TECNOLOGÍA - INDUSTRIA: Introducción - 3ª parte
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Tecnología

INDUSTRIA

Introducción - 3ª parte


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La gestión industrial

Introducción

estión industrial es un término que designa los aspectos financieros del funcionamiento de una empresa, es decir, aquellos que no están relacionados directamente con la producción, y que se encuentran englobados en el conjunto de técnicas organizativas, de planificación, dirección y control de la eficacia del trabajo en el mundo de los negocios. El objeto de la gestión industrial es determinar el volumen de recursos necesarios para la consecución de los objetivos productivos, y la optimización de su empleo en base a criterios de maximización del beneficio.

La organización de la industria, desde sus orígenes, se ha realizado de diversos modos. Antes de la Revolución Industrial predominaba, por una parte el taller artesanal encuadrado en gremios; por otra la industria en forma de pequeños talleres, controlado por comerciantes que suministraban materiales a domicilio, por ejemplo para trabajos agrícolas.

La "fábrica" se generalizó tras la Revolución Industrial. En ella se consigue aumentar la producción a base de aplicar tecnología, trabajo y grandes capitales. El sistema fabril, o relativo a las fábricas y sus operarios, tras diversas mejoras organizativas permitió la división del trabajo y la especialización de funciones. A lo largo de unos 150 años se manifestaron en importantes beneficios para el consumidor final, en más poder adquisitivo global por el efecto que supuso un mayor número de trabajadores empleados, reducción del coste por unidad de cada producto fabricado, y, en consecuencia, una reducción de los precios de los bienes.

Todas estas mejoras tuvieron su origen en la estandarización de procedimientos conocida como Taylorismo, y en la producción en cadena conocida como Fordismo:

El Taylorismo

El Taylorismo es un Sistema de organización científica del trabajo que se debe a Frederick W. Taylor (1856- 1915), consistente en un análisis previo de la ejecución de las operaciones prácticas con el menor esfuerzo económico y tiempo empleado, dejando al operario sólo la realización de las labores manuales. Con el sistema de Taylor a cada obrero se le asigna una función específica, la cual conlleva un determinado salario en correspondencia con la labor realizada y proporcional al valor que añade al proceso productivo; es la base para la organización del trabajo en cadena que más tarde llevaría a la práctica Henry Ford, en lo que se denominó Fordismo.

Origen y evolución del Taylorismo

Las técnicas productivas y ciencias industriales aplicadas se desarrollaron como consecuencia del propio desarrollo capitalista, donde las empresas competían por reducir los costos de producción en interés del control del mercado. El avance tecnológico fue un factor decisivo, con la aparición de nuevas máquinas que reducían el tiempo de fabricación de un producto, y medios de transporte más veloces que permitían llevar la mercancía a mercadas cada vez más lejos y en menor tiempo.

Pero el factor humano seguía estando presente. La organización de las tareas humanas en las fábricas requería una nueva organización, que pronto se inclinó hacia la división del trabajo y una disciplina de ejecución muy controlada. El ingeniero norteamericano Frederick W. Taylor fue el impulsor de los estudios sobre las tareas fabriles, con la pretensión de aprovechar los potenciales de producción industrial. Su objetivo era conseguir la eliminación de todas aquellas operaciones inútiles o innecesarias durante los procesos de producción, y para ello realizó estudios donde, además de otros factores, analizaba el tiempo necesario para ejecutar cada tarea específica.

Frederick W. Taylor
Frederick W. Taylor

El sistema de Taylor necesitaba que los trabajadores fueran supervisados en sus tareas, y para ello utilizaba a otros grupos de empleados para realizar misiones especiales: el organigrama contaba con encargados de supervisar, organizar y dirigir esos trabajos.

Esa organización del trabajo de forma científica ideada por Taylor, que más tarde fue conocida por Taylorismo), provocó al llevarla a la práctica una bajada en los costos de producción por efecto de la reducción de salarios. Éstos disminuyeron a consecuencia de la política de pagos por pieza fabricada que muchas empresas llevaron a cabo, con el objetivo de estimular a los trabajadores para que incrementaran el rendimiento y por tanto la producción.

La época de los artesanos iba quedando atrás, y las funciones de éstos sustituidas por empresas, cuyas fábricas elaboraban numerosos productos en cadena. Aquí, el tiempo invertido en la fabricación de una pieza, así como los criterios de calidad, ya no eran factores a decidir por el operario, sino que eran las necesidades del mercado y la competencia las que establecían los ritmos de trabajo.

El Taylorismo ha sido duramente criticado en su tiempo, pues se consideraba que tendía a convertir al trabajador en un simple autómata, despreciándose sus factores psicológicos, humanos y sociales, y relegándole a la ejecución de una simple labor mecánica y rutinaria. Se estimaba que esta forma de trabajo repercutía gravemente en la sociedad, desde su orden moral hasta la cualidad científica del propio sistema, teniendo como consecuencia una influencia negativa en la eficacia que se proponía obtener. Además, la reducción de los salarios con fines de rendimiento provocaron entre 1912 y 1913 numerosas huelgas, dando mayores argumentos a los opositores al sistema de Taylor.

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