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Introducción

 pesar de las críticas que los excesos de la prosa posbarroca provocaron en los primeros ilustrados, en la primera mitad del siglo los modelos siguen siendo todavía Baltasar Gracián y Quevedo. Sobre todo este último, cuyos Sueños se constituyen casi en un género por la abundancia de obras que utilizan su misma técnica.

Hasta el triunfo del Neoclasicismo, las personalidades más destacadas de la prosa del siglo XVIII son Feijoo, el Padre Isla y Torres Villarroel (véanse los antecedentes en este sentido en los capítulos anteriores).

Entre 1760 y 1770 comienza a escribirse una prosa que sigue ya las orientaciones europeas de tipo neoclásico. La prensa fue un medio de difusión de las ideas ilustradas y un vehículo frecuente de la prosa neoclásica. Es destacable, en este sentido, José Clavijo y Fajardo (1730-1786), que realizó "crítica ilustrada" en el semanario que comenzó a publicar en 1762, El Pensador.

La tan citada tertulia de la Fonda de San Sebastián fue un núcleo importante de discusión de las ideas de la época. En ella participaron muchos de los principales escritores neoclásicos, así como algunos extranjeros (por ejemplo, el italiano Napoli Signorelli, un erudito del teatro).

La prosa del siglo XVIII es eminentemente didáctica y la novela ocupa un lugar muy secundario, casi inexistente. Las características reformistas, educadoras y críticas de la época encontraron mejor cauce de expresión en el ensayo. Las obras adoptaron la forma de discursos, informes, memorias, sermones o cartas, en función del público lector a quien se dirigieron. Y los temas fueron de lo más variado: la historia y la crítica literarias, el patriotismo, la educación, el progreso, lo nacional y lo extranjero, etc. Además de Cadalso, el abate Marchena, Blanco White o Jovellanos, hay que recordar también a Juan Pablo Forner (1756-1797), autor de unas Exequias de la lengua castellana (1782), sobre la literatura española, y de un Discurso sobre el amor a la patria (1794), entre otras obras.

La novela

Muy escasas son las manifestaciones novelescas en el siglo XVIII. Después de las obras de Torres Villarroel y el Padre Isla, pocos autores merecen mencionarse. A finales del siglo y comienzos del XIX, con los nuevos rumbos que empezaba a tomar la literatura aparecen algunas novelas que precederán a la novela histórica romántica.

Pedro Montengón (1754-1821) y José Mor de Fuentes (1762-1848) son los dos escritores más destacados de prosa narrativa. Montengón es autor de la novela de tipo pastoril El mirtilo, de una novela histórica (La Eudoxia) y de otra de aventuras (El Eusebio). Mor de Fuentes es recordado por El cariño perfecto o los amores de Alfonso y Serafina (1790), en donde su tratamiento del tema amoroso muestra que el autor conocía ya las obras de los prerrománticos europeos.

El periodismo

El siglo XVIII es el siglo en que nace y adquiere una gran difusión la prensa periódica. A través de ella penetran en España muchas de las ideas ilustradas sobre las ciencias experimentales, la religión o el derecho. En lo que afecta al mundo literario fueron de especial importancia el Diario de los literatos de España publicado entre 1737 y 1742; El correo de Madrid, El Censor o el Mercurio Filosófico y Político (1738). Una personalidad destacada en el mundo del periodismo neoclásico fue Francisco Mariano Nipho (1719-1803), fundador de un buen número de periódicos.

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