GEOGRAFÍA - PAÍSES: Japón - 1ª parte
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Geografía

PAÍSES

Japón - 1ª parte


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Geografía física

letra capitular Estado insular de Asia Nororiental. Japón limita con el mar de Ojotsk, las islas Kuriles y la isla de Sajalin (Rusia) al N, el océano Pacífico al E, Taiwan y las Marianas Septentrionales al S y el mar del Japón, Rusia, Corea del Norte, Corea del Sur y la República Popular China al O. La capital es Tokio.

El archipiélago japonés constituye un vasto arco de islas que se extiende de N a S a lo largo de las costas de Asia Oriental, es decir, desde las islas Kuriles (prolongación de este arco insular) hasta Taiwan. En esta línea curva se encuentran las cuatro islas principales que constituyen un 97 % de la superficie total del Estado: Hokkaido o Yeso, Honshu u Hondo (la más extensa), Shikoku y Kyushu. Pero sus extensas aguas jurisdiccionales incluyen cerca de 4 000 islas, la mayoría de las cuales no están habitadas, como es el caso de las islas Ryukyu (al S) o de Bonin y Vulcano (al SE).

El extenso arco insular del cual forma parte este país es producto de una fractura continental en lento movimiento en sentido inverso al movimiento de traslación del planeta. Dicho movimiento ha determinado su constitución física, donde los plegamientos han levantado montañas de altura considerable y han formado profundas fosas. Japón se ubica en una inestable área orogénica del planeta, afectada por una fuerte actividad volcánica, así como de bruscos movimientos de la masa marina y terrestre; a ello se debe que terremotos y maremotos hayan azotado y devastado en numerosas ocasiones el país.

La formación del archipiélago japonés comenzó en el paleozoico, afectado por un proceso de sedimentación en una profunda fosa. En el secundario y terciario se produjo una emersión volcánica y plegamientos terrestres, los cuales dan forma al actual litoral, así como un paisaje de montañas volcánicas y terrazas. Por esta causa el territorio japonés es muy accidentado, lo que se refleja en recortadas costas, en innumerables islas e islotes y, finalmente, en áreas interiores muy montañosas. Son dos las cordilleras que emergen de las profundas fosas marinas y que conforman al territorio japonés: una se traza desde Sajalin (al N) hasta el N de Honshu, pasando por el área más occidental de Hokkaido.

El otro macizo, más al S, recorre en dirección NE-SO las islas de Honshu, Shikoku y Kyushu, emergiendo y sumergiendo sus tierras mediante estrechos pasos naturales. Destacan, de N a S, el de la Perouse, Tsugaru, Corea, Bungo y Tokara. Estos dos macizos proporcionan a su vez numerosas sierras laterales, en general poco abruptas y muy erosionadas, influenciadas por el vulcanismo y cubiertas por un espeso manto vegetal. Son casi unos 200 conos volcánicos (algunos activos), y cerca de 600 picos que sobrepasan los 2 000 m: el Asahi Dake, de 2 290 m (Hokkaido); el Nino, 1 981 m (Shikoku); el Koju, 1 740 m (Kyushu); el Iwate, 2 041 m y el Fujiyama 3 776 m (Honshu). Este último, el más elevado del país, se caracteriza por su forma simétrica, que hace que se conozca como la montaña sagrada del Japón. Al lado de estas alturas sobre el mar se encuentran las fosas tectónicas que, cerca de las costas del archipiélago japonés, llegan a alcanzar los 10 000 m de profundidad; es el caso de la fosa de las Bonin (10 595 m), la del Japón (8 490 m) o la de Ryukyu (7 505 m). Entre estos accidentes geográficos existen estrechas franjas costeras o llanuras formadas por aluviones fluviales, destacando la que existe al E de Hokkaido y el centro de Honshu, donde se asientan la mayor concentración urbana japonesa (Tokio-Yokohama-Kawasaki).

Las llanuras de Ishikari y Teshio, en Hokkaido; Kanto, Himeji, Niigata, Osaka y Sendai, en Honshu; y Tsukuchi, en Kkyushu, son las áreas de máximo aprovechamiento agrícola y de asentamientos urbanos e industriales. La isla de Shikoku, la más pequeña de las cuatro principales, es proporcionalmente la más montañosa, aunque las alturas nunca superan los 2 000 m. El litoral es muy abrupto y recortado en la vertiente del Pacífico, donde abundan las penínsulas, bahías, golfos y cabos, principalmente en las islas de Shikoku y Kyushu. Destacan los cabos de Shiretoko, Erimo, Esan, Shiono o Muroto; las bahías de Uchiura, Tokio, Sagami, Ise y Osaka; y las penínsulas de Shimokita, Boso, Izo o Kii de entre los principales accidentes de la costa pacífica. El Mediterráneo japonés (Seto Naikai) se circunscribe entre las islas meridionales y el extremo sur de Honshu, formando un pequeño mar interior de vital importancia comercial nacional. La parte orientada hacia el mar del Japón (al O) es más rectilínea y menos accidentada, proliferando también las pequeñas islas e islotes (costa SO). El arco cóncavo que forma la costa occidental sólo se ve alterado por algunas penínsulas como la de Oshima, Oga, Noto o las bahías de Toyama o Wakasa. Frente a esta costa el poco profundo mar del Japón separa el archipiélago del continente asiático y tiende a convertirse en un importante centro comercial. Los estrechos antes mencionados relacionan el océano Pacífico con las mares situados al otro lado del litoral japonés (mar de Ojotsk, del Japón y de la China Oriental).

El estrecho de Corea separa el extremo sur del archipiélago y el continente, al tiempo que puentes y túneles subterráneos unen las principales islas, convirtiendo físicamente en una las cuatro islas principales. La configuración estrecha y alargada de las islas niponas y su compleja orografía influye en la existencia de una abundante red hidrográfica, alimentada por un clima húmedo. Destacan por su longitud e importancia el río Shinano (367 km) y el Tone (322 km) en Honshu, así como el Teshio y el Ishikari en Hokkaido. De caudales muy variables y altamente erosivos, estas aguas se utilizan en el cultivo de los arrozales (con superficies muy limitadas) y para el aprovechamiento energético. Localizados en las depresiones fluviales del centro de la isla de Honshu, entre el mar del Japón y el Pacífico, aparecen las más importantes masas lacustres, como el lago de Biwa (de 674 km2).

La disposición geográfica del archipiélago y su variación en latitud, el relieve, las masas de aire y corrientes marinas, así como la proximidad al continente asiático, determinan el clima nipón. No se puede, por tanto, circunscribir el país en un solo clima; la influencia de los anteriores factores y, sobre todo, la disposición física de su territorio, hace que no tenga nada que ver el clima de las islas meridionales --con características más subtropicales-- con el de las islas septentrionales --frío y riguroso--. Aun así, en términos globales se trata de un clima templado con caracteres monzónicos, es decir, húmedo y lluvioso. Los inviernos son muy fríos debido a la influencia continental y a la corriente marina de carácter frío (conocida como Kuro-Shivo) procedente del N, siendo las nevadas muy intensas en las latitudes más septentrionales.

Los veranos son suaves, con temperaturas que oscilan entre los 15ºC y 27ºC según la latitud, y con abundantes precipitaciones que llegan a superar en las islas meridionales los 2 000 mm. Esta área está sometida al azote de tifones que se originan a principios de otoño en regiones tropicales. El monzón de verano (de procedencia SE) y el de invierno (de procedencia N o NO), influyen en las temperaturas y precipitaciones. La insularidad condiciona de manera decisiva el gradiente térmico, por lo que la diferencia de temperaturas entre el día y la noche es pequeña. Las áreas bioclimáticas japonesas son tres: una zona boreal, ubicada en Hokkaido y donde abundan abetos y pinos; una templada, que se ubica en Honshu y costas S de Hokkaido, con abundancia de álamos, cedros, olmos, pinos y un rico sotobosque; y finalmente, una meridional subtropical, donde predominan los bambúes y palmeras.

Son numerosos los riesgos ecológicos que atañen al archipiélago japonés: tifones, lluvias monzónicas, terremotos, maremotos y, en menor medida, la actividad volcánica, afectan a las islas. Pero la fuerte concentración de industrias y población, sobre todo en el centro de Honshu, provoca importantes alteraciones medioambientales que influyen en la calidad del agua y del aire (emisiones de gases contaminantes que destruyen la capa de ozono y lluvia ácida). El imperialismo económico japonés también comporta graves alteraciones ecológicas en países como Filipinas, Malasia, Indonesia, Thailandia o Papúa-Nueva Guinea, ya que la importación de maderas tropicales está provocando en estos estados una fuerte deforestación. Por otro lado, la explotación piscícola en el océano Pacífico es en ocasiones superior a la regeneración de las especies (pesca de arrastre, caza de ballenas). Las Marianas Septentrionales también se vieron afectadas por el vertido de residuos radioactivos provenientes de centrales nucleares japonesas en aguas jurisdiccionales de estas islas.

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