La vida primaria de la memoria es emotiva más
bien que intelectual y práctica.
La razón y la ley son sinónimos.
La metafísica es una sustituta de la costumbre,
como fuente y garantía de los más altos valores
morales y sociales; una filosofía renovada y
restaurada por la filosofía cristiana de la Europa
medieval.
Nosotros recordamos, naturalmente, lo que nos
interesa y porque nos interesa.
Lo que ocurre en el pasado vuelve a ser vivido
en la memoria.
Las sensaciones no son parte de ningún
conocimiento, bueno o malo, superior o inferior.
Son, más bien, provocaciones incitantes, ocasiones
para un acto de indagación que ha de terminar en
conocimiento.
La memoria es una experiencia sustituta, en la
cual se da todo el valor emocional de la experiencia
actual sin su tensión, sus vicisitudes y sus
perturbaciones.
La función intelectual de las dificultades es la
de conducir a hombres y mujeres a pensar.
El hombre vive en un mundo en el que cada
ocurrencia está cargada con ecos y reminiscencias de
lo que ha ocurrido antes. Cada acontecimiento es un
recordatorio.
El conocimiento no es algo separado y que se
baste a sí mismo, sino que está envuelto en el
proceso por el cual la vida se sostiene y se
desenvuelve.