Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo,
que el verdadero guerrillero está guiado por
profundos sentimientos de amor.
Leyes hay, lo que falta es justicia.
No amar por temor a sufrir es como no vivir por
temor a morir.
El pasado es una colección interminable de
horrores que sólo merece el más completo de los
olvidos; el futuro, una incógnita poco confiable que
es preciso asegurar; el presente, el campo de
batalla donde hay que garantizarse la vejez.
Se le hace patente que sólo hay dos clases de
cobardes: los que huyen para atrás y los que huyen
para adelante.