¡¡Vergüenza de género!!

Mientras almorzaba y tal como nos tienen acostumbrados los medios de comunicación, recibí mi ración diaria de violencia gratuita a través de la famosa «caja tonta». Pero, esta vez no sólo consiguió erizarme el vello, si no también hacer aflorar toda la ira y rabia que soy capaz de manifestar. Ante mis ojos se desarrollaban unas desgarradoras imágenes: una joven de 17 años era lapidada hasta la muerte. Su delito: aparentemente, haberse convertido a otra religión distinta a la de su familia, sólo por amor.

Esta imagen, tomada con un teléfono móvil, muestra un instante en la lapidación de la joven kurda Doaa Aswad Dekhil

Sucedió en el Kurdistán Irakí, pero en realidad el lugar es lo de menos, pues desgraciadamente no se trata de un hecho aislado, ocurre asiduamente en varios países (Irán, Irak, Arabia Saudita, diversas zonas de África…), en donde la mujer no sólo es un mero objeto, si no además el saco de los palos y blanco de la bajeza moral e intelectual de numerosos congéneres que pueblan este planeta.

Mientras tanto, unos cuantos sinvergüenzas (me reservo el adjetivo que tengo en mente por irreproducible) mandatarios de baja estopa, monarcas absolutistas, dictadores de mala cuna, fascistas de ambos signos, seudoimperialistas y un sin fin de simios catarrinos que aún están en la primera etapa de la evolución, ocupan cargos de poder y deciden por nosotros, dedicando sus esfuerzos no a la mejora de la calidad de vida y defensa del respeto a los derechos humanos, si no a ver cómo mangonear el petróleo del vecino, hacer valer la supremacía militar con los más débiles, o intentar que todos nos convirtamos por testículos a su fascismo religioso o ideológico.

Este es el testimonio impotente de una persona harta de ver cómo día sí y otro también, la vida vale más o menos según el género o el lugar dónde se ha tenido la desgracia de nacer. En muchos países, especialmente los que ostentan gobiernos o sociedades de corte islámico, se ejerce un control humillante sobre las mujeres. Pensar o manifestarse libremente, decidir cómo se desea vivir, a quién amar, con quién compartir la existencia, o simplemente qué religión profesar, puede ser causa de condena a muerte para una mujer.

El método de la ejecución es aún más denigrante: decapitación, ahorcamiento o lapidación. Éste último está retorcidamente ideado para que la mujer condenada sienta un gran sufrimiento durante la ejecución, pues alguna mente enferma ha dejado escrito, y así se cumple como ley, que las piedras utilizadas no deben ser excesivamente grandes (para que la muerte no sobrevenga rápidamente), ni demasiado pequeñas (que no sean susceptibles de lesionar). Así, en Irán, uno de los artículos del código penal de ese país, establece claramente cómo deben ser las piedras a emplear en una ejecución por adulterio: «…deben utilizarse piedras no tan grandes como para matar a la persona de uno o dos golpes, ni tan pequeñas como para no poder considerarlas piedras».

El espectáculo de una lapidación es dantesco: la mujer, primero medio enterrada hasta el pecho y luego cubierta con un saco, o simplemente arrojada al centro de un círculo formado normalmente por hombres, es sometida al escarnio popular. Al igual que en una competición deportiva, alguien da la voz de salida y entonces la muchedumbre enfervorecida, dando gritos y profiriendo insultos contra la condenada, arrojan piedras sobre su cuerpo, hasta que fallece entre grandes dolores por los numerosos traumatismos y desgarros musculares.

Desgarradora imagen de los preparativos para una lapidación en Irán, por un supuesto adulterio que ni siquiera fue probado. La mujer dejó 4 hijos huérfanos. 

Y aquí, en nuestras queridas democracias, vivimos muy bien, con grandes libertades y al margen de estas atrocidades. Somos ciegos y sordos de conveniencia ante la bestialidad humana, nos amoldamos fácilmente a convivir con la violencia,  y olvidando rápidamente otros tiempos en que la libertad estaba secuestrada por regímenes autoritarios. Aun así, nuestros antecedentes no son nada comparables con los hechos relatados, fruto de sociedades que no han evolucionado y que viven todavía sumidas en la Edad Media.

Pero, ¿cómo callarse ante algo que hace apretar los puños y los dientes?, la mayoría siempre tendremos alguna justificación para no reaccionar, por ejemplo preguntarse qué puede hacer una modesta persona de a pie para solucionar esto. Ciertamente poco, pero por lo pronto yo ya estoy poniendo mi granito, denunciando y acusando aquí públicamente a los responsables de que todavía existan seres que son todo menos pertenecientes al género humano. Animo a otros a seguir la estela y convertir nuestras voces en un grito único que se oiga alto y lejos, para que llegue a oidos de los que ostentan el poder para cambiar las cosas.

¡Haz algo!
«Lo único necesario para el triunfo del mal es que los buenos no hagan nada« (Edmund Burke)

Abel Domínguez.

Información adicional. Extracto de un texto obtenido de Amnistía Internacional: http://www.amnistiainternacional.org/

Hay frecuentes informes de homicidios por motivos de «honor» en Irak, especialmente en el norte del país, de mayoría kurda. La mayor parte de las víctimas de estos homicidios son mujeres y niñas cuyos familiares varones y otros consideran que han deshonrado a las mujeres de la familia comportándose de forma inmoral. A menudo el fundamento de tales acusaciones es poco sólido y sólo se basa en rumores. La mayoría de los homicidios por motivos de «honor» son perpetrados por hombres de la familia de la mujer, que creen que así restauran su honor y el de su familia. Si bien las autoridades kurdas introdujeron reformas legales para resolver los homicidios por motivos de «honor», no han investigado ni procesado a los responsables de estos crímenes. Amnistía Internacional ha documentado sus motivos de preocupación por las mujeres iraquíes víctimas de violaciones de derechos humanos, incluidos homicidios por motivos de «honor», en un informe publicado en febrero de 2005 (Irak. Decenios de sufrimiento: Es hora de que las mujeres reciban un trato mejor, Índice AI: MDE 14/001/2005, http://web.amnesty.org/library/Index/ENGMDE140012005?open&of=ENG-IRQ)