Los hombres engañan más que las mujeres; las
mujeres, mejor.
Lo bueno de los años es que curan heridas, lo
malo de los besos es que crean adicción.
Amor se llama el juego en el que un par de
ciegos juegan a hacerse daño.
A menudo, los labios más urgentes, no tienen
prisa dos besos después.
La poesía huye, a veces, de los libros para
anidar extramuros, en la calle, en el silencio, en
los sueños, en la piel, en los escombros, incluso en
la basura. Donde no suele cobijarse nunca es en el
verbo de los subsecretarios, de los comerciantes o
de los lechuginos de televisión.
No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca
jamás sucedió.
Qué pequeña es la luz de los faros de quien
sueña con la libertad.