Conseguir un pensamiento libre en la sociedad
actual es difícil porque la democracia está
pervertida y secuestrada.
Uno escribe a base de ser un minero de sí mismo.
Aunque el Vaticano sostenga que la castidad es
el valor supremo, en cualquier caso, me parece la
aberración sexual más grande.
Deberíamos vivir tantas veces como los árboles,
que pasado un año malo echan nuevas hojas y vuelven
a empezar.
Porque es tocando fondo, aunque sea en la
amargura y la degradación, donde uno llega a saber
quién es, y donde entonces empieza a pisar firme.
Desde la infancia nos enseñan; primero a creer
lo que nos dicen las autoridades, los curas, los
padres... Y luego a razonar sobre lo que hemos
creído. La libertad de pensamiento es al revés, lo
primero es razonar y luego creeremos lo que nos ha
parecido bien de lo que razonamos.
Sin libertad de pensamiento, la libertad de
expresión no sirve de nada.
Gobernar a base de miedo es eficacísimo. Si
usted amenaza a la gente con que los va a degollar,
luego no los degüella, pero los explota, los
engancha a una carro... Ellos pensaran; bueno, al
menos no nos ha degollado.
Somos naturaleza. Poner al dinero como bien
supremo nos conduce a la catástrofe.
No me interesa la felicidad. Pero no exigir
demasiado hace más fácil llevarse bien con uno
mismo, que es mi sustituto de la felicidad.
Nos educan para ser productores y consumidores,
no para ser hombres libres.
Hay dos clases de economistas; los que quieren
hacer más ricos a los ricos y los que queremos hacer
menos pobres a los pobres.
El tiempo no es oro; el oro no vale nada, el
tiempo es vida.