Resumen del Boletín de ASOCAE 1/2009
Sección Educación medioambiental
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La conciencia real de la humanidad sobre las consecuencias del cambio climático, un hecho que la comunidad científica ya había puesto sobre la mesa, pero que comienza ahora a considerarse a nivel social y político, viene seriamente apuntalada por un estudio realizado por los expertos de las universidades de Washington y Standford, David Battisti y Rosamond Naylor, respectivamente, y que fue publicado en la prestigiosa revista Science, de cuya seriedad no cabe dudar.
El futuro de la humanidad puede encontrarse seriamente amenazado, según refleja este estudio, debido fundamentalmente a una crisis en la producción de alimentos a nivel mundial, y cuya escasez vendría dada por efectos extremos del cambio climático.
El director del proyecto, David Battisti, declaró que “la mitad de la población mundial tendría serios problemas para obtener alimentos a finales de este siglo”, asegurando que para enfrentarse a ellos la única salida sería que, tanto los agricultores como los ganaderos, comenzasen a adaptar los cultivos y la cría de especies animales de acuerdo con los cambios de temperatura que se sufrirán en los próximos años, mediante el estudio y desarrollo de especies más resistentes al calor. Así, la sucesión de emporadas de cultivo cada vez más calurosas y frecuentes, traerán consigo un fenómeno global, al no poder compensarse el déficit alimentario de una parte del mundo con los excedentes de las otras; el 40% de los alimentos cultivados a nivel mundial podrían quedar comprometidos. Igualmente, propone la utilización de sistemas de riego que resulten más eficientes ante los problemas de escasez y evaporación que provocaría la elevación de temperaturas.
Para el estudio sobre los efectos en la agricultura y ganadería, el equipo de Battisti ha tenido en cuenta los 23 modelos que la IPCC (Panel intergubernamental para el cambio climático) ha expuesto en 2007 en su IV Evaluación, los cuales hacen una proyección de temperaturas durante el verano en el 2050 y 2090. Sobre esta base, concluyen que, con probabilidades que superan el 90%, durante las épocas de cultivo se registrarán temperaturas en los trópicos y subtrópicos superiores a las más extremas que ya fueron registradas entre 1900 y el 2006. Afirman, que los registros de temperaturas sin precedentes en varias regiones serán una norma habitual durante las temporadas más calurosas; en 2100 las temperaturas del trópico alcanzarían un máximo histórico. Es de destacar que en esas regiones habitan alrededor de 3.000 millones de personas.
Los autores definen con adjetivos extremos las consecuencias de este fenómeno, en el sentido de que un aumento de temperaturas tropicales tendrá “impactos dramáticos en la productividad de la agricultura y ganadería, y en la seguridad alimentaria“.
Como referencia muy significativa, un sólo grado centígrado que aumente la temperatura, provocaría pérdidas en la producción de vegetales estimadas entre el 2,5% y el 16%, al verse las plantas incapacitadas para su adaptación a unas variaciones de temperatura en un espacio de tiempo corto, agravado todo ello por la exigencia de las plantas de una mayor cantidad de agua. Otra consecuencia de esta inadaptación vegetal sería un rápido proceso de desertización.
La investigación ha tenido en cuenta también los antecedentes sobre olas de calor sucedidas en Europa en los últimos años. Así, hace referencia a tres ejemplos recientes de extremo calor estacional que provocaron graves problemas en los productos agrícolas. En el año 2003, en Francia, afectó gravemente a la producción de alimentos y su comercialización, a la vez que causó un considerable número de víctimas en la Europa Occidental.
En tiempos de la extinta Unión Soviética, en Ucrania, durante el verano de 1972, las condiciones extremas de calor, acompañados de la correspondiente sequía, provocó una importante alza del precio de los cereales.
Finalmente, el tercer caso que fue estudiado es el de la sequía en el Sahel, una franja africana que incluye a Mauritania, Mali, Senegal, Niger, Guinea norte, Burkina Faso, Camerún, Nigeria norte, Chad y Sudán. En esta región la sequía ha durado décadas, debido a la escasez de agua; el estrés del calor trajo como consecuencia un desplome de la productividad en los sectores agrícola y ganadero.
En conclusión, el análisis de futuro que plantea esta investigación, es que conforme se vayan sucediendo estaciones más calurosas y con mayor frecuencia, el estrés sobre los cultivos y la ganadería terminará convirtiéndose en un fenómeno global, y por tanto en una crisis de alimentación a nivel mundial, al no poder servirse unas regiones deficitarias de alimentos con los excedentes de otras. La solución pasa, por tanto, por comenzar desde este momento a invertir en adaptación al cambio climático.
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