Suicidio

Probablemente el suicidio sea uno de los asuntos más difíciles de abordar. ¿Cómo se llega a esta situación? ¿Por qué la persona no encuentra otra salida? Para quien no concibe ni ha concebido jamás esta posibilidad, el suicidio no está al alcance de su comprensión. Es inimaginable. Uno diría que siempre hay una alternativa mejor, una que cuanto menos sea reversible.

Yo empecé a interesarme por este tema casi tan pronto como puse en marcha un sitio en la red para personas que padecieron abusos sexuales en su infancia, pues esta es la cuestión principal de la que me ocupo. El caso es que enseguida llamó mi atención la forma reiterada en que se hablaba del suicidio. Era obvio que la relación entre los abusos sexuales y el suicidio no eran ninguna coincidencia, así que abrí una encuesta con el objeto de establecer una estadística que permitiera acercarnos de un modo más fidedigno a esta realidad tan desconcertante. Hay que decir, por una parte, que la participación obtenida quizá no alcance unas cotas numéricas que nos permitan asegurar sin margen de error una u otra cosa, pero por otra parte sí creo que estas cifras muestran una tendencia bastante aproximada y garantizan una certeza en cuanto a la validez y credibilidad de cada voto. En el momento de escribir este artículo se han contabilizado 167 votos. Es importante señalar que la pregunta era “¿quien había intentado suicidarse una o más ocasiones?”. No se contemplaban los pensamientos o el estar fantaseando con ello, sino tan sólo los hechos consumados. El resultado se divide en 101 personas que lo han intentado y 66 que no lo han intentado nunca. Podríamos extraer muchas conclusiones y reflexionar desde distintas perspectivas. Uno de los pensamientos que tuve fue: evidentemente, quienes han respondido son aquellos cuyos intentos fueron fallidos, por fortuna. Pero ¿y los que lograron su propósito? Otra reflexión que quisiera compartir: a veces tenemos noticia de alguna chica o chico adolescente que no parecía tener razón alguna para acometer semejante acto, y sin embargo se han quitado la vida. Entonces nos preguntamos ¿por qué? Y nadie da con una respuesta satisfactoria. Cuando se trata de una víctima de abusos el enigma es bien comprensible, pues una de las características que nos define a la mayoría es haber guardado silencio respecto del hecho traumático que padecimos durante la niñez

Alguien me dijo en cierta ocasión una frase que puede aportar algo de luz con relación a la idea de llevar a cabo el suicidio: -Yo ya estaba muerta; el suicidio era un mero trámite- Es una explicación concisa y acertada, donde la percepción de uno mismo se asocia al vacío, al dolor, a la nada. ¿Para qué continuar, entonces? Seguir viviendo se transforma en una tortura gratuita e insoportable. El suicidio, es cierto, puede ser un acto de desesperación, pero creo que en muchos más casos es un acto de liberación, de ponerle fin a ese dolor insoportable cuyo origen a veces se desconoce y cuya batalla para acabar con él hace tiempo que se dio por perdida.

Junto con los motivos ya expuestos, otro muy común es el de sentirse absolutamente inútil y prescindible. Muchos están convencidos que si desaparecieran nadie los echaría en falta, incluso harían un favor a la familia y a los amigos por librarles de su presencia. Está claro que la autoestima, en estos casos, es inexistente. Uno de los principales problemas asociados al abuso sexual infantil es que la víctima queda anulada. En su infancia no posee las herramientas para defenderse ni para entender que le está sucediendo, y quienes deberían erigirse como sus defensores, o sea su familia, son en muchas ocasiones quienes cometen el abuso. Además, cuando el abuso sexual es intrafamiliar hay grandes probabilidades que el mismo se prolongue durante años, pues el agresor tiene total acceso al menor y todas las posibilidades para imponer su autoridad. Para hacernos una idea, hice otra encuesta relacionada con la duración de los abusos. Sólo un dato: un 26{ec3aa3bed57647d969cfcdc9d082479028b2cfe4a3a70a612e845701b22580eb} dice haber padecido abusos durante más de 8 años. Con el paso del tiempo la capacidad del niño para rebelarse termina por desaparecer, aceptando con sumisión la realidad que le ha tocado vivir. En ocasiones no ha conocido otra.

La impotencia y la soledad son sensaciones que se exacerban y te arrastran a ese pozo sin fondo. Decía una buena amiga: -intentas buscar eso que los demás dicen que existe; esa puerta que se abrirá tarde o temprano, ese olvido que te permitirá seguir adelante, ese «tiempo» que todo lo cura… pero no ves nada- Y esa incapacidad para percibir esas cosas que para los demás son tan claras y evidentes no hace más que aumentar el convencimiento de que no vales para nada, de que ni siquiera eres capaz de ver eso que los demás ven con tanta claridad.

Decía antes, refiriéndome a la primera estadística, que por fortuna muchas personas no habían logrado su objetivo, sin embargo en muchos casos existe un factor negativo más que añadir a la ya de por sí extensa lista de dificultades que superar. Ante un intento de suicidio muchos se han visto descubiertos. Por una u otra razón se ha hecho público su acto. Y como decía una compañera que vivió estas circunstancias: -de pronto dejas de tener nombre para convertirte en «la que se intentó suicidar”. Ahora eres quien se tomó las pastillas, quien se tiró… y entonces tienes que soportar las caras de la gente; unas de lástima, otras que te observan como si fueras un espécimen extraño, otras de dolor, el de la gente que te quiere, pero en todas ellas ves la incomprensión y la pregunta sobre el por qué has llegado a eso- Eso es lo que sucede en el exterior, pero la situación familiar no es mucho mejor.

Otra compañera sintetizó muy bien el proceso por el que se va gestando la idea hasta los momentos finales: -yo recuerdo primero miedo por los pensamientos que tenía, por ser capaz de llegar a ese punto. Pero una vez superado aparece la obsesión por buscar todo tipo de información para seleccionar el método más adecuado; tenía muy claro que no iba a tirarme de un piso, me faltaría el valor. Buscaba algo sencillo, indoloro, y a ser posible rápido. Después el nerviosismo por la decisión tomada, y pasados unos días y a medida que se acercaba el momento, mucha calma, mucha seguridad, pero también recuerdo mucha tristeza-

Hay gente que quedó atrapada en el pasado, que sufrió lo indecible, que ya no es capaz de generar recursos que le permitan escapar de esa cárcel, y es ahí, en el pasado, donde hay que buscar la llave. Decirle a un posible suicida que todo tiene solución, que ya vendrán tiempos mejores o que te quedan muchas cosas por vivir, no sirve para nada.

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