© Frederick Onyango Wangari Maathai con el actual Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en Nairobi (Kenya) el año 2006. |
Orgullosa de los avances realizados en África, pero escéptica en lo que se refiere al progreso del buen gobierno, la keniana Wangari Maathai, Premio Nobel de la Paz (2004), estima que los dirigentes africanos son en gran parte responsables de los males que afligen a este continente. Opina que, en vez de quejarse de la situación, deberían controlar mejor la explotación de los recursos y proteger a las poblaciones de África.
Militante ecologista y fundadora del Green Belt Movement (Movimiento de la Cintura Verde), Wangari Maathai concedió en diciembre de 1999 una entrevista a nuestro colega de El Correo, el periodista indio Ethirajan Anbarasan. Tres años más tarde inició su carrera política formando parte del gobierno de Kenya. En 2004, fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz. Ahora, nueve años después de aquella entrevista, responde de nuevo a las preguntas de ese mismo periodista, que ahora trabaja en el Servicio Internacional de la BBC, en Londres.
Para evitar una catástrofe financiera mundial, los países industrializados han movilizado sumas por valor de más de un billón de dólares. Algunos dirigentes africanos han opinado que menos del 2{ec3aa3bed57647d969cfcdc9d082479028b2cfe4a3a70a612e845701b22580eb} de esa cantidad podría haber resuelto la mayoría de los problemas de África. ¿Cuál es su reacción ante esa opinión?
A los dirigentes africanos les resulta muy fácil quejarse de que el resto del mundo no tiene en cuenta los problemas del continente. Pero yo estimo, con todo respeto, que son responsables en muy gran medida de los males que aquejan a África, ya que han permitido que la explotación de sus recursos y sus poblaciones.
Es interesante ver cómo los gobiernos de los países occidentales industrializados tratan de salvar sus bancos e instituciones financieras. Pero lo que no llego a comprender es que muchos de esos bancos no estuviesen sometidos a reglas. Como quiera que sea, los hechos prueban que cuando no se aplica una reglamentación, la avaricia y el egoísmo pueden acabar imponiéndose. Esto es lo que vemos en muchos países en desarrollo, donde los bancos y las empresas extranjeras vienen a explotar los recursos locales, sin compartir equitativamente sus beneficios y sin preocuparse por los deterioros que puedan causar al medio ambiente.
¿Por qué no les imponemos reglas? ¿Por qué no ejercemos control alguno? A los dirigentes africanos les incumbe la obligación de proteger a sus pueblos contra esa explotación. África posee gran cantidad de recursos y riquezas, pero sus clases dirigentes no han prestado la atención adecuada a las poblaciones y no las han amparado como era debido.
Entre 2003 y 2007 usted desempeñó el cargo de Viceministra del Medio Ambiente y Recursos Naturales de Kenya. ¿Está usted satisfecha de su actuación?
Bueno, sí. Estoy muy contenta de haber formado parte del movimiento democrático que consiguió llevar al poder un gobierno más responsable en mi país. Nuestra elección suscitó grandes esperanzas en la población. Los kenianos esperaban que pusiéramos un término a la corrupción, mejorásemos los métodos de gobierno, estableciésemos instituciones protectoras de los ciudadanos y defendiésemos a los agricultores contra los intermediarios.
Ahora bien, creo que nuestro gobierno se dejó arrastrar en definitiva a la corrupción y mala gestión por culpa de sus propios ministros. No cumplimos con lo prometido entre nosotros, ni con las promesas que hicimos al electorado, por ejemplo aprobar una nueva constitución y compartir mejor el poder. Esto desembocó al final en los acontecimientos conocidos de todos [Nota de la redacción: las violencias postelectorales], en los que perdieron la vida muchos de nuestros compatriotas.
Estoy orgullosa de los progresos realizados, pero al mismo tiempo estoy muy desilusionada. En efecto, he podido ver con qué rapidez los políticos se dejan ganar por su egoísmo y se olvidan los compromisos contraídos con el pueblo.
En la entrevista que concedió a El Correo de la UNESCO hace nueve años, dijo que le preocupaba la falta de interés manifestada a nivel mundial por los problemas del medio ambiente. ¿Cree que ahora hay una mayor concienciación de la gravedad de esos problemas, por ejemplo el cambio climático?
No cabe duda de que sí. En los últimos diez años la concienciación ha progresado mucho. La gente se está percatando de que el medio ambiente puede ser una fuente de conflictos, especialmente en lo que respecta al reparto de los recursos hídricos y las tierras.
Con el cambio climático nos estamos dando cuenta de que el clima es un factor esencial para que podamos vivimos en paz unos con otros. Sí, somos más conscientes, pero todavía queda mucho por hacer. No hay más que ver, por ejemplo, los problemas que suscita la cuestión de reducir las emisiones de gases con efecto de invernadero.
¿Le satisface la promesa de los países industrializados de reducir las emisiones de carbono?
Sí. Es alentador ver cómo estos países –que son los primeros responsables de las emisiones de gases con efecto de invernadero– cooperan entre sí, están dispuestos a tomar medidas e invitan a los demás países a seguir su ejemplo. Lo que me congratula, en particular, es que ahora han empezado a hablar de la necesidad de proteger los bosques de nuestro planeta. Espero sinceramente que ayuden a los países con grandes recursos forestales a preservarlos. Al decir esto, pienso en la selva amazónica de Brasil y en los bosques lluviosos del Congo y el Asia Sudoriental. Mi deseo es que la conservación de los bosques sea una de las prioridades de su programa de protección del medio ambiente.
¿El Premio Nóbel de la Paz la alentó a intensificar su acción?
Claro que sí. Con el premio Nóbel se logró efectivamente que se prestase mucha atención a nuestra labor de sensibilización a los problemas ambientales, la defensa de los derechos humanos y la promoción de la gobernanza en África. Fui invitada por un sinfín de personas deseosas de compartir nuestro mensaje, que querían mostrarme la labor que estaban realizando. Por eso emprendí una gira por todo el mundo, para explicar que es necesario proteger el medio ambiente y mejorar la gobernanza.
Los africanos no nos hemos beneficiado de la paz, ni de una buena gestión de nuestros recursos naturales. Por eso estamos sumidos en la pobreza y somos víctimas de numerosos conflictos. En mis viajes por el mundo he tratado de explicar la relación que existe entre la protección del medio ambiente y la paz.
¿Cómo ve el papel de la mujer en el ámbito político africano? ¿Está consiguiendo, por fin, tener una presencia efectiva en este terreno dominado hasta ahora por los hombres?
Los progresos realizados son muy considerables. Las mujeres han llevado a cabo una tenaz campaña para convencer a la opinión de que se les debía ofrecer oportunidades en una serie de ámbitos profesionales que trascienden su papel tradicional. Hoy en día, vemos que ejercen la medicina, la abogacía y la docencia. Obviamente, si una de ellas se dedica a la política y llega a formar parte de un gobierno para servir al pueblo, representa todo un símbolo para la causa de la mujer.
Es indudable que mujeres como Ellen Johnson-Sirleaf, la actual Presidenta de Liberia, han aportado mucho a la causa femenina en África. Ha sido estupendo ver a una mujer elegida para ejercer la presidencia de un país africano. Es importante reconocer que ahora estamos cosechando los frutos de muchos años de lucha de las mujeres de nuestro continente. Creo que las mujeres son capaces de gobernar rindiendo mejor cuentas, mostrando un mayor sentido de la responsabilidad y respetando los derechos humanos.
Información procedente de la UNESCO Más información en la web de la Institución –>Aquí |