Uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el
derecho de no hacer lo que no quiere.
Algunas cosas del pasado desaparecieron pero
otras abren una brecha al futuro y son las que
quiero rescatar.
Un sociólogo norteamericano dijo hace más de
treinta años que la propaganda era una formidable
vendedora de sueños, pero resulta que yo no quiero
que me vendan sueños ajenos, si no sencillamente que
se cumplan los míos.
Después de todo la muerte es sólo un síntoma de
que hubo vida.
Quién lo diría los débiles de veras nunca se
rinden.
No vayas a creer lo que te cuentan del mundo (ni
siquiera esto que te estoy contando) ya te dije que
el mundo es incontable.
Un torturador no se redime suicidándose, pero
algo es algo.
El amor no es repetición. Cada acto de amor es
un ciclo en sí mismo, una órbita cerrada en su
propio ritual. Es, cómo podría explicarte, un puño
de vida.
Es a veces un paraíso perdido, pero otras, es un
infierno de mierda.
La muerte es una traición de Dios.
Quizá mi única noción de patria sea esta
urgencia de decir Nosotros. Quizá mi única noción de
patria sea este regreso al propio desconcierto.
Y para estar total, completa, absolutamente
enamorado, hay que tener plena conciencia de que uno
también es querido, que uno también inspira amor.
Yo amo, tú amas, el ama, nosotros amamos,
vosotros amáis, ellos aman. Ojalá no fuese
conjugación sino realidad.
Acá hay tres clases de gente: la que se mata
trabajando, las que deberían trabajar y las que
tendrían que matarse.
Qué buen insomnio si me desvelo sobre tu cuerpo.
Nunca pensé que en la felicidad hubiera tanta
tristeza.
Cuando creíamos que teníamos todas las
respuestas, de pronto, cambiaron todas las
preguntas.
Cómo la necesito. Dios había sido mi más
importante carencia. Pero a ella la necesito más que
a Dios.
La infancia es un privilegio de la vejez. No sé
por qué la recuerdo actualmente con más claridad que
nunca.
Yo no sé si Dios existe, pero si existe, sé que
no le va a molestar mi duda.