Los ángeles lo llaman placer divino; los
demonios, sufrimiento infernal; los hombres, amor.
La verdadera locura quizá no sea otra cosa que
la sabiduría misma que, cansada de descubrir las
vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente
resolución de volverse loca.
Allí donde se queman los libros, se acaba por
quemar a los hombres.
La experiencia es una buena escuela, pero la
matrícula es muy cara.
Los sabios emiten ideas nuevas; los necios las
expanden.
Si quieres viajar hacia las estrellas, no
busques compañía.
Dios me perdonará: es su oficio.
Un amigo me preguntaba porqué no construíamos
ahora catedrales como las góticas famosas, y le
dije: "Los hombres de aquellos tiempos tenían
convicciones; nosotros, los modernos, no tenemos más
que opiniones, y para elevar una catedral gótica se
necesita algo más que una opinión".
Todavía no se ha descubierto la brújula para
navegar en la alta mar del matrimonio.
Dios nos ha dado la lengua para que podamos
decir cosas amables a nuestros amigos y duras
verdades a nuestros enemigos.
Bien mirados, todos nos ocultamos, completamente
desnudos, en los vestidos que usamos.
Para ser amado de todo corazón... hay que
sufrir.
Donde se quiere a los libros también se quiere a
los hombres.
Construye tu cabaña en el valle, pero nunca lo
hagas en la cima.
Todo delito que no se convierte en escándalo no
existe para la sociedad.