Con el puño cerrado no se puede intercambiar un
apretón de manos.
El mundo exige resultados. No le cuentes a otros
tus dolores del parto. Muéstrales al niño.
Es un verdadero privilegio haber sobrellevado
una vida difícil.
La desconfianza es una señal de debilidad.
Hay que vigilar a los ministros que no pueden
hacer nada sin dinero y a aquellos que quieren
hacerlo todo sólo con dinero.
El amor jamás reclama; da siempre. El amor
tolera, jamás se irrita, nunca se venga.
Para liberarse, la mujer debe sentirse libre, no
para rivalizar con los hombres, sino libres en sus
capacidades y personalidad.
Un día mi abuelo me dijo que hay dos tipos de
personas: las que trabajan, y las que buscan el
mérito. Me dijo que tratara de estar en el primer
grupo: hay menos competencia ahí.