GEOGRAFÍA - PAÍSES: China - 9ª parte
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Geografía

PAÍSES

China - 9ª parte


Historia: s. XII al XIX (continuación)   Historia: siglo XX

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Historia: s. XII al XIX (continuación)

letra capitular En 1555 los portugueses fundaron un establecimiento comercial en Macao, y posteriormente llegaron los primeros holandeses y los primeros ingleses. Sin embargo, a finales de siglo la actividad de los piratas japoneses provocó una creciente inestabilidad, aprovechada por los manchúes, descendientes de los juchen de Manchuria, que conquistaron todo el imperio en 1644. Los manchúes, que habían formado un imperio donde los principios administrativos chinos se fusionaban con sus instituciones tribales, respetando las tradiciones y la organización social del país, proclamaron la dinastía Qing o Manchú (1644-1912), reconocida por toda China en 1658. El primer siglo de dominio manchú significó una etapa de estabilidad interior y un momento de máxima expansión territorial: la totalidad del imperio comprendía Manchuria, el Turquistán, Mongolia y el Tibet. Annam (el posterior Vietnam), Birmania y Nepal reconocieron las fronteras meridionales de China, a lo que se le añadió el hecho de la conquista de Formosa en el año 1680.

Por otro lado el país, en igualdad técnica con Europa, abrió las puertas a los jesuitas, representantes de la cultura, la técnica y la religión europeas. Sin embargo, con la muerte de Kang Hsi (1722), se puso fin a la tradicional tolerancia y apertura al exterior: en 1724 se prohibió la difusión del cristianismo, aunque los jesuitas pudieron continuar sus actividades técnicas. En esta situación actuaron como intermediarios en el Tratado de Kiakhta (1727), que reguló la frontera chino-siberiana con Rusia. Durante este período el desarrollo agrícola se vio favorecido por la confiscación de las grandes propiedades, el reparto de tierras y la supresión de los impuestos. Este desarrollo se materializó en el uso de nuevas técnicas agrícolas y la introducción de nuevos cultivos, como el maíz y el tabaco. Por otro lado, el comercio se incrementó con el asentamiento de colonias europeas (portuguesas, holandesas y británicas), y la población experimentó un incremento espectacular: pasó de 150 millones de habitantes en 1600 a 400 millones a comienzos del s. XIX. El período de prosperidad económica, sin embargo, acabó a finales del s. XVIII, dando paso a una etapa de crisis política, económica y social. El principal motivo fue la ausencia de la revolución industrial, que situó al país en una posición de desventaja respecto a Europa. Consecuentemente, las potencias occidentales incrementaron su penetración comercial y China se vio obligada a admitir los establecimientos extranjeros en sus puertos y a firmar concesiones mineras y ferroviarias. Las reformas económicas toparon con el conservadurismo de las clases altas y la oposición de los gobernantes, lo que provocó el aumentó de la inestabilidad política.

El primer conflicto con una potencia europea fue con Inglaterra, como consecuencia del establecimiento de la Compañía de las Indias Orientales; en 1839, los británicos aprovecharon la destrucción de un cargamento de opio (mercancía que introducían en China desde la India), para declarar la guerra a la dinastía manchú, la denominada Guerra del opio (1839-1842), que se saldó con la derrota de China. Por el Tratado de Nanjin los británicos consiguieron la cesión de Hong-Kong como base naval y comercial y, además, el gobierno se comprometió a abrir cinco puertos al comercio británico: Shanghai y Cantón, los dos más importantes del país, junto a Amoi, Fuzhou y Ningpo. Finalmente, los ingleses exigieron la regularización de las tarifas comerciales y de las relaciones entre funcionares chinos y británicos. En los años siguientes la inestabilidad interior continuó.

En 1851 el movimiento Taiping, de carácter religioso, organizó un estado independiente en el S, en respuesta a los abusos cometidos por los extranjeros y los excesivos impuestos, conquistó Nanjin (1853), e intentó extender su poder por el N del país. China, abierta ya al comercio, se convirtió en presa de los intereses extranjeros y se vio obligada a hacer nuevas concesiones. Por el Tratado de Pekín (1860), se abrieron once nuevos puertos y se ofrecieron más ventajas a los capitales exteriores. Durante el gobierno del emperador Tzu Hsi (1861-1908), Rusia obtuvo el extremo NE de China, la cesión del Puerto Arthur (1898), y los derechos sobre los ferrocarriles de Manchuria. Japón, con posterioridad a la primera guerra chino-japonesa (1895), consiguió la independencia de Corea y la isla de Formosa, además de la apertura de nuevos puertos, e Inglaterra obtuvo el N de Birmania y Weihai (1898). Además, el imperio cedió a los franceses el territorio de Indochina y Kuang-txeu (1898).

Historia: siglo XX

Los círculos nobiliarios cercanos a la emperatriz Cixi fomentaron motines contra la política imperialista que practicaban las potencias occidentales y Japón, que culminaron en 1900, cuando los bóxers, sociedad secreta contraria a la penetración de la influencia occidental, sitiaron las legaciones europeas en Pekín. Esta situación provocó la intervención conjunta de las fuerzas estadounidenses, alemanas, británicas, francesas, rusas y japonesas (1911), que liberaron las legaciones y consiguieron nuevas ventajas comerciales. Después de la derrota de los bóxers, se adoptaron los sistemas occidentales de educación, organización militar y administración, y la debilitada dinastía Qing llegó a su fin con la revolución de 1911.

En 1911 Sun Yat-sen, apoyado por estudiantes y trabajadores de las ciudades,fundó en la ciudad de Cantón el partido nacionalista conocido como Kuomintang,que tenía como principios fundamentales la unificación nacional, la democracia y el aumento del nivel de vida del pueblo. En octubre del mismo año estalló un movimiento revolucionario que concluyó con la abdicación del último emperador manchú, Xuantong, en 1912. Sun Yat-sen ofreció la presidencia de la nueva República a Yuan Shikai, general del ejército del emperador, mientras que Sun se reservó la dirección de la Asamblea Nacional. Sin embargo, la constitución democrática de 1913 no llegó a entrar en vigor debido a las pretensiones autoritarias y personalistas de Yuan. A su muerte (1916), el país cayó en un período de guerras civiles, situación que fue aprovechada por los japoneses para apoderarse de las posesiones alemanas en China (Shandong y Qingdao).

A partir de 1917 el gobierno de Pekín dirigió la política exterior hacia la cancelación de los privilegios extranjeros; con esta intención intervino en la Primera Guerra Mundial, al lado de las potencias aliadas. La conferencia de Washington (1921-1922) acordó la evacuación de los japoneses de la península de Shandong y garantizó la integridad territorial de China. Sin embargo, no se consiguieron progresos definitivos hasta 1927. En 1923, Sun Zhongshan, ante la insuficiente protección de las potencias occidentales, buscó el apoyo soviético y lo consiguió a cambio de aliarse con el recién fundado Partido Comunista Chino de Mao Zedong (Mao Tse-Tung) y Chen Duxio. Sun realizó importantes reformas políticas y sociales. Tras su muerte, en 1925, le sucedió el general Chiang Kai-shek, que conquistó el poder mediante un golpe de estado y unificó el país, derrotando a los generales locales que se habían convertido en señores regionales. Receloso por el aumento del prestigio de los comunistas, emprendió una serie de persecuciones contra los miembros del partido, con lo que se inició la segunda guerra civil (1927-1936). Bajo la dirección de Mao, grupos comunistas refugiados en Hunan y Xiangxi se organizaron en guerrillas y formaron un gobierno popular que procedió a repartir las tierras entre los campesinos. A pesar de que Chiang expulsó a los comunistas del S de China, no fue capaz de dominar el frente revolucionario, que se instaló en la provincia de Shenxi, al N, después de recorrer 10 000 kilómetros («la larga marcha»).

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