Cuando nos referimos a la literatura de viajes, estamos pensando en las guías del viajero que cualquier persona que proyecta un viaje suele consultar; pero sin embargo, muy pocos echan mano de esa literatura de y para los más jóvenes que les abren el camino al viaje más maravilloso que ser humano pueda realizar: el de la imaginación. Lamentablemente, esa literatura no sólo ha sido ignorada por los más cultos, sino que ha sido arrinconada e, incluso, vilipendiada por los críticos [sabios ellos] que pretenden [ex cátedra] que el lector se forme por generación espontánea. ¿Cuántos de los que nos leen no pasaron sus años de infancia y juventud por nuestros clásicos «cuentos o tebeos» [perdón: hoy decimos cómics] que les abrieron el camino a esas otras realidades, otros mundos, otras gentes… Nunca olvidaré ese salto a mis nueve años cuando, atraído por las aventuras del Capitán Trueno y el Jabato, me adentré en una de las obras más maravillosas que leí en toda mi vida: Un viaje a la India y Ceilán de Rudyard Kipling, casi medio siglo de aquella lectura iniciática.
Hay autores que a pesar de los años, siguen siendo vigentes en este género. Tal vez sin los relatos de Hans Christian Andersen, los Hermanos Grimm, las fábulas de Esopo y un largo etcétera que nos llevaron a otros autores y otros mundos; donde Julio Verne, Salgari, Defoe, Twain o Stevenson nos harían soñar con historias que, a lo sumo, nos ofrecían alguna que otra imagen en blanco y negro, nos hacían «viajar imaginariamente» con aquellas narraciones que dejaban ir nuestra mente a mundos que difícilmente los medios de nuestro tiempo nos pueden hacer interiorizar con tanta riqueza de matices: quizás porque, lo más maravilloso del ser humano, es su mente. No es extraño que fuesen apareciendo autores clásicos de los tebeos, aunque muy pocos han llegado a gozar del predicamento y el éxito del belga Hergé.
Los tebeos conformaron una nueva manera de presentar el mundo, sobre todo para los más pequeños, aunque la industria también produce hoy tebeos [cómics o mangas] para el personal adulto. Hay tebeos tan excelentemente realizados que, en ocasiones, mejoran los textos literarios de determinadas historias, incluso forman mejor a los niños y jóvenes que las mejores fotografías y libros de texto, quizás porque desde sus páginas, cada uno deja volar su mente y monta su propio «imaginario».
Hergé toma su nombre artístico de las iniciales de su nombre y apellido, pero invertido: Georges Remi = Hergé. Nació el 22 de mayo de 1907 en el barrio de Etterbeek (Bruselas) en el seno de una familia francófona de hondas raíces católicas; su padre era empleado de comercio y su madre ama de casa [cinco años después nació su hermano Paul]. Su educación la realizó en una escuela católica y pronto destacó en el dibujo que empleaba para ilustrar los márgenes de sus cuadernos escolares; como tantos jóvenes de la época, se integraría en el movimiento scout [estamos celebrando el aniversario en este 2007 y las emisiones EUROPA conmemoran ese evento] que fundara lord Baden Powell. Su paso por el mundo scout con los que realizó campamentos en Austria, España, Italia y Suiza, acaba marcando su vida; en la publicación del grupo fue donde aparecieron sus primeros dibujos, entonces tenía 17 años y ya firmó como Hergé en Le Boy Scout Belge, donde publicó su primera historieta: Totor, jefe de patrulla de los abejorros (1926-1930), nombre artístico que mantuvo hasta que el cáncer nos los arrebatara. En 1925 entra en Le Vingtième Siècle [Siglo XX] que dirigía el abad Norbert Wallez que, como el propio dibujante reconoció, será el gran mentor de su carrera.
El abad le sugirió la creación de la tira cómica para el suplemento infantil del famoso diario francófono, conservador y de tradición católica [¡qué lejos quedan esos tiempos en donde podías acercarte a un quiosco y saber qué orientación tenía una publicación!] y pronto apareció la primera aventura del famoso e intrépido reportero Tintín en Le Petit Vingtième [suplemento infantil dominical] el 10 de enero de 1929. Ese mismo año vio la luz el primer libro del famoso Tintín: El país de los soviets que fue duramente atacado por la izquierda europea que prácticamente lo ignoró [cuando no lo boicoteó] durante décadas. ¡La falta de libertad viene de lejos! Aunque no sea precisamente el mejor, sí era el inicio de un nuevo formato que se iría consolidando con el tiempo y aquella primigenia aventura en la Unión Soviética fue dando paso a materiales de gran interés no sólo literario, sino sociológico, arquitectónico, costumbrista o vanguardista en una sociedad en constante mutación. Hergé se fue dotando de una ingente cantidad de libros e imágenes que, con su desaparición, pasaron a ser buscados por historiadores y curiosos que rastrean el universo en que se inspiró este belga universal. La prensa fue una fuente constante de suministro de fotografías que archivaba y, en muchos casos, le servían de modelo para sus exitosas historias que gozaron de una inmediatez y un realismo que los medios de comunicación de la época no siempre llevaron a sus respectivos mercados.
El segundo libro llegaría en 1930: Tintín en el Congo [que, salvo error, creemos fue la primera de las historias de Tintín que aparecieron en un sello de correos] algo que podríamos llamar lógico puesto que en aquella época el Congo era una colonia belga. El abad quería divulgar en sus páginas la labor misional en África [años más tarde llegarían esas interminables arengas contra las metrópolis; tras la II Guerra Mundial los clásicos bloques y sus influencias, luego la descolonización y ahora el constante y sangrante trasvase de africanos en esta nueva era globalizadora y esclavitud económica que no deja de cebarse en las gentes del continente negro aunque, las cosas, se quieran disfrazar con mil y un adjetivos]. Por supuesto, nada de lo que sucedía en aquella peculiar y personal finca del rey Leopoldo se dejaba entrever en la historia que hoy podríamos decir fue hecha por encargo de la empresa en la que trabajaba.
La religión, en cierta medida, le alimentaba, no sólo de manera directa, sino intelectualmente, no pocas de sus historias tienen como trasfondo un eje religioso. Podría ser el caso de una de sus más famosas obras: El loto azul (1934). Su gestación hay que buscarla en una carta del padre Gassot que, desde la bella Lovaina, escribió sugiriéndole una aventura en aquel lejano y desconocido país oriental, le puso en contacto con un joven chino que estudiaba Bellas Artes en Bruselas, desde otra perspectiva, una historia propia de las novelas de espías y los mundos antagónicos instituidos en el célebre período de la guerra fría. Tchang Tchong Jen regresa a China, el triunfo del Ejército Rojo liderado por Mao, los cambios políticos, etc., hacen que pierdan el contacto durante un largo período. Gracias a la tenacidad de Hergé y el mundo diplomático, de una u otra manera, hicieron que ambos amigos se volvieran a encontrar en una época totalmente diferente a la que se habían conocido [fue por este personaje por el que Tintín derramó algunas lágrimas en toda su historia de audaz e intrépido aventurero]. Durante la II Guerra Mundial publicó en Le Soir [1940], tras finalizar la contienda se le prohíbe publicar bajo la acusación de colaboración con el enemigo. En 1946 Raymond Leblanc le plantea fundar Tintín y cuatro años más tarde nacen los Estudios Hergé.
Hergé muere el 3 de marzo de 1983, en su testamento, estableció que nadie siguiera su obra, de tal forma que Tintín deja de ser un héroe en constante renovación y pasa a la esfera de la «mitología» en el más amplio sentido de la palabra. Hergé y su obra saltan al nivel del personaje de culto, de estudio, de encumbramiento, que para sí quisieran los llamados escritores de literatura [con mayúsculas]. Este año del centenario será, ¡qué duda cabe!, el año de más éxito de su figura y su obra. Exposiciones de todo tipo, homenajes póstumos y un aumento de la Tintín-manía hasta cotas insospechadas y es que, el intrépido reportero y sus inseparables compañeros de aventuras han dejado el mundo de la literatura infantil y juvenil para convertirse, por méritos propios, en una literatura de viajes con una gran carga de realidad y perfección gracias a las técnicas de la moderna impresión y al éxito de la BD [Banda Diseñada o Tiras Cómicas] que tienen, en el pequeño país un centro de culto de primer orden. También es tradicional el célebre festival de Angulema (Francia) que proyecta el fascinante mundo de los cuentos al resto del orbe gracias a esa visión comercial que caracteriza la francofonía en donde sus medios de comunicación, sobre todo oficiales, no dejan de informar sobre este tipo de literatura, especialmente en las transmisiones radiales en onda corta [aunque cada vez es un mundo que está en retirada por la falta de visión de los políticos de nuestro tiempo]. En total se realizaron veinticuatro álbumes que vieron la luz entre 1929 y 1986, el último había quedado sin finalizar cuando falleció su creador en 1983.
Hubo adaptaciones cinematográficas [Tintín y el misterio del toisón de oro, Tintín y las naranjas azules], se desarrollaron partiendo de guiones originales y no de los álbumes, no intervino tampoco su autor. Para la televisión sí se adoptaron los tebeos de Tintín con la única excepción de Tintín y el lago de los tiburones. Está por ver si, finalmente, Spielberg le hinca el diente al personaje para llevarlo a la gran pantalla, dispone de los derechos cinematográficos desde 1983 pero aún no hay datos ciertos sobre esta ambiciosa historia llevada al celuloide por el norteamericano.
Hergé participó asimismo en la creación teatral con dos obras presentadas en Bruselas (1941 y 1941/42): Tintín en la India y La desaparición de Mr. Boullock. A finales de los setenta y ochenta también se realizaron en Londres (1976/77 y 1980). En el XXI de nuevo hubo representaciones teatrales en Bélgica: Las siete bolas de cristal y El templo del Sol (15.09.2001, Teatro Municipal de Amberes). Para el año del centenario estaba programada Tintín en el Tibet que se había representado en Londres en diciembre 2005 y enero 2006.
No todos los álbumes son idénticos; hubo pequeñas variantes según los idiomas. La traducción española fue encargada a Editorial Juventud y la realizó Concepción Zendrera [hija del propietario de la editorial barcelonesa], los célebres Dupond se convirtieron para nosotros en Hernández y Fernández, o el caso de Tryphon Tournesol, aquí se bautizó como Silvestre Tornasol.
En el primer congreso del cómic de Nueva York [1972] se le concedió a Hergé el primer premio al conjunto de su obra; a partir de ahí los honores y reconocimientos llegarían de manera regular. En 1976 fue inaugurada una bella escultura de Tintín y Milú en el parque de Wolvendael (Uccle-Bruselas). En 1982 la Sociedad Belga de Astronomía bautizó con su nombre artístico el planeta descubierto por Silvain Arond en 1953.
Tintín se ha publicado en 60 idiomas, se calcula que su viuda Fanny Rodwell [segunda esposa con la que se casó en 1977] ingresa por derechos de autor cerca de veinte millones de euros anuales, una fortuna que le proporciona el éxito planetario de sus álbumes de los que van vendidos más de 300 millones de ejemplares.
AÑO | TÍTULO | ESPAÑA |
1929 | Tintín en el país de los Soviets | |
1930 | Tintín en el Congo | 1968 |
1932 | Tintín en América | 1968 |
1934 | Los cigarros del faraón | 1964 |
1935 | El loto azul | 1965 |
1937 | La oreja rota | 1965 |
1938 | La isla negra | 1961 |
1939 | El cetro de Ottokar | 1958 |
1941 | El cangrejo de las pinzas de oro | 1963 |
1942 | La estrella misteriosa | 1960 |
1943 | El secreto del unicornio | 1959 |
1944 | El tesoro de Rackhan el Rojo | 1960 |
1948 | Las siete bolas de cristal | 1966 |
1949 | El templo del Sol | 1966 |
1950 | Tintín en el país del oro negro | 1962 |
1953 | Objetivo: la Luna | 1958 |
1953 | Aterrizaje en la Luna | 1959 |
1956 | El asunto Tornasol | 1961 |
1958 | Stock de coque | 1962 |
1960 | Tintín en el Tibet | 1972 |
1963 | Las joyas de Castafiore | 1964 |
1968 | Vuelo 714 para Sidney | 1969 |
1976 | Tintín y los pícaros | |
1986 | Tintín y el Arte-Alfa |
La versión española corresponde a Editorial Juventud, aunque ya en 1952 la propia Editorial Casterman hizo su edición y en 2001 entró en conflicto con la editorial barcelonesa al romper la exclusiva y editar en nuestro idioma directamente en Bruselas.
Tintín en la filatelia
La primera emisión apareció en los años setenta, le siguieron otros sellos que aparecieron en Bélgica, Congo, Francia, Holanda, etc. Por supuesto, podrían haber sido muchos más pero, Tintín, no deja de ser una marca comercial y sus propietarios preservaron su patrimonio: no concedieron facilidades para inmortalizar su obra en el mundo postal. A lo sumo las editoriales en los respectivos países emplearon su imagen para realizar franqueos mecánicos y sobres entero postales que, en algunos casos, son sumamente buscados por los especialistas en este incansable viajero del siglo XX. En muchos casos las piezas que escaparon a la destrucción son pocas y su rareza aumenta a medida que los aficionados al legado o Tintín-manía aumentan.
Este año del centenario, al momento de dar por cerrado el trabajo, teníamos conocimiento de las emisiones realizadas por tres administraciones postales: Bélgica que ofrece 25 sellos [uno por álbum y en el centro de la hoja -nº 13- uno dedicado al dibujante con su foto. Cada sello recoge una portada de un álbum de manera cronológica, la que corresponde al español es El templo del Sol -nº 15-], Francia [seis sellos] y Suiza [dos tarjetas entero postales]. Por supuesto, donde tendremos que buscar más material sobre Hergé es en Bélgica que tradicionalmente nos ofrece emisiones con personajes de los cómics [BD] en su serie anual dedicada a la Filatelia para la Juventud. En el 2004 se lanzaron cinco efectos inspirados en Tintín en la Luna. Ahí encontraremos algunas cositas más sobre este sagaz viajero; también en los entero postales belgas y en la marcofilia que lo inmortalizó en varias ocasiones. Por supuesto, este año del centenario se suceden las exposiciones en diferentes países y eso debe ser tenido en cuenta por los aficionados puesto que podrían aparecer piezas de los patrocinadores de esas muestras susceptibles de ser tenidas en cuenta por los filatélicos que siguen a este viajero incansable. Creo recordar que años atrás apareció también una tarjeta entero postal mostrando una vista parcial del gigantesco mural instalado en la estación del metro de Stockel, en el mismo aparece Tintín y los principales personajes de sus historietas.
Los sellos realizados por Bélgica, Francia y Suiza fueron diseñados por Moulinsart-Hergé [que ostentan los derechos de su legado]. Los franceses confeccionaron seis valores que aparecieron en dos versiones: hojas de cincuenta ejemplares con cada personaje y una hojita bloque con los seis vendida con una sobretasa de 1,76€ a favor de la Cruz Roja Francesa [5€ la hojita], en ambos casos dedicados a Tintín y Milú, Tornasol, Capitán Haddock, los Dupond, la cantante de ópera Castafiore y el amigo chino Tchang. Las tarjetas de Suiza fueron vendidas a 1,50 francos ejemplar y muestran la entrada de dos hoteles suizos y la llegada de Tintín. En la obra inconclusa de «Tintín y el Arte-Alfa», esencialmente dedicada al mundo de la pintura moderna, incluía una referencia al genial pintor Salvador Dalí, una de las pocas concesiones que hizo a España en sus historietas.
Tintín, en fin, es un personaje plenamente consolidado y popular, basta con darse una vuelta por la web y encontraremos centenares de entradas, nuestro consejo es buscar sólo «Tintín» y ya tendremos infinidad de material. Si queremos adentrarnos en su obra, valgan estas páginas para los más impacientes:
http://www.editorialjuventrud.es/ [detalles de las ediciones, biografía, personajes, etc.]
http://www.free-tintin.net/ [una de las primeras, lamentablemente presionaron los propietarios]
http://www.intertintin.com/ [Idem, nivel mundial]
http://www.tintin.cat/ [página de los aficionados catalanes]
http://www.tintin.com/ [página oficial]
http://www.tintinaire.com/ [coleccionismo y memorabilia]
http://www.post.be/ [para los sellos de Bélgica]
http://www.laposte.fr/ [Idem, Francia]
http://www.post.ch/ [Idem, Suiza]
JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es
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