El hombre que no se contenta con poco, no se
contenta con nada.
¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar
tus bienes, sino en disminuir tu codicia.
Así como el sabio no escoge los alimentos más
abundantes, sino los más sabrosos, tampoco ambiciosa
la vida más prolongada, sino la más intensa.
¿Dioses? Tal vez los haya. Ni lo afirmo ni lo
niego, porque no lo sé ni tengo medios para saberlo.
Pero sé, porque esto me lo enseña diariamente la
vida, que si existen ni se ocupan ni se preocupan de
nosotros.
Debemos buscar a alguien con quien comer y beber
antes de buscar algo que comer y beber, pues comer
solo es llevar la vida de un león o un lobo.
No ha de ser dichoso el joven, sino el viejo que
ha vivido una hermosa vida.
Una conducta desordenada se parece a un torrente
invernal de corta duración.
Los bienes son para aquellos que saben
disfrutarlos.
La necesidad es un mal, no hay necesidad de
vivir bajo el imperio de la necesidad.
La muerte es una quimera: porque mientras yo
existo, no existe la muerte; y cuando existe la
muerte, ya no existo yo.
Juzgamos mejores que los placeres muchos dolores
porque se consigue para nosotros un placer mayor.
Es impío no el que suprime a los Dioses, sino el
que los conforma a las opiniones de los mortales.
El que no considera lo que tiene como la riqueza
más grande, es desdichado, aunque sea dueño del
mundo.
El placer es el bien primero. Es el comienzo de
toda preferencia y de toda aversión. Es la ausencia
del dolor en el cuerpo y la inquietud en el alma.