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Historia y Arte
LA ALTA EDAD MEDIA
Ciencia y técnica
i la ciencia ni la técnica lograron, a lo largo de los últimos siglos de la Alta Edad Media, avances importantes. La propia estructura socio-económica feudal y el control ejercido por la Iglesia sobre el mundo cultural, impidieron el desarrollo de técnicas nuevas o de planteamientos científicos originales.
Las técnicas
El mundo de la técnica, que siempre fue unido al de la producción, se vio frenado por varias causas. La economía rural autosuficiente había acabado con el artesanado industrial y poco podían inventar los campesinos que, tras acabar sus tareas agrícolas o ganaderas, aún tenían que dedicar un tiempo a fabricar la casi totalidad de los objetos que necesitaban.
En el marco de esa economía cerrada que eran los feudos, se produjo una total carencia de estímulos para la superproducción (no había comercio y una mayor producción sólo hubiera ocasionado beneficios a los señores), lo que se tradujo en un desinterés por la mejora de las técnicas agrícolas. Por otro lado, la rígida sociedad estamental actuó como un auténtico freno de cualquier idea de progreso que pudiera significar la alteración del orden que tan favorecedor resultaba a los grupos dominantes.
En este panorama, claramente limitador de todo desarrollo técnico, se lograron, no obstante, y sobre todo a partir del siglo XI, ciertas mejoras técnicas entre las que cabe mencionar el arado de ruedas y vertedera, la collera rígida y el molino de viento. Ahora bien, la completa difusión de las mismas y su repercusión socio-económica fueron ya fruto de la nueva Europa del siglo XII.
A pesar de las limitaciones de desarrollo
técnico en el mundo feudal, se consiguieron algunas mejoras, como el arado
de ruedas.
La ciencia
Por lo que respecta a la ciencia, es fácil suponer que en una situación de casi total analfabetismo, pocos avances podían producirse. El mundo de la cultura era patrimonio del clero y éste se sentía primordialmente interesado en el estudio de los textos sagrados. La Iglesia, por otro lado, había logrado un poder y un prestigio que se fundamentaba en unos valores supremos que suponían una completa concepción del universo. Así, las ideas de creación divina, de geocentrismo (la tierra como centro del universo) o de fe como forma de conocimiento, pronto fueron consideradas como verdades irrefutables a las que la ciencia debía sujetarse.
La Iglesia ejerció, desde la fe y desde la posesión de la cultura, un absoluto control de la ciencia que tardó varios siglos en ser superado. La disputa entre razón y fe aún no se había planteado, porque a lo largo de la Alta Edad Media, razón y fe se identificaban de modo que la razón no pudiera afirmar nada que fuera contrario a la fe.