Un juego de estrategia legendario: el ajedrez

«La vida es como el Ajedrez,
con lucha, competición y eventos buenos y malos»
Benjamin Franklin

Hemos considerado desde nuestra Asociación educativa, que el ajedrez es un juego que transciende el simple objetivo de entretener, como sucede con otros muchos juegos de mesa, para convertirse en un fenómeno digno de estudio por su complejidad, antecedentes históricos, connotaciones sociales, y un largo etcétera de cuestiones que giran alrededor de él, y que afectan a los diferentes planos del ser humano, no sólo el intelectual.

Así, es notorio que la práctica del ajedrez, además de un excelente ejercicio mental y de desarrollo de la memoria, constituye una buena herramienta para formar la voluntad de la persona y facilitar el pensamiento metodológico, en el cual intervienen conceptos como «cálculo», «análisis», «control», «duda», «prueba», «esfuerzo», «elección», «riesgo», «sacrificio», «ganar», «perder» o «aceptar».

Por ello, dedicaremos este artículo a realizar una introducción histórica del ajedrez, sin descartar futuros acercamientos a las técnicas del juego y las aperturas más conocidas o ensayadas por los más afamados maestros.

Parece existir acuerdo entre los historiadores, en que el juego del ajedrez tiene su origen en el noroeste de la India, hacia el año 1500 a. C., aunque hay indicios de que pudo existir un antecesor en el antiguo Egipto, a juzgar por ciertas pinturas descubiertas en el complejo funerario de Karnak, entre cientos de grabados. En algunas de esas imágenes se muestran personas sentadas frente a una tabla con figuras, o mismo al propio Nefertari, y que se identifica con el juego de mesa llamado senet, un tablero que utilizaba 30 casillas. En la india, el juego predecesor del ajedrez se llamaba en sánscrito chaturanga, que significa «cuatro cuerpos», en relación a cuatro ejércitos de color blanco, negro, rojo y amarillo, que ocupaban un espacio del tablero del mismo color, los jugadores (que eran por parejas, y que manejaban igualmente dos ejércitos aliados) tenían por objetivo capturar los dos rajás de los oponentes, o destruir totalmente sus efectivos.


Pintura de Nefertari jugando al Senet, del siglo XIII a. C. (Ilustración Wikimedia Commons)

 

Originalmente, el chaturanga no fue un juego de estrategia propiamente dicho, pues las piezas movían según lo determinado por el lanzamiento de unos dados. Siendo, por tanto, un juego más bien de azar. El que sí era un juego de estrategia y reflexión, era el petteia griego, y se estima que éste junto con el chaturanga constituyen los antecedentes más lejanos del ajedrez de nuestros días.

La similitud de las piezas del chaturanga con las del ajedrez actual son importantes, pues en relación con el ejército indio ya existía un rey (rajá), peones (soldados), caballos (caballeros), alfiles (elefantes), y torres (carros de combate). Algunas de esas piezas ya realizaban movimientos idénticos a los de hoy, como el rey, la torre o el caballo.

Según que fuentes, un soberano indio que pudo ser Naushirawan, o tal vez Bevisara, envió a Persia a su embajador alrededor del año 550 a. C., llevándole al rey Chosroes un presente muy valioso: un juego de chaturanga confeccionado con esmeraldas y rubiés. Está historia es mencionada en un manuscrito persa llamado «Chatrang namakwor». Los persas debieron apreciar el regalo y lo adaptaron a su estilo creando el chatrang, en el cual los dos bandos aliados se fusionan en uno solo, quedando sólo dos ejércitos sobre el tablero. Los dos reyes sobrantes (los rajás), pasan a recibir el cargo de firz (visir o primer ministro), y son los que conocemos actualmente como alfiles, que se mueven sobre las diagonales del tablero. Finalmente, éste pasa a ser bicolor (blanco y negro), desapareciendo el rojo y el amarillo de los otros dos ejércitos sobrantes.

La caída del rey, y por tanto el fin de la partida, se anunciaba con la palabra «shahmat», que significaba «el Rey está perdido», y que por deformación fonética se fue transformando en «sha mat», «xaq mat», y finalmente en «jaque mate».

De Persia datan las primeras referencias literarias de este juego y de los ajedrecistas. Y fue precisamente en Persia donde se inició su expansión ya con unas reglas básicas aceptadas, que perduraron hasta la actualidad durante muchos siglos con pocos cambios, y que conservan la esencia e idea original del juego, que es simbolizar y desarrollar sobre un tablero el enfrentamiento de dos ejércitos.

El nuevo juego (el llamado shatranj) nacido del antiguo chaturanga regresó de nuevo a Asia y se difundió rápidamente, al tiempo que los árabes comenzaron a estudiarlo y profundizar en las estrategias y los métodos de anotación, que dejaron por escrito en varios libros.


Las reglas actuales del ajedrez conservan la esencia e idea original del juego, que es simbolizar y desarrollar sobre un tablero el enfrentamiento de dos ejércitos

Finalmente, el ajedrez llegó a Europa a través de los conquistadores árabes, que lo introdujeron a través de la Península Ibérica a principios del siglo VIII. Igualmente, los soldados desplazados a las cruzadas lo llevaron consigo, practicándolo entre periodos de inactividad. Se jugó sobre todo entre nobles; el rey Alfonso X el Sabio tradujo las normas árabes que plasmó en el manuscrito «Libro del Acedres».

A partir del siglo XVI, irían apareciendo las primeras asociaciones y clubes de ajedrez, a la vez que surgieron renombrados ajedrecistas, como Ruy López, Lucena o Damiano. Pero, es ya en el siglo XVIII cuando el ajedrez tiene el avance más impresionante de la historia, con las aportaciones de Philidor, Allgaier o Ponziani, que estudian y manejan en profundidad conceptos como «táctica», «estrategia», «apertura»… El siglo XIX trajo consigo las primeros torneos de importancia, y también los premios, cuyas cuantías atraerían a jugadores cada vez más profesionales.

El primer campeonato mundial se celebró a finales del siglo XIX, entre el austriaco Steinitz (1836-1900) y el polaco Zukertor (1842-1888), proclamándose Steinitz, oficialmente, el primer campeón de ajedrez del mundo. A partir de aquí, el prestigio de este juego de estrategia legendario no haría más que crecer.

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