de la ópera “Marina” de Arrieta se pueden considerar los primeros y quizás únicos que existen. Los veinte cilindros de flamenco fueron fabricados en España. Los más importantes son los del “Mochuelo”, que llegó a grabar casi todos los estilos del flamenco. Entre ellos, hay que resaltar las Jaberas, un palo flamenco olvidado del que quizás solo exista este ejemplar. Entre las casas fonográficas españolas más representadas destacan: Ureña, Aramburo, Hugens y Acosta, Fonográfica Madrileña, Sociedad Fonográfica Española, Moreno Cases, Puerto y Novella, Fono Reyna, José Navarro, etc. Entre las extranjeras podemos hablar de Pathe, The Anglo Italian Commerce Co., Edison Amberol y Lioret, entre otras.
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